Epílogo.

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Observé mi reflejo una última vez en aquel espejo que tan familiar me resultaba. Puede que aquel fuera la quinta vez que me veía en un tramo de diez minutos, pero me encontraba tan nerviosa que aquello era lo único que parecía distraerme. A parte de mi querido Buddie, que como siempre, se encontraba a mis pies con una expresión de felicidad ya característica en él.

— ¿Me veo bien? — Le pregunté.

Él ladró.

— Me tomaré eso como un sí.

Ya hasta hablaba con los perros, dentro de poco acabaría en un manicomio.

Eché un último vistazo a mi vestimenta. Se trataba de un vestido ajustado, de color carmín que llegaba hasta la mitad de mis muslos y que me hacía lucir realmente sofisticada. No era algo que me pondría un viernes común, pero sí aquel viernes.

El día de la graduación de Kilian.

Había momentos que me costaba creer que lleváramos un año y medio de relación. Es decir, es lo que quise desde un principio, pero hasta que no lo viví mi mente pareció no creer aceptarlo. Sin embargo, después de aquel tiempo a su lado, después de todos esos meses de plena felicidad, no había ni un ápice de duda en mí sobre nosotros.

Kilian siempre estuvo hecho para mí, y yo para él. Y eso es algo que todo el mundo podía apreciar.

Mis padres le adoraban, mucho más que antes, si eso era posible. Para mi padre poder dejarme a su cuidado cuando él tuvo que marcharse, fue un gran descanso. Tanto él como mi madre sabían que no podría estar en manos mejores, ni siquiera en las de Zev, quien estaba demasiado centrado en la rubia con la que estaba a punto de cumplir dos años.

Quien lo diría.

Él también se graduaba aquel día, por lo que para mí significaba doble celebración. Retoqué mi recogido una última vez, peinando un par de pelos rebeldes que salían de mi lado izquierdo y finalicé tomando el bolso que acompañaría mi conjunto. Mis tacones comenzaron a resonar por la soledad de mi salón cuando la puerta principal se abrió, dejando ver los cuerpos de mis padres ya preparados para el encuentro.

— Llevamos diez minutos esperándote en el coche. — Me regañó papá. — Ya pensábamos que te había pasado algo.

— Qué exagerados sois. — Rodé los ojos.

Los tres nos encaminamos de vuelta al coche, donde pasamos los siguientes minutos de camino a la universidad. Mis dedos nervios repiqueteaban el bolso como si aquello fuera a calmarme, pero no fue así. ¡Ni siquiera era mi graduación! ¿Por qué estaba tan nerviosa?

Cuando el vehículo entró en el aparcamiento, mágicamente mis nervios desaparecieron. En vez de eso, me encontré con unas ganas inmersas de buscar a Kilian y a mi hermano para poder verles. Ni siquiera me habían dejado ver sus trajes, decidieron ir a comprarlos juntos para que fuera una sorpresa. Sinceramente, me esperaba cualquier cosa. Hasta un traje de color rosa chillón para hacerse los graciosos.

Al bajar, la primera persona a la que vi fue a Daphne, acompañada de Scarlett. Ambas lucían vestidos muy diferentes. Mientras que el de la rubia se asimilaba al mío por la forma en la que se ajustaba a su cuerpo, Scarlett lucía una falda suelta que le daba un toque juvenil y divertido. Ellas parecían muy introducidas en su conversación, hasta que carraspeé para llamar su atención.

— ¡Noe! ¡Pero qué guapa! — Exclamó Daphne antes de abrazarme.

— Digna acompañante de Kilian. — Bromeó Scarlett.

Las tres reímos antes de adentrarnos en el espacio en el que se celebraría la graduación. Allí, cientos de estudiantes caminaban de un lado a otro luciendo su vestimenta de gala mientras que conversaban con sus seres queridos. Entre todo ese ajetreo, mis ojos divisaron dos cuerpos conocidos.

5 pasos para romper con un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora