Siempre había sido una chica de ideas claras, tanto, que ni siquiera llegaba a replantearme alguna. Dejaba que aquello que sentía tomara las riendas de mi vida, aunque pudiera acabar desarmada y a piezas.
Sin embargo, lo que ocurrió más tarde en el coche de Kilian y en la fiesta posterior hizo que por primera vez en mi corta vida dudara de lo que quería.
Y quién me diría que una duda traería tantas respuestas.
Hizo falta que Kilian diera un paso hacia mí para que la realidad volviera a despertar a mi mente. Sentía todas las miradas de la gente de alrededor en mi nuca, todo por él. De mis labios no surgió ni una sola palabra, solamente me limité a agarrar a Kilian del brazo y tirar de él hacia un lugar más alejado donde nadie pudiera escuchar nuestra conversación. Una vez allí le miré soltando toda la furia que sentía en el momento por los ojos.
-¿Se puede saber en qué estabas pensando?
-¿Así es como me agradeces que te acabe de salvar el pellejo?
Mi boca cayó abierta.
-¡Yo no te he pedido ayuda! -Grité en un susurro.
-Claro, tenías la situación muy controlada.- Ironizó. Sus labios se alzaron formando una sonrisa vacilante.- Si no llego a intervenir habrías acabado cenando los viernes en casa del entrenador Murphy. Todo porque no eres capaz de decirle que no.
-No tienes ni idea.- Me defendí.
-Sí, sí que la tengo.- Contraatacó. Su mirada caía dura sobre mí.- ¿Crees que eres a la primera chica a la que ese bicho raro acosa? ¿Crees que no sé que si Murphy llega a ver que le rechazas te impediría volver a correr? Esta universidad es pequeña y todo lo que ocurre acaba en boca de todos. No eres la primera chica de atletismo a la que Adam ha intentado conquistar, y a la que se le ocurrió rechazarle con el entrenador delante acabó dejando al equipo.
Sus palabras consiguieron despistarme. Creía que aquel caso que tanta controversia tuvo el año anterior no era muy conocido, pero me equivocaba. Todos parecían saber lo que el entrenador Murphy haría por su hijo.
-¿Por qué me has ayudado?
Mi pregunta definitivamente consiguió pillarlo desprevenido. Sus labios se apretaron en una fina línea mientras parecía buscar una buena respuesta o quizás la mejor manera de decirlo. Puede que nunca me hubiera molestado mucho en conocer a Kilian, pero lo poco que conocía de él lo hacía a la perfección, y sabía que su hospitalidad siempre venía con trampas.
-¡Miller! ¡Mueve tu maldito culo aquí de una vez!- Harry lo llamó desde el campo.
-Tengo que irme.- Se excusó.
-No voy a dejar que te libres.
-Lo sé.- Rodó los ojos con desesperación.- Hagamos una cosa, espérame al acabar el entrenamiento, y podremos hablar.
Las palabras se quedaron aglomeradas en mi lengua. No me dejó contestar, giró sobre sus talones para darme la espalda y corrió hacia el resto de sus compañeros.
En aquel momento mi primer instinto habría sido concentrarme en mejorar todas mis marcas para no pensar en la conversación posterior con Kilian, pero no podía apartar mi vista de él, como si algo en mi interior me avisara de que en cualquier momento encontraría la oportunidad de huir. Una de las muchas cosas que mi hermano y él tenían en común era la incapacidad de hacer frente a sus problemas, por lo que era inevitable que mi cuerpo estuviera en continua tensión. Además, siempre que dirigía mi visión hacia él, lo encontraba mirándome. Y no solo eso, sino que había algo raro en la forma en la que sus ojos me perseguían por la pista, como si intentara convencerse a sí mismo de sus pensamientos.
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5 pasos para romper con un chico
Ficção Adolescente¿Cómo evitar el dolor de un corazón roto? Guiada por la amarga y fría concepción que tenía del amor, Noelle Myers decide crear cinco pasos para romper con un chico intentando causarle el menor daño posible. ¿Cómo? Fácil. Para cuando llegues al quin...