Capítulo 24.- El baile.

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La noche del baile llegó. Y con ello, mi estado de ánimo decayó con creces. 

Se supone que debía mostrarme emocionada al igual que el resto de chicas que asistirían, deseosas por pasar una noche de ensueño con sus parejas. Pero yo, ni pareja real tenía. Por no mencionar el hecho de que se iría del baile con otra, en vez de conmigo. 

¿Podía ser más penoso? 

Eliminé los pensamientos negativos de mi mente rápidamente. Puede que la situación no fuera la mejor, pero al fin y al cabo, era una fiesta. Y yo nunca iba a una fiesta si no estaba dispuesta a disfrutarla al máximo. Así que decidí que era hora de dejar de lloriquear por el idiota de Kilian, y comenzar a centrarme en pasarlo lo mejor posible. 

El timbre de casa sonó justo cuando salí de la ducha. Aún con una simple toalla alrededor de mi cuerpo, asomé mi cabeza ligeramente por las escaleras para ver de quien se trataba. No me sorprendió ver a Doty hablando con mi madre, ya que habíamos quedado en que ella vendría a mi casa con el vestido para ayudarme a prepararme, pero si quedé anonadada ante la cantidad de estilistas que venían con ella. 

— ¡Noelle, querida! — Exclamó con entusiasmo al verme. — ¡Qué ganas tenía de esto! Espero que no os importe que haya traído a mi equipo de estilismo personal. — Esta vez se dirigió también a mis padres. — Son los que me preparan para cuando tengo un evento importante, y no he podido resistirme a que hicieran lo mismo con Noelle. 

— Al contrario, señora Miller. — Mi madre les hizo paso a todos. — Sois bienvenidos hasta el último de ustedes. Tienen mi casa a su completa disposición. 

— Ya sé de donde ha sacado esta muchachita sus modales. ¡Cómo se nota la buena educación! 

Ambas comenzaron a subir las escaleras entre elogios y risas mientras que mi padre se limitó a lanzarme una mirada divertida desde el sofá, antes de volver a centrarse en el periódico que leía. Yo aún no había asimilado que Doty había traído todo un equipo de estilismo solo para mí, cuando una de las integrantes me pidió amablemente que les acompañara a mi habitación. 

Una vez allí, me sentí un maniquí durante las siguientes horas. Ellos se encargaron de todo, desde colocar el vestido en mi cuerpo de manera que se ajustara perfectamente a él, hasta peinar mi cabello y maquillarme sin exceso. Al principio me opuse a lo del maquillaje por miedo a que mi rostro pareciera un cuadro, pero cuando vi el resultado final me pareció perfecto. 

Jamás me había sentido tan bien al mirarme frente a un espejo. Aquel vestido era simplemente una maravilla, elegante, atrevido y llamativo. Los largos guantes de color marfil me hacían sentir una aristócrata, y el recogido en mi cabello afianzaba esa imagen. En general, fue un gran empujón para mi autoestima, que en aquel momento estaba por las nubes. 

— ¿Se puede? 

Me giré en dirección a la puerta de mi habitación, de la que aparecieron mis padres junto a Doty. Tanto ella como mi madre abrieron la boca con asombro, elevando sus manos para tapar la "o" que habían formado con sus labios. Mi padre, por su parte, me miró con un brillo especial en sus ojos. Vale, iba a llorar y ni siquiera había salido de mi habitación aún. 

— Sabía que el vestido era ideal para ti, pero jamás podría haber imaginado que te quedaría tan bien. Parece hecho para ti, en vez de para mí. — Bromeó Doty con emoción. 

— Sin duda es el vestido más bonito que he visto. — Añadió mi madre. — Te ves divina, cariño. Toda una mujer. 

Sonreí antes de mirar a mi padre, quien parecía no poder hablar. 

— ¿Cuándo has crecido tanto? — Sollozó. 

— Oh, papá... 

Le abracé ante la mirada atenta de las dos mujeres que nos acompañaban. El besó mi frente y tomó aire profundamente. 

5 pasos para romper con un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora