ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 21

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Ikki, Shun y yo llegamos a lugar donde se encontraba Hilda junto con el último dios guerrero

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Ikki, Shun y yo llegamos a lugar donde se encontraba Hilda junto con el último dios guerrero. Los hermanos, fueron a ayudar a nuestros amigos que estaban teniendo dificultades en la pelea contra Siegfried, espero que entre todos puedan vencerlo.

Mientras tanto, yo tengo que distraer a Hilda antes de que se le ocurra intervenir en la pelea. Con su cosmo rodeado por el poder del anillo, era más poderosa que los demás. Hilda se encontraba sentada en el trono del palacio con su lanza en mano.

—¡Atenea! Que alegría verte. —sonreía de manera maliciosa. —Muy pronto tus caballeros serán vencidos y tú te unirás a ellos cuando mueras.

—Te estás adelantando demasiado Hilda, no conoces a los caballeros, ellos no perderán. —respondo. —Las cosas no saldrán como tú piensas, creo que eso tú misma ya lo sabes y por eso puedo sentir tu temor de lejos. —la señalo y ella aprieta las manos apoyadas en el trono. —Será mejor que te detengas esto a menos que quieras perder al último dios guerrero que te queda.

Ambas nos miramos por unos instantes hasta que Hilda se pone de pie, pero en ese momento una voz desconocida interviene.

—Señorita Hilda. —miré a todas partes, pero no había nadie. —No debería temer a las palabras de Atenea.

—¿Quién eres? —pregunta Hilda.

—Soy el sirviente de la persona que le dio el poder del anillo del Nibelungo. —respondió el hombre que aún no aparecía. —¿Ahora entiendes que soy verdad?

Miro a Hilda y pude notar como se ponía tensa ante las palabras de ese hombre, su miedo aumentó y observó el anillo que traía puesto. De pronto, comenzó a sonar una melodía tranquila y hermosa, pero a la vez con un peligro escondía. De entre las rocas, apareció un hombre con armadura, era él quien tocaba esa melodía.

—Permítanme presentarme. —hizo una reverencia. —Yo soy Sorrento de sirena y soy el siervo de Poseidón, señor de los mares.

Al escuchar el nombre de Poseidón, un leve escalofrió me recorrió, mis ojos estaban más abiertos que antes y el miedo me había invadido tan solo unos instantes. Esa debe ser la razón por la que los glaciares se derrumbaban a pesar de que mi cosmo estaba evitando que pasara eso, al ser el emperador de los mares, es su territorio y yo estoy en desventaja.

—Así que Poseidón estaba detrás de esto. —digo mientras negaba ante las acciones del dios de los mares. —Es muy cobarde de su parte haber utilizado a Hilda para hacer el trabajo sucio.

—Al mi señor no le interesan tus ataques, menos lo que digas Atenea. —responde Sorrento. —Desde que llegaron aquí, has estado peleando contra el poder de Poseidón, pero todos tus esfuerzos han sido en vano, perderás y la Tierra será de él tal y como lo tenía planeado. —ríe mientras se acerca. —Deberías entender lo que hace Poseidón, él solo quiere crear un mundo mejor sin la maldad de los humanos, tú quien creciste entre ellos conoces las cosas malas que son capaces de hacer.

𝔈𝔩 𝔫𝔲𝔢𝔳𝔬 𝔬𝔯𝔡𝔢𝔫 𝔡𝔢 𝔄𝔱𝔢𝔫𝔢𝔞 ▬ 𝔖𝔞𝔦𝔫𝔱 𝔖𝔢𝔦𝔶𝔞 #𝟸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora