Realmente Zev tenía razón conforme a lo imponentes que eran las propiedades de los Miller. Lo que para ellos era una casa de campo, resultó ser una vivienda más grande que la mía situada en la orilla de un grandioso lago. Y yo imaginándome una especie de cabaña acogedora en medio de un bosque. Casi me sentía estúpida.
Tuve que hacer un esfuerzo enorme para que mi mandíbula no cayera abierta cuando entramos en el lugar. No solo el interior era espléndido, sino que estaba rodeado de grandes cristaleras que mostraban unas vistas que lograron dejarme anonadada. Pero aún más abrumada me dejó el casto beso que Kilian depositó en mi cabeza cuando llegó a situarse detrás de mi cuerpo. Aún no estaba acostumbrada a aquellos gestos cariñosos por su parte, y estaba segura de que tardaría en hacerlo. Jamás me habría imaginado compartiendo una situación así con él, por lo que necesitaba tiempo para ordenar mi cabeza y emociones.
Giré sobre mis talones para poder posar mis ojos sobre su rostro. Él mantenía una expresión de euforia que no había retirado en todo el trayecto, aunque no comprendía a qué se debía.
— ¿Por qué estás tan contento?
— ¿Te molesta?
— Me sorprende, normalmente eres un gruñón.
— Y tú una mocosa insoportable y no te lo recuerdo cada minuto.
— ¿Ya empezamos? Mira que cojo mis cosas y me voy.
— Para eso tendrías que llegar a cogerlas. — Y dicho esto, alzó mis pertenencias sobre sus brazos a una altura a la que yo claramente, no alcanzaba.
— ¡No juegues con mi estatura!
— ¿Qué? Perdona, no hablo Minion.
Mi mandíbula cayó abierta a la vez que mi mirada se llenaba de una expresión de furia.
— ¿Sabes lo bueno de ser pequeña? — Él no contestó. — Que llego antes a las partes bajas.
Y dicho esto, alcé mi pierna hasta golpear su parte más sensible. Acto seguido Kilian soltó mi macuto para llevar sus manos hacia la zona dolorida, lo que me dio un margen de unos segundos para cogerlo y salir corriendo hacia algún lugar de la casa. Cabe recalcar que no tenía ni idea de cómo era, así que acabé perdida entre unos pasillos de la planta superior. Estúpidas mansiones de ricos, son como laberintos.
Pensé que sería una buena idea intentar volver por donde había venido para situarme mejor, pero cuando quise girarme para retroceder mi cuerpo se chocó contra algo duro. Más concretamente, el pecho de Kilian. Santo cielo, debía preguntarle a que gimnasio acudía. Eso no era músculo, era pura piedra.
— ¿Estabas intentando escapar en mi propia casa? No eres muy inteligente, Myers.
— Perdón, se me olvidaba que tenías una mente superdotada. — Ironicé.
— No es la mente lo que tengo superdotada.
Mente sana como una manzana.
— Creído. — Él dio un paso hacia mí, a lo que respondí retrocediendo. — ¿Es que quieres otra patada?
— Esta vez no vas a tener tanta suerte.
Dicho esto, se abalanzó sobre mí tan rápido que solo me pude limitar a agarrar mi macuto entre mis brazos con fuerza y lanzar un grito. De un momento a otro me vi en el suelo, con mis pertenencias a un lado y el cuerpo de Kilian sobre mí. Con sus grandes manos sujetaba mis brazos, así que intenté utilizar las piernas, lo que fue un gran error. Él logró agarrar ambas muñecas con solo una mano mientras que con la otra apretó uno de mis muslos con fuerza, logrando que me quedara inmóvil ante su tacto.
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5 pasos para romper con un chico
Teen Fiction¿Cómo evitar el dolor de un corazón roto? Guiada por la amarga y fría concepción que tenía del amor, Noelle Myers decide crear cinco pasos para romper con un chico intentando causarle el menor daño posible. ¿Cómo? Fácil. Para cuando llegues al quin...