XXXIII

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Vino

Palomitas

Ahora mismo son mi única compañía, suena música de fondo, acústica, tranquila, lo que necesita mi mente, tranquilidad.

Las 21:00 de la noche

No hay nadie en casa, tan solo me acompaña una luz tenue, y mis instrumentos de trabajo, esta noche es para trabajar en el proyecto de Hugo.

Bebo otra vez vino, intento esconder su recuerdo de ayer, intento olvidar nuestro encuentro.

Vuelvo a beber

Él ya no es nadie, él no puede ser nadie, él se fue, pero él ha vuelto

Otro sorbo

Respiro, vuelvo a pensar en él.

Suspiro, me odio por pensar en él.

El timbre suena, dejo la copa de vino encima de la isla de la cocina junto al ordenador i el Ipad, las 21:00 de la noche; y alguien viene a mi casa, no he quedado con nadie, pero alguien ha decidido venir.

Abro la puerta y al ver quien hay la cierro enseguida

Vuelven a tocar al timbre

- Anaju abre por favor -su voz está en el otro lado de la puerta

- Vete -apoyo mi frente en la puerta que no separa

- No -vuelve a tocar- ábreme

- Que te vayas

- No quiero -vuelve a tocar

- Joder, ¿Me puedes hacer caso una vez en tu vida?

- Ya sabes que el hacer caso y yo no nos llevamos muy bien -se que está sonriendo, no lo veo pero se que está sonriendo

- Joder -susurró mientras abro la puerta- ¿Qué quieres?

- Verte -me cruzo de brazos- voy en serio, hace 6 años que no hablamos -cierro los ojos y suspiro- tan solo por los viejos tiempos -sonríe mientras enseña una pizza y una botella de vino

- Te has vuelto viejo -se queda sorprendido ante mi respuesta sin saber a que viene eso- hace unos años habrías traído cerveza en vez de vino -él sonrió ante mi referencia a nuestro pasado

- He cambiado -se encogió de hombros- pero soy como el vino, cuantos más años más bueno -me coqueteó

- Y como no, vuelves a ser el Hugo de siempre -me reí

- ¿Y tú? -hizo una pausa- ¿Eres la Anaju de siempre?

- Esa Anaju desapareció -hubo un silencio

- ¿Y que te parece si la buscamos? -levantó la pizza y yo miré hacia dentro de mi casa, sabiendo que si lo dejaba entrar sería un error del que me arrepentiría siempre

- Hugo -suspiré- tengo que trabajar en tu publicidad -me cortó

- Te ayudo -no se lo pensó dos veces- te ayudé una vez y fue un éxito, te puedo ayudar una segunda vez -alzó las cejas mientras yo hacia un repaso mental de lo que podías salir bien y de lo que podía salir mal, el problema es que todo eran contras

- Hugo no creo que sea una buena idea

- Anaju te juro que vengo como amigo -su mirada era sincera- tan solo seremos dos viejos amigos trabajando

- Venga entra -y él no dudó en entrar antes de que cambiara de opinión

Se quedó mirando mi piso, era grande, lujoso, elegante, diferente a mi primer apartamento alquilado, dejó la americana en el sofá y nos fuimos a la cocina donde trabajaríamos.

- Veo que estos últimos 6 años te han ido bien -dijo mientras miraba mi piso

- No me puedo quejar -le preparé una copa de vino tinto

- ¿Tienes pareja? -se sentó en el taburete de delante mi ordenador

- ¿Un poco directo no crees? -le pasé la copa

- Somos amigos ¿No? -volví a mi sitio

- No tengo pareja -nos callamos- tuve algo pero fue pequeño -bebí un sorbo, y tan pequeño que tuve hasta un hijo dije en mi mente

Nos pasamos dos horas trabajando, haciendo diferentes bocetos, borrando y dibujando así miles de veces, buscando la perfección, aspirando a la excelencia. La botella de vino se fue terminando y la pizza también, pero lo peor de todo es que los remordimientos se escondieron y volvimos a ser esos dos jóvenes que se conocieron hace 6 años. El sofá pasó a ser nuestro acompañante, sus brazo se estiraba hacia mi por el cabezal y mi codo se apoyaba en el respaldó para aguantar mi cabeza con la mano. Tan solo había medio metro de distancia, las risas y los recuerdos decidieron salir, así como también las tensiones se terminaron.

- ¿Perdona? -me hice la ofendida- el que no sabía disimular de los dos aquí eras tú

- Eso no es verdad -se defendió

- Que mentiroso -nos reímos

- Pon un solo ejemplo -hizo el signo de uno con la mano

- Cuando cantaste en Córdova, que nos fuimos a tu casa y dormimos juntos, la noche que te enamoraste de mi -abrió la poca sorprendido y yo me reí

- La que se enamoró esa noche fuiste tu

- Eso no es verdad, y lo sabes -las risas no dejaban de hacer acto de presencia- entonces la mañana siguiente cuando te levantaste tarde, tu super convencido delante de toda la mesa -exageré con mis brazos- decidiste darme un beso y abrazo de buenos días -fue a replicar- cuando en ningún momento nadie nos había visto darnos muestras de cariño tan a la ligera

- Pero eso me salió solo -se intentó excusar

- Pero lo hiciste


01:00 de la mañana, nos quedamos en silencio después de estar horas riendo, nos quedamos mirándonos, en un silencio cómodo donde tan solo se oye música de ambiente de fondo.

- Lo echo de menos -dijo rompiendo el momento- echo de menos estar así contigo

- Cuando empezamos el juego nadie nos contó que echar de menos es el precio que tienen los buenos momentos -nuestros ojos estaban en una guerra, ninguno de los dos era capaz de apartar la mirada, mejor dicho ninguna de los la quería apartar

Se levantó y me tendió la mano

- ¿Aún bailas? -le cogí la mano

Me llevó hasta el centro de la sala que estaba despejada y esa canción sonaba lentamente, acercó nuestros cuerpos, una de sus manos reposaban en mi cintura mientras la otra tenía mi mano cogida, nuestras manos entrelazadas descansaban en su pecho mientras nos mirábamos a los ojos. Pero tuve que esconder mi cara en su pecho, respiré su olor, y ahí encontré entre sus brazos; la calma que tanto tiempo había añorado.

Su respiración la podía notar en mi oreja y eso hacia que mi piel se erizara, el costado de su cara rozó un lado de la mía hasta llegar a tener las narices rozándose lentamente. Ninguno de los dos tenía los ojos abiertos, tan solo disfrutábamos de la piel del otro, el vino había conseguido quitar el miedo y hacer lo que los dos deseábamos sin sobrepasar el límite.

Baila conmigo en el borde, que no sé bailar
Na no ya no sé nada
Si cada uno mira por lo suyo, dime quien se salva
Tú buscando mi locura, yo tu calma, ma
Necesitó medicina para el alma
Antes de que asome el alba
Dámelo antes de que asome el amba

Cantó flojito en mi oído, yo tan solo cerré los ojos para disfrutar de su voz, tan solo me deje llevar, después de 6 años me iba a permitir un capricho. Pero todo tiene su fin y la canción terminó, decidí mirarlo a los ojos y en ese mismo instante super que volvía a estar perdida.

Nuestras frentes se juntaron y nuestros ojos se cerraron, pero yo tan solo después de oír la canción fui capaz de hacer una simple pregunta

- ¿Quién le contó nuestra historia a esa canción?

* La canción es "Llórame (Acústico) de Zetazen"

Limón y Sal // AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora