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Narrador omnisciente.

Ahí estaban dos de los elegidos en una celda, empujando con su cuerpo los barrotes para intentar a escapar. A lo lejos se escuchaban a gritos de dolor y de auxilio, ellos estaban seguros que aquellos eran del menor.

Mingi no soportaba el hecho de que Wooyoung estuviera sufriendo por protegerlos a ellos, y él solo lo a tratado mal desde que se toparon. Si le ocurria algo al menor, jamás se lo perdonaría.

–¡Joder! ¡Con esto no se puede!.– Seonghwa golpeó los barrotes, frustrado por no lograr ningún cambio en estos.

–Lo siento, hyung.–dijo Mingi, con su pómulo y otras partes de su cara moradas por los golpes que le propinó el mayor.

–Lo sé, pero no soy yo a quien le debes diculpas.

–Creo que ya ni querrá escuchar mi nombre.–dijo desanimado el menor–Lo he tratado muy mal.

–Tranquilo.–palmeó el hombro contrario con una sonrisa–Él no te escuchará a menos que no salgamos de aquí. Y es mejor intentarlo a quedarte con las ganas de hacerlo.

Por las pocas veces que han hablado de su pasado y las anécdotas de antes de conocerse, Mingi diría que Seonghwa a cambiado, y para bien. Sabe que podría contar con él en varias ocasiones, para solo tener una charla o pedirle consejos de que decisión tomar.

Después de esa pequeña charla comenzaron a empujar y a forzar nuevamente las rejas que los tenían encerrados.

Mientras tanto, no muy lejos de ellos se encontraba el peligris, junto con algunos compañeros gorfes del lugar, haciendo experimentos y extrayendo su poder.

Wooyoung gritaba desgarrando su garganta, ardía y dolia a más no poder, tenia una pizca de esperanza a que ocurriera algo y todo parara. Recostado en una cama de agujas enterándose en su piel y sus manos atadas a los costados. Tenia cables dentro de su cuerpo, provocando descargas dolorosas a todo su cuerpo. Sin contar que le hacían cortes demasiados grandes con un cuchillo.

Apenas sentía que podía abrir los ojos de tanta sangre que ha perdido, en cualquier momento pierde la conciencia o quizás la vida.–¡Para!. ¡Por favor, Kai!.

Rogaba Wooyoung con sus ojos hinchados de tanto llorar, quería que Kai diera la orden de detener todo. En cambio este solo lo miraba de lejos con una mirada neutral, sin afectarle lo que esté sufriendo su compañero de cama.

–¡Mierda, Jackson!.–el nombrado enterraba cada vez más profundo su cuchillo en el estómago del menor.

–Por haberme quemado la mano, imbecil.–sacó su cuchillo y lo iba a clavar una vez más, pero esta vez en su pecho.

–¡Detente!.–ordenó Kai, haciendo que Jackson temblara, y parara su acción antes de que tocara la piel del menor–Apaga eso, Heechul.

El nombrado corrió a jalar la palanca que le daba descargas electricas al menor. Vio como el líder de los gorfes se acercaba al chico con el que comparte sus días en ese lugar, a quien ya no lo ve como un desconocido, si no como un amigo y hasta diría que a veces lo trata como a un hijo.

–Kai...p-por..fa-favor.–pedía Wooyoung entre sollozos.

–¿Cuánto llevamos, Yugyeom?.– preguntó el peliazul ignorando la petición del menor, tocando con la yema de sus dedos el pecho dañado y desnudo de Wooyoung.

Los Elegidos {Ateez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora