Creía que sería fácil llevar a cabo mis funciones como protectora de la Tierra. Pero los enemigos de Atenea reviven una vez más para llevar a cabo sus malvados planes y someter a la humanidad a un mundo lleno de de dolor y oscuridad.
Empiezan las ba...
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A pesar de no poder estar despierta del todo, había cantado por medio de mi cosmos. Fue algo impresionante y la sensación fue maravillosa. Aquel recuerdo con mi hermana Artemisa cuando me propuso cantar aquella canción que me hacía recordar a mi madre biológica por así decirlo. Gracias a ello, pude dar esperanza a mis amigos como señal de que aún sigo con vida. Hace poco sentí el cosmos de la armadura dorada de Sagitario. A pesar de todo, Aioros seguían ayudándonos, pero eso no me tranquiliza, pues Poseidón era un dios muy poderoso y ni la armadura más poderosa podría con él.
La única persona que puede acabar con él soy yo, sobre todo ahora que poco a poco el dios de los mares toma posesión del cuerpo de Julián, se haría cada vez más poderoso. Podía sentir su cosmos y el enojo. Espero que los caballeros dorados lleguen pronto hasta mis amigos para darles apoyo, si no podrían morir a manos de Poseidón.
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—Seiya, no eres nada contra un dios. —dijo Poseidón después de haberlo atacado nuevamente de la misma forma. —Aún puedes irte Seiya, te estoy dando una última oportunidad de salir de aquí con vida, llévate a tus amigos también.
—No puedo morir hasta que haya salvado a Atenea. —sacó el arco y una flecha apuntando al pecho de Poseidón. —Esta es la última flecha Poseidón, apártate de mi camino o esta flecha te perforará, te lo advierto.
—Lo has olvidado... Todos tus golpes regresan a ti Pegaso, de esa forma, la flecha regresará como antes. Si no te importa tu vida, puedes disparar.
Al escuchar las palabras de Poseidón, Seiya dudaba en disparar la flecha. Sabía que lo que decía el dios era cierto, todos sus ataques hasta ahora habían regresado a él mismo, ninguno pudo hacerle daño a Poseidón. Pero a pesar de eso también debía salvar a Atenea porque su cosmos estaba a punto de desaparecer. Estaba a punto de disparar hasta que escuchó las advertencias de sus amigos.
—¿Por qué no disparas? Puedo garantizar que la flecha atravesará tu pecho.
—¡Vida o muerte Poseidón! —Seiya no dudó más y disparó la flecha.
Cuando la flecha estaba por llegar a Poseidón, esta se detuvo y giró en dirección contraria hacia Seiya clavándose en su pecho, pero a pesar de eso, Seiya pudo ponerse de pie de nuevo.
—Ya veo, gracias a la armadura dorada que llevas puesta, la flecha no llegó a tu corazón. En verdad tienes mucha suerte Seiya, ¿para qué sigues en pie? ¿Qué puedes hacer ya? Acabas de ver que ni el más poderoso ataque podrá contra mí.
Seiya se quitó la flecha de su pecho y con el arco apuntó de nuevo a Poseidón.
—¡No Seiya! —gritó Shaina.
—Te lo advierto, en esta ocasión la flecha golpeará el espacio entre la armadura y perforará tu corazón sin duda alguna. —advirtió Poseidón.
