XXIII

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POV HUGO

La miró, sus labios entreabiertos, sus pestañas largas, su respiración profunda, empiezo a bajar la mirada, su mandíbula fina, su cuello de seda, sigo bajando su piel morena sin ninguna imperfección, mi mano le hace pequeñas caricias en su cintura, parece tan pequeña, parece de seda. Y tengo miedo de tocarla y que se rompa, tengo miedo de estar viendo un espejismo, un niño de 23 años, junto una mujer de 28, una mujer tierna, una mujer fuerte, una mujer sincera, una mujer poderosa y una mujer que tiene a todo el mundo a sus pies con tan solo una mirada. Pienso en ayer, cuando le dije que la quería, ella tan solo me beso, no me dijo esas dos palabras que quería oír de su boca, pero si que me demostró que me quería, y este era el problema de enamorarte de una persona cerrada con sus sentimientos, que no sabes cuando se alzará el muro, no sabes cuanto tiempo te queda para disfrutar de su castillo, no sabes si todo es un espejismo o una fantasía. Porque sí, estoy viviendo una fantasía, de todos los peces que hay en el mar ella me ha escogido a mi, ha escogido a un niño, un niño que es un huracán, y ella ha conseguido estabilizar a ese huracán, ya no quiero beber todos el día, no quiero salir de fiesta todos los días, tan solo quiero vivir con calma y al 100%. ¿Eso es imposible? A su lado no lo es.

Hace un pequeño ruido, y se que se está empezando a despertar, mis caricias siguen en su cintura, y ella con los ojos cerrados sonríe, no quiero saber por que sonríe, tan solo se que lo está haciendo. Abre los ojos y me mira, con sus ojos negros, intentó encontrar sus pupilas pero es imposible, me pasaría días buscándolas tan solo para saber un poco más de ella, quiero saber cada detalle de su vida y quiero estar en su vida. Su mano se posa en mi mejilla, y su pulgar recorre mi labio inferior, mi cuerpo reacciona, el bello se me eriza, ahora pasa sus caricias a mi cuello, ese lugar donde no me gusta que me toquen pero cuando lo hace ella es mi lugar favorito. Se acerca poco a poco, baja su mano del cuello a mi pecho desnudo y lo acaricia lentamente, aún no nos hemos dicho nada, pero con tenerla a mi lado me basta, esta vez me acerco yo y ella sonríe ante mi acción.

- Buenos días -dice pasando su mano por todo mis abdominales, carraspeo ante los nervios que me provoca su tacto

- Buenos días -le doy un beso lento, ella lo recibe gustosamente y me lo devuelve, me giro, provocando que su cuerpo quede tumbado encima del mío.

- ¿Has dormido bien? -y ahí está lo que decía, siempre preguntando por los demás, con tan solo una pregunta me enamora más

- ¿Tu? -quiero que ella sea el pilar de la conversación

- Perfectamente -sonríe ante mi pregunta- Hugo -la miro con admiración- gracias

- ¿Por qué?

- Por venir -y nos volvemos a besar

***

Voy andando hacia el restaurante donde habíamos quedado con la familia de Anaju, habíamos decidido ella y yo vernos directamente en el restaurante más que nada porque me tenía que cambiar de ropa. Miró mi móvil y veo que estoy en la ubicación, un restaurante clásico, de buen prestigio, pero tampoco caro, un buen lugar para comer en familia. Los veo por la ventana dentro y me maldigo por no haber llegado antes, tendría que haberme dado más prisa, si Anaju es puntual sus padres lo debían de ser más. Entro y cuando me dirijo hacia la mesa, me ven los tres menos Anaju que está de espaldas a mi.

- Buenos días -le doy la mano al padre- lo siento por no llegar antes

- Hemos sido nosotros que nos hemos adelantado de la hora acordada -me dijo él y ahí me quedé más tranquilo

- ¿Habéis ido a dar una vuelta por la zona? -volví a preguntar para entablar un tema de conversación, mientras terminé de saludar a Teresa y a Cristina, me fui a sentar a mi sitio al lado de Anaju y le besé en la mejilla, vi como su madre reía a su hija y ella hacia lo mismo.

- No, teníamos mucho sueño y hemos decidido ir después de comer -dijo su madre- ¿Vendrás?

- Claro, me encantaría -nos pasamos la comida hablando sobre cosas sin importancia hasta que llegó un tema un poco complicado para mi

- ¿Y tus padres, Hugo? -me dijo Ignacio- ¿Algún día los podremos conocer?

- Bueno -me rasqué la nuca y no fui capaz de mirar a Anaju- mi madre sí, se llama Ana, os va a encantar, es la mujer de mi vida -vi como Teresa sonreía- y mi padre -volví a carraspear- falleció cuando tenía 6 años -se puso un silencio en la mesa, pero yo hice una pequeña sonrisa para que no se sintieran mal- pero no pasa nada, mi madre con 30 años se quedó viuda y consiguió salir adelante con dos hijos uno de 1 año y otro de 6. Ella es una superheroina.

- Lo siento no sabía -dijo su padre

- Por favor no sabíais nada, ni siquiera Anaju -la miré y la vi con preocupación- no os preocupéis en serio

- Tu madre ha criado a todo un hombre, debe de estar muy orgullosa de ti -dijo Teresa

- Igual que tu lo debes de estar de las dos mujeres que habéis criado -y esa fue mi vía de escape

Seguimos la conversación, pero hacia una más alegre, noté como Anaju ponía su mano encima de mi pierna y me acarició, me lo tomé como una señal de apoyo y de lo siento, yo tan solo puse mi mano encima y entrelacé mis dedos con los suyos.





Primero quiero decir que he escrito lo del padre de Hugo con todo mis respetos, es un tema un poco complicado de tratar y lo he escrito con la mayor precaución posible. Todos mis respetos a Hugo y a su familia en todos los sentidos y espero que no moleste a nadie.

Limón y Sal // AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora