Capítulo 22.

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—Bueno...—Dijo Nayeon una vez ya estaba distanciada de mi boca. —¿Vamos..?

—Te sigo, bebé...—Respondí aún mirando sus labios. Suplicando por un último beso.

Nayeon se levanto, agarró sus cosas, documentos, celular, billetera y los metió en un pequeño bolso de mano.
Yo no traía nada desde la noche anterior así que solamente llevaría mi celular conmigo.

—¿Y a donde vamos? —Dije una vez ya habíamos salido del edificio.

—Es un secreto...—Nayeon sonrió tiernamente.—Tu sólo déjate llevar... este día yo te consentiré.— Comenzamos a caminar en dirección a la estación de metrotren de Seúl.

En el camino, por cosas de seguridad evité tomarle la mano a Nayeon, puesto que como había notado la noche anterior, la preciosa chica a mi lado vivía bastante cerca de mi residencia.... y por la hora... podría salir Momo de casa en cualquier momento.

Pero nuestra distancia no duró mucho, al pasar unas cuantas calles más, Nayeon con timidez comenzó a acercar lentamente su mano a la mía, rozándola con cuidado, como si tuviera miedo al rechazo.

Al sentir su nerviosismo, con suavidad entrelacé mi mano con la de la dulce chica a mi lado, provocando que esta se sonrojara y sonriera tímidamente.

Una vez llegamos a la estación entramos y esperamos un par de minutos para el próximo tren, sin embargo este no tardó demasiado.
Nos subimos y a pesar de que era temprano, no estaba lleno... para nada. Habían muy pocas personas y cada una más distante de la otra, y en nuestro vagón también.
Literalmente habían sólo dos ancianas sentadas juntas y todas las demás filas de asientos estaban solos para mi y Nayeon, así que sin dudarlo nos sentamos.

Comencé a observar a la chica a mi lado, Nayeon iba bastante concentrada mirando algo en su celular, por lo cual no se percató de mi intensa mirada sobre ella.
Comencé por mirar su cabello, estaba reluciente como siempre, un poco alborotado por el viento que entraba por entre las ventanas del vagón, pero seguía luciendo hermosa.
Le seguía un suéter gris tejido, acompañado de una falda gris a cuadros la cual iba a juego con unos calcetines negros largos, muy largos, tanto así que casi llegaban a sus rodillas... y todo esto terminaba en unas converse negras. A decir verdad... se veía como... ¿Una escolar..?
Sí algo así, pero se veía hermosa, preciosa.

Lucía como la típica chica popular inalcanzable y diva de la escuela.

Y ahora el verme a mi.... ella hermosa y yo desastrosa. Poseía unos mom jeans azules junto con una camiseta negra dentro de los pantalones y unas converse... , nada fuera de lo común.

Luego de unos minutos Nayeon habló, sacándome completamente de mis sentimientos.

—Ya casi llegamos...—Se levantó con cuidado del asiento y se puso en frente de mi.

Al estar yo sentada y ella de pie, mi cabeza quedaba justamente donde estaba su estómago.
Pasé mis manos por sus caderas y la atraje más a mi, abrazándola y escondiendo mi rostro en su pequeña pancita.

Nayeon soltó una leve risita.

—¿Que haces bobita?—Preguntó tiernamente y acarició mi cabello.

Levanté mi cabeza para poder mirarla y sus bellos ojos rasgados se encontraron con los míos, sonrió... lo cual hizo que sus preciosos ojitos desaparecieran formando una línea.

—Beso...—Murmuré tiernamente.

—¿Beso..?—Preguntó Inocente.

—Sí... Quiero un beso...—Dije haciendo un puchero.

Juntémonos a ensayar. (Nayeon y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora