Aquella noche, sin ni si quiera avisarse, ambos sabían que su reunión nocturna les esperaba. Así que apenas Astrid sintió el ligero ruido de la escalera, salió de su habitación. Timothée venía ligeramente encorvado tratando de hacer el mínimo ruido. Ambos sonrieron al verse.
—¡Oh! Todos teníamos ganas de ir al baño al parecer— exclamó Elodie, saliendo del cuarto de baño y mirando con diversión a los jóvenes frente a ella.
—Pasa tú primero, Timothée— dijo Astrid un poco nerviosa.
—Creía que Tim tenía su propio baño allá arriba, ¿no es así?— Timothée quería que su hermana se callase.
—Sí, pero se ha roto, no funciona la cadena— pronunció irritado.
—Astrid, mañana mismo llama al fontanero. Buenas noches— se despidió con un guiño hacia la castaña y entró en su habitación.
Timothée se sentía frustrado, quería estar en el patio, con Astrid, mirando las lumbreras, acariciando sus manos, su cabello, sus labios. Pero sus planes se habían arruinado con la presencia de su hermana, estaba casi seguro de que ella estaba tratando de escuchar algo tras la puerta, era una metiche. Se metió rápido al baño, se miró en el espejo, odió un poco a Elodie y salió.
—Buenas noches, Timothée— dijo Astrid con una pequeña sonrisa.
—Buenas noches— la cogió por la cintura, depositó un beso corto en sus labios y se fue. Dejándola enajenada, con el corazón frenético, las mejillas rosadas y el estómago revuelto. Tenía tantas de voltearse, alcanzarlo y besarle, mientras pasaba sus dedos por su cabello ondeado. Pero se quedó un segundo estática y entró en el baño, para mirarse en el espejo, odiar un poco a Elodie y salir.
Se había besado con Timothée dos veces y ya sentía que el corazón se le iba a salir. No solía estar expuesta a ese tipo de emociones, tan intensas. Si bien en el pasado - o futuro- le había gustado un compañero de carrera y salieron en algunas ocasiones nunca llegaron a más que solo tomarse las manos, y no recordaba haber sentido ni la mitad de lo que Timothée provocaba al juntar las suyas. No eran las acciones, era él. Porque nunca es el lugar ni el tiempo, siempre es la persona.
Se habían dormido tan contentos.
Ágnes no sabía si hablar con Astrid; decirle que la había visto con el joven Timothée o quedarse callada, a la espera de que ella le contara algo. Aquella mañana Astrid estaba igual que siempre, serena y concentrada en los quehaceres, y Ágnes se movía de un lado a otro, nerviosa, quería preguntarle a la muchacha tantas cosas.
—Ágnes, ayúdame con algo por favor— pronunció Elodie desde la puerta. Astrid quedó sola en el cuarto de lavado, restregaba con fuerza el vestido de la otra empleada, estaba lleno de salpicaduras de comida. De pronto sintió un carraspeo, levantó la vista y se encontró a quien deambulada por sus pensamientos últimamente. Se puso de pie y se secó las manos en su delantal.
—Buenos días— sonrió levemente el joven, embelesado en la imagen de Astrid, la muchacha tenía su pelo tomado en una cola baja, y algunos cabellos caían libremente sobre su rostro, el cual estaba ligeramente sonrosado producto del calor del día y el trabajo.
—Buenos días, Timothée.
—Hoy iremos con Elodie a la playa, no sé si te gustaría acompañarnos— dijo mientras situaba un mechón de la castaña tras su oreja.
—Aprovecha de disfrutar con tu hermana, ya mañana en la tarde toma el tren de vuelta a París— respondió un poco nerviosa, Timothée estaba muy cerca.
—Está bien— se acercó un poco más, tomando suavemente su mano derecha. —Te ves muy bonita hoy.
¿Qué debía decir ante eso? Estaba segura de que la cara le ardía, y sus manos comenzarían a sudar. Él se veía tan lindo, como siempre. Astrid sonrió y escondió su rostro rojizo en el pecho de Timothée. Él soltó una suave carcajada y acarició el cabello de la chica. Era tan tierna cuando se avergonzaba.
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TIME | Timothée Chalamet [ EN EDICIÓN ]
RomanceEn un tiempo existe él y no ella, en otro existe ella y no él. Sólo les separaban ciento diez años y el tiempo nunca había sido tan transcendental. "Estar o no estar contigo es la medida de mi tiempo". Historia Completa.