ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 65

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El tiempo pasó rápido y casi se cumplía un año de la guerra contra Hades

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El tiempo pasó rápido y casi se cumplía un año de la guerra contra Hades. Me había dedicado a estudiar y también a ocuparme de la Fundación como debía ser, obviamente no podía dejar mis labores en el Santuario.

Pero todo era diferente, Akiyama desapareció y era como si una parte de mí se hubiera ido con él, después de todo éramos hermanos. Extraño cuando él venía a apoyarme en la Fundación o bromeaba conmigo, pero ahora no sabía dónde estaba, había dejado todas sus pertenencias y eso solo me preocupaba más ya que quien sabe dónde se encuentre. Me pregunto si comerá o y estará en un lugar seguro. El destino nos tomó por sorpresa, Akiyama resultaba ser la reencarnación del hermano menor de Atenea, o sea el mío, pero en esta era las cosas fueron diferentes ya que ahora él resulta ser mayor que yo.

El Santuario se sentía diferente, los caballeros dorados ya no estaban y aún no me acostumbraba al ver las casas vacías y aún estábamos reparando los daños que dejó la guerra. No podía evitar llorar a veces en las noches recordando lo que pasó, pero recibía el apoyo de mis amigos quienes después de la guerra fueron a visitar a sus seres queridos.

Pero gracias a su sacrificio podemos estar en paz.

Era cierto que cuando los dioses morían, los reinos que crearon se destruían así que después de la batalla contra Hades, tuve que mantener el Inframundo en orden conservando la espada de Hades que tenía parte de su cosmos y también tenía que usar el mío. No quería que los muertos se escapen del Inframundo y estén andando por aquí, ya me imagino a Ichi viendo a los muertos vivientes.

Lastimosamente, no puedo revivir a nadie por más que quisiera hacerlo.

Miro alrededor de la casa de Aries y paso por esta para continuar a la casa de Tauro, era extraño no ver a nadie custodiando las doce casas. Por cada lugar que pasaba, me imaginaba a los caballeros dorados ahí saludando. Llegué a la casa de Sagitario y me acerqué a la frase que Aioros había escrito, no pude evitar que las lágrimas salgan de mis ojos, todo empezó aquí.

—Espero que estén bien. —susurro y toco la pared donde estaba la frase. —Rezo todos los días para que tengan el descanso que merecen.

Camino hasta la casa de Capricornio y ahí estaba la estatua que adornaba todo el lugar, aquella vez Atenea entregó la espada Excálibur al mejor caballero y más leal en ese entonces. No conocía mucho a Shura de Capricornio, pero Saga mencionó que perdió la esperanza en la humanidad, al menos en su últimos momentos se arrepintió de todo sus actos.

Los caballeros dorados que sobrevivieron fueron amables conmigo, me ayudaron a conocer más el Santuario y así como sus costumbres. La visita al pueblo con Aioria, Mu me explicaba las reglas que debía saber, tuve que intentar bromear con Milo para sacarlo de esa seriedad que a veces mostraba, Shaka me en el Inframundo y Aldebarán se mostraba entusiasmado en pelar otra vez con los caballeros de bronce.

Alcé la mirada hacia la cabeza de la estatua de Atenea, aquella imagen mostraba la fortaleza de este Santuario.

Me pregunto qué estarán haciendo Seiya, Shiryu, Hyoga, Ikki y Shun. Como no ha habido alguna señal de peligro les dije que podían irse sin tener alguna preocupación.

𝔈𝔩 𝔫𝔲𝔢𝔳𝔬 𝔬𝔯𝔡𝔢𝔫 𝔡𝔢 𝔄𝔱𝔢𝔫𝔢𝔞 ▬ 𝔖𝔞𝔦𝔫𝔱 𝔖𝔢𝔦𝔶𝔞 #𝟸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora