Los días transcurrieron de la misma forma. Astrid se levantaba muy temprano junto con Ágnes para trabajar en la casa, desde lavar las cortinas hasta ordenar los estantes. De las camas se encargaba la mayor, y eso le impedía a Astrid la facilidad de ir a revisar el armario. Llegada su hora libre, esperaba dar una vuelta por la ciudad con Timothée, pero este se había ausentado todas las tardes desde la primera y única que vez que salieron. Y claro que a Astrid le desconcertaba un poco esa acción, sin embargo, cada noche el joven tocaba su puerta para ir a mirar el cielo nocturno. Ella atendió las dos primeras noches, luego simplemente ignoraba los golpecitos en la puerta. ¿Se moría de ganas de salir y platicar con Timothée en el patio? Claro que sí, pero el joven ni siquiera había dado indicios de querer contarle a dónde se iba a pasar el rato cada tarde. Y Astrid tampoco se atrevía a preguntar, se consideraba la menos indicada para pedir algún tipo de explicación, y sabía que él tampoco se la debía.
La última vez que se encontraron a contemplar las estrellas Astrid le pidió si él pudiera facilitarle hojas y una pluma, Timothée accedió contento, pensando que la muchacha quería copiar el acto de dejarle notitas a los pies de su puerta, pero ninguna nota llegó.
Se encontraban inevitablemente a la hora de la cena, no obstante, Astrid evitaba mirarlo. Si Timothée se dirigía a ella, respondía escuetamente y seguía comiendo. ¿Era Astrid un poco orgullosa? Sí, un poco harto.
Astrid, ahora que el joven se desaparecía después de almuerzo, dedicaba sus tardes a escribir todo lo que recordaba de su proyecto, todos los materiales que había usado y las bases bibliográficas del mismo. Cuando ya hubiese plasmado todo lo necesario, iría en busca de la biblioteca municipal. A ver si es que podría encontrar algo que le fuese útil.
—La señora Moretti quiere hablar contigo— la voz de Ágnes resonó en la habitación. Dejó las hojas a un lado, alisó su vestido y salió para encontrar a la señora Thérèse.
Ella se encontraba en la sala de estar, se veía tan elegante como siempre. Sentada en el sillón más grande de la estancia, con sus piernas cruzadas y un té entre sus manos. Si la señora Moretti era hermosa a su avanzada edad, Astrid no podía imaginar cómo era en su juventud.
—Astrid, querida. Toma asiento, por favor— la muchacha hizo caso inmediatamente. Thérèse era siempre tan amable con ella. Siempre le estaba preguntando si es que Ágnes estaba siendo muy mañosa.
—¿Me necesitaba señora?
—Sí, necesitamos hablar de tu paga. ¿Prefieres que sea semanal o mensual?— Astrid no podía creer que ella tuviese intenciones de pagarle, con dejarla quedarse en la casa era más que suficiente.
—No señora, sepa disculparme, pero no aceptaré un pago. Con que usted me deje habitar en su casa está bien— Thérèse dejó su té en la mesita de centro. Y miró con curiosidad a Astrid.
—Querida, tú estás trabajando para mí, y no acepto tu negación. Se te pagarán 80 francos semanales.
—Es demasiado, Señora— Astrid estaba apenada, ella realmente no quería recibir un sueldo. Si trabajaba en la casa era por un profundo agradecimiento.
—70 serán entonces. Fin del asunto. Quería hablarte de otra cosa también— La señora Moretti se puso de pie y tomó un pequeño baúl que se encontraba al costado del sillón. Tomó asiento al lado de Astrid. —Timmy me contó que estudiabas física— la joven pensó que era un soplón. —Y aquí tengo algunas anotaciones de mi esposo, él estudiaba todas esas cosas también, la verdad es que no le entendía mucho, pero él disfrutaba contarme de su materia.
—Oh, señora Thérèse, es fantástico— la felicidad brotaba por los poros de la muchacha.
—Son todas tuyas, y bueno, si quieres compartir con alguien tus ideas o descubrimientos, aquí estoy. Disfrutaré mucho escucharte, querida— ¿Era un sol la señora Thérèse? Claro que sí, el más brillante.
Astrid miraría en ese baúl después, necesitaba primero plasmar todo lo que recordaba. Si leía algo externo podrían confundirse sus recuerdos. Sabía que intentar construir un nuevo prototipo iba a ser muy difícil, y por esa misma razón había noches donde madrugaba pensando en qué sería de su vida si no lograba volver, ni siquiera poseía una identificación, ella no era nadie en esa época.
Al terminar la cena de ese día, a la cual Timothée no llegó, y lavar los trastes, porque Ágnes le permitía meterse a ayudar en la cocina de vez en cuando, Astrid volvió a su habitación. Al cruzar frente a la entrada principal, se encontró con el muchacho anteriormente mencionado. Él la vio y tuvo intenciones de acercarse a ella, pero Astrid apuró su paso y escapó hacia su habitación. Ni siquiera sabía por qué lo evitaba con tantas ganas, la verdad es que Timothée la ponía un poco nerviosa a veces y el hecho de que se estuviese desapareciendo le incomodaba ridículamente.
En ocasiones cuando intentaba escribir, el imaginarse a Timothée escapando para encontrarse con alguna otra chica, le distaría de su acción. No podía evitar pensar que el joven estaba viendo a alguien más, lo cual no estaba mal, se recordaba Astrid. Pero entonces, ¿por qué le preocupaba tanto?
Timothée no entendía la actitud de la muchacha, creía que se habían vuelto más cercanos desde esa vez que visitaron la feria de artesanías. Sin embargo, la joven parecía volver a su antigua apatía, ¿qué había hecho él para que ella se comportara así? Extrañaba tanto hablar con ella.
A todos nos ha pasado que estamos bajo nuestras mantas, calentitos y cómodos, y justo ahí a nuestra vejiga se le ocurre que tiene ganas de vaciarse. Astrid se levantó refunfuñando y abrió la puerta de su habitación. Vaya, que grata sorpresa encontrarse con Timothée, pensó con ironía. Dispuesta a volver a entrar en su habitación un agarre en su mano la detuvo. Su mano estaba fría, pero de alguna forma era acogedora.
—Creí que podríamos conversar, estos días has estado un poco extraña— dijo el joven bajando la mirada.
—¿Yo? ¿Extraña?— Astrid quería rodar los ojos, apretaba ligeramente la mandíbula, ¿cómo se atrevía a decirle eso? Si el que se había estado desapareciendo quién sabe a dónde había sido él.
—Me has estado evitando a toda costa, he venido a buscarte cada noche para salir al patio, pero me ignoras y sé que estás despierta cuando toco tu puerta. ¿Son razones suficientes para preguntar qué te pasa?— Timothée no sonaba molesto, más bien un poco dolido.
—Me dices que estoy rara, pero eres tú el que se ha estado escabullendo a quién sabe dónde y con quién cada tarde. Después de aquel día que fuimos a la feria creí que pasaríamos más tiempo juntos— Astrid se sentía tan tonta de haberle reclamado, había sonado tan infantil e ilusa.
—¿Ha sido por eso? ¿No crees que debiste preguntarme si querías saber?— Timothée soltó una pequeña risa y el ambiente que los rodeaba había dejado de ser tenso. Afianzó el agarre de sus manos. —Mañana te mostraré a donde he estado yendo, y con quienes he pasado las tardes, ¿está bien?
Holaaaaa! Espero que hayan disfrutado la lectura preciosis. Les adjunto una foto de la hermosa Thérèse.
¡Voten y comenten si les gustó!
Tengo algunas preguntitas para ustedes. ¿De qué país son? ¿Cómo conocieron al Timmy precioso? y ¿Cuál es su película favorita de él?
Nos estamos leyendo, muack <3
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TIME | Timothée Chalamet [ EN EDICIÓN ]
RomanceEn un tiempo existe él y no ella, en otro existe ella y no él. Sólo les separaban ciento diez años y el tiempo nunca había sido tan transcendental. "Estar o no estar contigo es la medida de mi tiempo". Historia Completa.