26.

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Alexa.

—¿Crees que este esté bien? —Muestro el pantalón de mezclilla negro que la vendedora me ha ofrecido, a Mad.

—Este me gusta más —señala el gris—. Pero pónselo a ver como queda.

     Su cumpleaños es en dos días. Ha pasado una semana y algunos días desde que mi hermano se despidió de Anderson. Desde entonces, lo hemos acompañados a dos entrevistas, una de ellas era individual y la otra era en el núcleo familiar. Aprendimos muchas cosas, como por ejemplo, cómo ayudarlo en caso de que desacate una acción de extrema violencia. También entendimos que aunque sea difícil, nosotros, sus familiares, debemos esperar un deterioro de él mismo. Debemos observar como toca fondo para que él mismo se mire y diga, ya no más.

     Creo que algo de eso me había comentado Joe, pero para mí siempre fue muy difícil hacer oídos sordos y tratar mi vida con normalidad cuando sabía que mi hermano, una parte de mí, se estaba hundiendo. Fue un error, ahora lo sé. Estoy segura que mi hermano logrará salir de todo esto y podrá superarse. Pero si en algún momento las cosas vuelven a empeorar, sabemos que estamos más que preparados para darle todo el apoyo y ayuda que necesite.

—Tienes razón, el negro se le ve genial. —Mira a Dak con ojos fascinados—. Es tan hermosa.

—¿Verdad que sí? Está más linda que nunca —sonrío y besuqueo su mejilla.

—¿Puede traernos un babero? Es para la mamá. —Ríe con nosotras—. Está muy parecida a ti. ¿Te diste cuenta?

—Tenemos hasta el mismo lunar. —Remango la manga de su pequeña blusa y muestro el lunar que tiene en el medio del brazo, casi en el hombro. Yo tengo el mismo en el mismo lugar y en el mismo brazo—. Te juro que, puedo mirarla horas y siempre termino más enamorada de lo normal.

—No es para menos, amiga. —Mad la toma en brazos—. Pero ahora es mi momento. La tía le va a probar un pequeño buzo que irá muy bien con este jean.

     Me cruzo de brazos con la chaqueta de Dak en ellos, observando sonriente la escena de Mad eligiendo ropa mientras la pequeña toca todo lo que encuentra.

—Es muy linda —le sonrío a la vendedora en forma de gracias. 

     Se acerca hacia ellas para que mi amiga pueda probarle lo que ha elegido. Yo tomo asiento en un pequeño puf ubicado en el medio de la tienda. Saco mi celular del bolsillo y nuevamente, entro al contacto de Joe. Suelto el aire y, recordando las palabras de Teo, decido desbloquear el contacto. No hago más nada, solamente bloqueo la pantalla del celular algo nerviosa porque sé que verá mi foto nuevamente.

—¿Qué te parece, mami? —Mad apoya a la niña en el suelo para que se mantenga de pie mientras luce el jean que he elegido y la blusa que ha elegido ella.

—Definitivamente, nos lo llevamos —la chica a cargo de la cajera asiente y le tiendo a Mad el dinero para que pague mientras yo saco a Dak de la tienda. 

     Obviamente, se ha fastidiado al momento de quitarle toda la ropa y devolverla a la que traía antes, por lo que comenzó a llorar y a hacer un escándalo llamando la atención de todo el centro comercial. Intento tranquilizarla mostrando diferentes zapatos, colores, carteles, pero lo único que parece tranquilizar su mal genio es la máquina de helados. Me acerco a la chica y pido uno, ya que probablemente no lo tome todo y me lo termine tomando.

     A los pocos minutos Mad sale de la tienda con dos bolsas en su brazo y me hace seña para que vayamos por el lado contrario a dónde estaba yo. Las personas me miran un poco mal, ya que Dak ha vuelto a llorar ya que no dejo que agarre el cucurucho entero, porque se le caerá al suelo. Así que apresuro el paso para sacarla de este lugar. El problema no es el helado y tampoco la ropa, el problema es que no está acostumbrada a tanta aglomeración de gente como la de este lugar.

Cenizas de un amor. ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora