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Yunho.

Ya estamos en camino a casa de Mingi, algo exhaustos, pero bien. Todo lo de la pelea con el chico arándano acabó cuando Matthew apareció. Ese tal Soobin no dejaba de disculparse por los problemas que causó su hermano.

–¿A dónde crees que San se llevó a Woo?.–preguntó Jongho tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.

–No lo sé, pero creo que no le hará nada.– respondí recordando un poco la actitud de San–Puede verse muy mujeriego, pero creo que le gustan las mujeres.–ya estábamos afuera de la casa de Mingi.

Iba abrir la puerta pero tengo un mal presentimiento, además estoy seguro que escuché cosas adentro de la casa, pero son unos sonidos extraños.

–¿Yunho?.–llamó Jongho–¿Sucede algo?.

Si, sucede algo pero no estoy seguro si mis sospechas son ciertas y no me voy arriesgar a que salgas lastimado. Abro la puerta echando un poco hacia atrás a Jongho para que no vea nada, y fue una de las mejores opciones que he tomado en mi vida.

Resulta, que el poste llamado Mingi estaba entre las piernas del minion llamado Hongjoong, arriba del comedor besándose y sin ropa.

Yo solo quería pensar que lo que tuviera Hong en su cara fuera leche y no otra cosa. De la nada comenzó a gemir mientras Mingi movia sus caderas, esos eran los sonidos que se escuchaban desde afuera.

Lo bueno es que los dos notaron mi presencia y se avergonzaron Decidí cerrar la puerta para que se arreglaran o lo que sea que quieran hacer, podrían continuar en su cuarto.

–¿Qué pasa, Yunho?.–otra vez mi manzanita–¿No entraremos?.

–Si, solo que...–no le puedo decir que Hong y el idiota de Mingi tenían sexo en la mesa donde comeremos–Oh, mira Hwa y Yeo.

Gracias por haber llegado a tiempo pareja tóxica.

–¿Hyungs, en dónde estaban?.– pregunté esperando evitar el tema de entrar a la casa –Si están juntos es porque arreglaron las cosas, ¿no?.

–Estábamos donde mi suegri y mis cuñis–habló Yeo más que feliz que por cierto era muy tierna su sonrisa–Hwa, me presentó a ellos como su novio y me aceptaron.

–¿Cómo no?, si eres un bello, Ángel.–dijo Hwa dándole besos por toda la cara a su novio.

–¡Puaj!, alto me va a dar diabetes.– reí ante lo dicho por mi novio.

–Aah, pero cuando yo hago eso contigo pides cada vez más.–me gusta molestarlo.

En eso la puerta de la casa es abierta por el mayor, pero pequeño en estatura. Estaba rojo y sudoroso y por lo menos ya no tenía leche en su cara.

–¿No van a pasar?–preguntó, todos asintieron pasando antes que yo.– Olvida lo que viste, si no te haré un Yunho a la plancha.

Asentí y me adentre lo más rápido a la casa yendo al sofá con mi manzanita. Él me protegerá o eso espero.

Hablamos de nuestro día, aún faltando Wooyoung y San, ¿en dónde estarán?. Ya se está yendo el sol, tal vez fueron muy lejos y no saben volver, bueno por como es de despistado San no me sorprendería.

Pero ahí llegaron, azotando la puerta llamando nuestra atención. San con la respiración agitada al igual que Wooyoung, solo que este último estaba un poco más rojo que el otro. Parecían haber corrido un maratón.

San se recuperó tomando agua que él mismo creo sacando de sus manos, dándole también al menor que estaba a su lado, pero lo rechazó, también pensó que sería un poco raro, todo bajo nuestra atenta mirada.

Los Elegidos {Ateez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora