16.

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Alexa.

     Son las seis de la mañana. Despierto con unas ganas horribles de orinar, probablemente porque no me he movido de la cama en toda la noche. Me la pasé dormida junto a Joe y Dak. Obviamente con ella en el medio y Joe del otro lado, pero me fue suficiente para dormir como nunca.

     De todas maneras, a pesar de que fue una de mis noches favoritas en las que mis padres no me han molestado al haberse enterado que Joe se quedaría en mi habitación y que he dormido junto a dos personas hermosas, no me siento bien. No tengo malestar físico, sino emocional. Lo de ayer fue muy fuerte y debo admitirlo, estoy un poco decepcionada y al mismo tiempo, preocupada.

     No sé que será nuestra vida a partir de ahora. No sé qué hará Teo para salir de esto o si directamente no quiere ayuda. Las reacciones que tuvo últimamente fueron de desespero, no creo que esté en esto desde hace poco tiempo, realmente se veía muy afectado por lo que pasó.

     Lavo mis manos y cara con agua fría. Es la única manera que tengo para despertarme y bajar un poco la hinchazón de mis ojos. No hay un solo ruido en la casa... cosa que no siempre pasa. Normalmente a esta hora se sienten las alarmas de los celulares, mi padre se levanta temprano y nos hace el desayuno.

     Realmente la cosa no pinta nada bien.

     Parada en el marco de la puerta, miro la escena. Joe está abrazando a Dak. Nunca la vi dormir tan a gusto con alguien que no sea yo, ni con mi hermano o con mis padres.

     Giro la cabeza hacia la izquierda y veo a mi madre detrás de mí. Está mirando lo mismo que yo, pero con expresión de tristeza. Es imposible de ocultar. Ni cuando yo quedé embarazada tenía esta expresión tan... mal.

—No sabía que estabas aquí —habla en susurro. Es la primera vez que ve a Joe y no me habla con signo de desconfianza o con ganas de discutir. Creo que ante la situación de Teo no tiene ganas de seguir sumando problemas a su vida. Tampoco yo.

—Se ha quedado conmigo. —Volteo la vista a él—. No me ha dejado sola en ningún momento.

     Me siento orgullosa de mis palabras.

—Ya veo. —Sube su mano a mi hombro—. Vamos, deja que sigan durmiendo.

     No era un buen momento para presentar a Joe dentro de la casa, mucho menos que ya se quede a dormir, pero no resultó tan mal como lo esperaba.

—¿Cómo están —Pregunto, mientras me apoyo en la mesa. Papá ni siquiera se ha levantado, eso no es normal en él. Es un madrugador de primera.

—Sinceramente, mal —pone las cápsulas para el café—. Nunca llegué a imaginarlo. Jamás se me pasó por la mente No sé cómo ayudarlo. No sé por dónde empezar. No sé si regañarle, si prohibirle las salidas... es cómo si estuviera en blanco.

—Ahora que soy madre puedo entender lo que muchas veces nos dijiste y te tildamos de exagerada —camino hacia ella y le doy un abrazo.

—Es que como madre y padre, lo primero que te preguntas es que hiciste mal.

—No hicieron nada mal, mamá. Él sabe que está mal, lo hizo porque quiso —suelto un suspiro.

     Ambas hacemos silencio. Mi madre está quebrada y yo por mi parte, comienzo a sentir mucha rabia. No sé si es normal, pero creo que cada persona asimila la situación de una manera diferente.

—Iré a preguntarle a tu padre si quiere desayunar. No ha dicho una palabra desde anoche.

—¿Qué hablaron con Teo, mamá? —Pregunto antes de que salga de la cocina.

Cenizas de un amor. ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora