Capítulo 8

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—Realmente— La chica hizo una pequeña pausa, tomando un gran respiro sin idea de porque sus labios intentaban decir las siguientes palabras, pero de cualquier manera no iba a dudar de que dentro de ella había alguna u otra razón para murmurarlas. —No puedo— Mansitó a lo que Midoriya algo confundido se inclinó un poco para ver a la chica a los ojos sin intenciones de retroceder.

—Vamos, no seas quisquillosa, además es un camino largo y es bastante tarde, deberías de cubrirte bien— Dijo el chico sonriendo, olvidando por un momento lo nervioso que siempre se sentía frente a las damas que estaban frente a él, mientras colocaba su chaqueta en los hombros de la joven, cubriéndola lo mejor que podía con esta. Al momento cada célula de el cuerpo de la chica se tensó mientras que por inercia se abrazó a sí misma. Ahora que estaba afuera, las cosas más mínimas como esas la hacían sentir incómoda. Era como si estuviera constantemente bajo amenaza. Cuando alguien la tocaba lo único que podía recordar era a los sucios cerdos de aquella instalación, los cuales alguna vez se acercaron a ella y pusieron sus manos encima de ella, pinchándola como a un vegetal, llenándola de todas esas cosas, manchandola, haciendo que aquella linda chica de nueve años desapareciera en la oscuridad de un mundo infinito, ahogándose. La pobre chica solamente sentía como sus pulmones eran invadidos por una oscuridad sofocante la cual últimamente comenzaba a volverse simplemente intolerable, pero... Ya había llegado hasta este punto. Si pudo llegar aquí en una sola pieza, podía hacer lo que sea, incluso seguir viviendo.

—¡Oh! Lo siento, no debí de tocarte ¡lo lamento mucho!— Comenzó a exclamar el pecoso mientras comenzaba a inclinarse una y otra vez incesantemente a lo que la joven levantó la mirada algo sorprendida, demostrando aquellos inmensos ojos amarillos al chico mientras se daba cuenta de que el pobre estaba igual o más ansioso que ella. Pensándolo mejor, era mejor haber sentido las cálidas manos de Midoriya en sus hombros, que las manos de aquellos científicos las cuales siempre le provocaban una sensación de inseguridad y desesperación, la cual la recorría desde la punta de sus pies hasta el final de su columna vertebral, invadiendo sus sentidos con aquellos sentimientos los cuales se guardaba en su pecho con la única intención de mantenerlos ahí hasta que ellos se fueran.

Sin más remedio, la chica dejó escapar una pequeña y tierna risa de sus labios mientras le daba un golpe tenue a Midoriya en el brazo con la intención de hacer que las cosas se sintieran menos amenazantes para el chico, y que finalmente aquella barrera de hielo que estaba entre ellos se deshiciera por lo menos un poco. Por lo menos lo suficiente para que el viaje no se sintiera incómodo. El chico sintió como sus hombros se relajaban un poco mientras dejaba de inclinarse para pedir disculpas. El peliverde levanto la vista para toparse cara a cara con aquella chica, la cual siempre pensó que estaba a millones de kilómetros de distancia de su mundo, pero aquella risa le indico que podría estar más cerca de lo que él esperaba. Las mejillas del chico se tornaron carmín nuevamente mientras retrocedía un par de pasos, rehusándose a romper el contacto visual que tenían.

—Ahhh, Señorita, sus ojos son azules y no amarillos como los acabo de ver, ¿es eso normal?— Preguntó el chico algo confundido, a lo que Shi solamente sonrió un momento agradeciendo la gran atención que le había tenido. "Si, es completamente ordinario, mis ojos cambian conforme a mis emociones, no es nada de qué preocuparse" Respondió la chica sin mucho más que hablar respecto a ella misma. Sin más que pensar, ambos comenzaron a caminar uno al lado del otro en dirección a las gigantescas paredes de hospital las cuales estaban a su derecha. Los pasos cogeantes de Shi, y los pasos cortos de Midoriya resonaban por los pasillos casi vacíos de tal hospital.

[Cambio de Narración]

La chica, la chica de letras que se llama casi como yo... Una tal Shi No Tenshi. Ella me dijo que debía de escribir lo que sintiera en este computador, por lo que supongo que será importante. Realmente no entiendo porque quiere que haga eso, pero ella me dijo algo de "Ese es tu rol, ¿no es así? ¿Qué hay con lo que me dijiste? ¿No se suponía que quieres controlar tu destino? ¿No querías ser tu propia narradora? ¿Qué paso con esa ímpetu, Shi? Estaba impaciente por que echarás mi trasero a la calle como me amenazaste, ¿acaso se te olvido?" Preguntaba aquella voz en mi cabeza, mientras que el tiempo a mi alrededor simplemente se detenía. Escuche como chasqueo la lengua, y con velocidad comenzó a escribir en un teclado. Aquel sonido que hacía cada vez que presionaba una letra resonaba por todo el mundo haciendo un eco ensordecedor. Era como si hablara con dios... "Incluso yo, tu creadora estaba ansiosa por verlo... No pudiste olvidarlo, yo no escribí nada al respecto" Continuó ella algo confundida. El tecleado no se detenía, pero ahora un sonido más comenzó a resonar por cada rincón de Japón, hojas moviéndose, era como un cuaderno, un cuaderno repleto. No se si ella sonreía, no se si fruncía el ceño, no se ni siquiera si disfrutaba el hablar conmigo. Su voz sonaba tan vacía. Tan distante. Tan carente de emoción que provocó un escalofrío recorrer mi espalda. "Espera, ¿Kami-sama?" Se preguntó a si misma, seguramente mirando al cielo, mientras que el sonido de teclas dejaba de sonar en el aire. Pasó un minuto o dos entre aquel silencio sofocante, y finalmente soltó un vago "Ughhh" en señal de disgusto. Seguramente ahora rodaba los ojos. Volvió a chasquear la lengua y aquel sonido casi rítmico de un teclado siendo golpeado volvió a aparecer. Parecía como si escribiera impacientemente. Como si la velocidad que ya poseía para escribir no fuese la suficiente. "Eso pasa cuando hay dos dioses en un mundo, y créeme, en mi mundo YO soy la única diosa que necesitan... Verá lo que sus acciones le hacen a su querido 'Ángel de la muerte' no es así, Kami-Sama?" Pregunto al viento dejando escapar una risa de sus labios. Una risa cínica llena de odio y rencor, una risa que daba miedo porque parecía no tener cordura. Parecía que reía porque las cosas a su alrededor eran simplemente un juego, el cual ella ganaría. El tiempo volvió y finalmente entendí que ella quería algo de mi, y si no lo cumplía... No se lo que pasaría, no puedo asegurarlo, pero prefiero no arriesgarme con algo así. Siento que si me meto con ella, y lo arruino, es un "Game Over" instantáneo para mi.

—Así es, linda—Hablo ella. Ahí estaba, esa chica, parada frente a mi. Con su aura imponente, y aquella sonrisa cínica. Tenía un pantalón negro el cual dobló para que llegase a sus rodillas, pelo corto dividido a la mitad, una sudadera color blanco llena de pintura la cual le quedaba un poco grande, pulseras en sus muñecas, cubriéndolas por completo, un lápiz en la parte superior a su oreja, como si hubiese estado escribiendo o dibujando recientemente, además de unas ojeras que cubrían casi todo su rostro. Se veía de la misma manera que cualquier delincuente se vería. Sus ojos brillaban con intensidad. No estaban llenos de lágrimas era algo más. Era como si fuese ira, o algo parecido. Levanto aquellos ojos cansados y me miró directamente.

—Yo te hice, y ahora me tienes aquí, vaya sorpresa ¿No es así? Digo, considerarlo trajiste a La diosa enfrente tuyo solo para saber que te sucede. Tengo el poder de hacer lo que sea, y si el otro viejo no se hubiese metido tendría el conocimiento infinito de este mundo, pero tal parece que... Esto se volvió mi problema ahora, y eso me molesta— Hablo ella. Sus ojos cansados me miraron fijamente mientras fruncía el ceño. Se veía tan amenazante. Tan dispuesta a causar problemas. Parecía una de esas chicas que resolvía todo con los puños, y no de aquellas peleas que dan pena, me refiero, peleas con conocimiento medio acerca de cómo defenderse. Tal vez no le ganaría a todos, pero tenía una confianza que arrasa con cualquiera. De cualquier manera, aquellos ojos cafés no demostraban nada más que... El vacío. Un completo vacío lleno de sufrimiento y dolor. No se veía feliz. Se veía cansada. Cansada de estar triste. Cansada de mantener aquel semblante relajado frente a todos. Cansada de su vida. Cansada de su familia. Cansada de las críticas. Estaba... Simplemente cansada.

—Lo sabes... Bien, si puedes leerme tan bien significa que tengo más que escribir... Pero ese no es el punto, no vine aquí para que le cuentes a todos como es la narradora ni qué crees que tengo en la mente. Es simplemente estúpido que hables de mí en una historia que se trata de ti, ¿no lo crees?— Me preguntó.—Esto se está alargando mucho, mejor hay que ir al grano...—Habló ella con un tono cansado y serio.

Ansiedad -- Midoriya Izuku × OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora