Capítulo 25.- Golpes (de realidad).

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Mi dedo tembloroso se hundió en el timbre de los Miller. Cuando aquel sonido agudo inundó el interior de la casa, retrocedí un paso, asustada. No sabía si lo que estaba a punto de hacer era lo correcto, pero había tomado una decisión, y no iba a dar marcha atrás. 

Miré el vestido que caía sobre mis antebrazos, recordando aún con dolor la noche anterior. No me sentía tan vulnerable desde hacía tantos años que apenas recordaba como era aquel sentimiento. Supongo que eso es lo que ocurre cuando permites que alguien entre en tu vida y rompa todos tus esquemas. Yo le dí el poder a Kilian de arrebatar mi estabilidad emocional, y el acabó utilizándolo en mi contra. 

En fin, siempre pensé que si algo podía salir mal, saldría mal. 

Una sirvienta abrió la puerta principal, apartándose para darme paso en el momento en el que me vio. Me anunció que Kilian no se encontraba en casa, pero eso ya lo sabía yo. Me había cerciorado con anterioridad de que no estaría allí, para así poder cumplir mi cometido.

Contarle toda la verdad a Doty. 

— ¿Puedes avisar a Doty de que estoy aquí? — Le pregunté a la mujer. 

— Enseguida. 

Mientras ella iba en su busca, recorrí la casa de los Miller con mis ojos una vez más. Una parte de mí sabía que posiblemente, aquella sería la última vez que la visitaría. Y aquello me entristeció más de lo que me permitiría admitir. Pero aquel sentimiento asfixiante desapareció en cuanto el sonido de unos tacones captó toda mi atención. 

— ¡Noelle! — Doty abrió sus brazos para recibirme. — ¡Qué alegría verte! Pero no te esperaba hoy aquí. Pensé que estarías recuperándote de la resaca de anoche. — Bromeó. 

Sí, de la resaca emocional. 

— No podía quedarme en casa aún teniendo el vestido. — Comenté sin emoción. — He venido a devolvértelo. 

Doty alzó una de sus cejas. 

— ¿Esperas que me crea que has venido solo a traerme el vestido? 

Tragué saliva cuando se acercó para apartar la tela de mis brazos y colocarla sobre uno de los sofás. Acto seguido, su mano atrapó la mía en un movimiento rápido que me hizo seguirla hasta la planta de arriba, donde nos encerró a ambas en su habitación. Se aseguró de echar el pestillo interior para que nadie nos molestara, y después tomó asiento al filo de su cama, palmeando la superficie de esta para invitarme a sentarme a su lado. 

— ¿Qué ha pasado? 

— Qué no ha pasado, diría yo. — Negué con la cabeza. — Doty en realidad venía porque necesito contarte algo. 

— Pues aquí estoy, dispuesta a escucharlo. 

Sentí una presión enorme en el pecho cuando comencé a divagar entre las posibles formas de confesar la mentira en la que formé parte. No pensé que sería capaz de fallarle a Kilian después de todo, pero la imagen de él subiendo las escaleras del baile golpeaba mi mente con dureza. Tenía demasiados problemas atormentándome, así que necesitaba deshacerme de uno, por el bien de mi salud mental. 

— No sé por dónde empezar. — Confesé. — Ni siquiera sé cómo decirlo. 

— Noelle, ¿es que Kilian te ha hecho algo? 

— No... o bueno, sí... no lo sé yo... — Mi voz se quebró. — Es todo tan... complicado. 

— Bien. — Ella tomó mis manos con dulzura. — Sea lo que sea lo que tengas que contarme, quiero que sepas que puedes hacerlo con tranquilidad. No te voy a juzgar, Noelle. No después de haberte conocido y ver cómo eres. 

5 pasos para romper con un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora