confession

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Astrid estaba nerviosa por su inminente conversación con la señora Thérèse, sentía la boca de su estómago apretada. Todos parecían comer tranquilos, como siempre la única perturbada era ella. La muchacha podía sentir la mirada de Timothée sobre ella, buscando sus ojos, para que se encontrasen, para sentir aquella complicidad del secreto, no tan secreto, que ambos compartían.

Astrid lavó los platos y fue directamente a la habitación de la señora Moretti. Ella se encontraba recostada en su cama, apenas vio entrar a la joven se irguió.

—Siéntate aquí, querida— palmeó la orilla de la cama.

—¿Qué es lo que quería decirme, señora?— preguntó Astrid bajito, sentándose frente a la mujer.

—¿Has leído los documentos que te entregué?

—Sí, unos cuantos. Su esposo...tenía algunas referencias un poco extrañas— soltó con sutileza, no quería sonar irrespetuosa.

—Querida— tomó las manos de Astrid entre las suyas. —Ya lo sé todo, lo supe desde que te vi parada en la puerta de mi casa. Tenías aquella expresión perdida y de angustia que vi en él cuando le conocí— Astrid frunció el ceño, esto se estaba tornando extraño. —Ragazza, él era un viajero, como tú.

Astrid tragó en seco, toda la amabilidad de la mujer tenía una explicación, ella siempre supo su procedencia y ¡su esposo! ¡había viajado en el tiempo!

—Señora, yo...esto es...no lo sé— ¿qué debía sentir Astrid exactamente?

—No he dejado de pensar en él, desde que llegaste su presencia ronda por mi mente, Piero, mi amado Piero. Conocerle fue arrasador, él era el ser más único que he conocido, todo en él me nublaba la cabeza, sus ideas, su saber, sus acciones, era tan diferente a todo. Él se fue, Astrid. Él volvió a donde pertenecía, y desde que se fue, siento que no pertenezco a ningún lugar.

La joven sentía aquel nudo formándose en su garganta, notaba a la señora tan afectada, se sentía tan culpable por remover aquellos recuerdos.

—Señora Thérèse, llegué por accidente aquí— Astrid quería soltarlo todo. —Llevaba dos años trabajando en mi proyecto, y la verdad es que estoy casi segura que aquello no me trajo, debió ser algo más, aquel día estaba lloviendo y había rayos, el campo electromagnético del rayo debió haber reaccionado con algún elemento, no lo sé, no estoy segura— hablaba con desesperación, había deseado tanto poder hablar de aquello con alguien. —Esta es mi casa en el futuro, vengo del 2020, he vivido toda mi vida en Biarritz, con mis padres— Thérèse no se imaginó que ella venía de aquel año, la mayor había pensado que venía de la misma década que su esposo.

—Astrid...es tremendo, 2020, por Dios— Thérèse acarició su rostro. —Piero era de los 80's, siempre me hablaba de los conciertos a los que había asistido, de aquella banda que tanto le encantaba, Queen, siempre me decía lo maravillosa que me vería con una chaqueta de cuero y unos jeans— rio la mayor. Un par de lágrimas rodaron por los ojos de ambas.

—Ha sido difícil, señora. Extraño a mis padres, ellos deben estar desesperados buscándome, pensando que me pudo suceder lo peor, pensar en su dolor me atormenta— sollozó fuertemente, Thérèse la apegó a su pecho, acariciando su cabello para consolarle. Cuantas veces Piero debe haberse sentido así, cuantas veces había sido atormentando por el recuerdo de su familia, sus padres, sus hermanas pequeñas. Ver lo afectada que Astrid estaba le ayudaba a comprender de cierta forma a su esposo.

—Tranquila, uccellino. Todo va a estar bien.

—Gracias, señora Thérèse, muchas gracias, por todo— dijo Astrid limpiándose el rostro con la manga de su vestido.

—Querida, solo quiero pedirte una cosa. Timothée, cuida de él, no lo abandones, por favor. No creo que él pudiese resistir lo que yo he podido con la partida de Piero, además, él tiene que saberlo, lo antes posible. Ten paciencia con él, no lo tomará bien al principio, yo tampoco lo hice, pero decirle la verdad va a ser fundamental— Astrid asintió a lo último, ella iba a contarle a Timothée, todo.

Aquella conversación con la mujer mayor había sido liberadora, pese a que se enteró que tanto Thérèse como Ágnes estaban al tanto de los sentimientos compartidos con el muchacho, no dejaba de ser maravilloso poder revelar la verdad. La señora Moretti cada día era más admirable para Astrid.

Timothée quería que Astrid volviera pronto a su habitación, para poder ir a buscarle e ir con ella al lugar de sus encuentros nocturnos, admirar el firmamento, acariciar sus manos, besarle el rostro entero. Y así lo habían hecho, acostados sobre el frío césped, contemplando el cielo estrellado, con sus manos entrelazadas y sus labios que parecían no querer separarse.

A la mañana siguiente Astrid se levantó decidida a hablar con el chico, así que apenas le vio entrar en la cocina, se acercó a él, con el corazón a mil.

—Timothée, buenos días— saludó con una sonrisa pequeña, se sentía nerviosa, por la reacción que él fuera a tener.

—Buenos días— dijo aproximándose a la joven y tomando su cintura, con el afán de depositar un beso en sus labios, pero Astrid se lo impidió poniendo las manos en su pecho.

—Hay algo de lo que quiero hablarte, Tim— una alerta se encendió en la cabeza del muchacho, ¿Astrid se había arrepentido de estar con él?, ¿le rechazaría formalmente? No soportaba la idea de que ella volviese a su distante actitud.

—Oh, tengo que ir al baño, luego hablamos— se alejó rápidamente, evitando a toda costa tener aquella conversación con la muchacha.

Y así fue durante el día, cada vez que Astrid quería hablar con él, él encontraba alguna razón para desviar la conversación, un pájaro, un gato, las incontables idas al baño, siempre había algo que le impedía conversar con Timothée.

Lo bueno de aquel día fue que pudieron ver a la madre de Gilbert y Marie, la mujer les comentó que su esposo luego de la situación de ayer fue directo a la cantina, a embriagarse con aquellos amigos de trago, para no volver hasta la mañana siguiente, lo suficientemente desvalido como para solo querer dormir hasta recuperar la conciencia. La mujer entre llanto agradeció a la joven.

Para Astrid ya estaba siendo el colmo, Timothée se veía ridículamente infantil tratando de evitar hablarle, la había ignorado durante toda la tarde, y cada vez que la chica se acercaba él parecía huir de su presencia, ¿por qué se estaba comportando así? Por otro lado, los niños parecían respetar y admirar mucho más a Astrid, y ella no podía más que estar feliz con aquello.

Iban de vuelta al hogar y Timothée no dejaba de hablar y describir todo lo que veía, hasta la mosca que pasaba en frente de él parecía digna de ser nombrada. No dejaba que Astrid profiriera palabra alguna, temía que lo que ella quisiese hablarle fuera su deseo de alejarse de él, de solo pensarlo el corazón se le apretujaba.

—¿Sabías que el rey Luis XIV de Francia mandó construir Versalles sobre un antiguo pabellón de caza de su padre?— preguntó aprisa el muchacho. Astrid ya no lo soportaba, le estaba mareando con tanta palabrería.

—¡Timothée vengo del futuro!— exclamó lo suficientemente fuerte para ser escuchada por el muchacho y que luego de su confesión el silencio se adueñara del ambiente.

—¡Timothée vengo del futuro!— exclamó lo suficientemente fuerte para ser escuchada por el muchacho y que luego de su confesión el silencio se adueñara del ambiente

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Holiiiiiii, subi dos capitulos ah, ámenme ijij 

¿Cómo creen que va a reaccionar Timmy? 

Gracias a todes por leer <3, espero que estés muy bien

nos estamos leyendo, muaaaaack 

TIME | Timothée Chalamet [ EN EDICIÓN ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora