Capítulo 16

264 33 8
                                    

—Endeavor, te digo que no sabrá usar tacones. Hay que llevarle unos zapatos sin tacón. Seguramente le gustarán estos zapatos con una gran abertura en la parte de arriba, a las chicas jóvenes les gusta usar eso, ¿Acaso no has visto las redes sociales?— Hablaba Toshinori, quien había vuelto de su viaje a la tienda telefónica en otra parte del supermercado. El hombre escuálido también había aceptado ir como apoyo moral para la joven, ya que era evidente que ella le tenía un gran aprecio y admiración. Ahora que había vuelto con un teléfono, y una funda que pensó que le gustaría a la chica, podría ayudar con la vestimenta que le proporcionarán a Fukui. Él le extendía aquellos lindos zapatos con la parte superior abierta, y un pequeño moño a Shi con orgullo, como si un humano le diese una ofrenda a cualquier dios. Su color rosa era encantador, pero no lo que Shi buscaba.

—Cualquier mono puede caminar en tacones. Ella aprenderá y se le verán espectaculares— Término Enji mientras sonreía orgulloso de su elección, demostrandole a la chica unos tacones de punta fina de color dorado. También eran preciosos, pero no sería adecuado llevarse algo así. Después de todo, debería de usarlos mucho. 

—Tu no sabes caminar en tacones, Mono— Refuto la pequeña rata de color blanco, mientras finalmente alzaba unos tenis jordan altos de hombre. Se veían cómodos, y estaban hechos para ser deportivos. Eran perfectos. Su color rojo, negro y blanco con él simbolo caracteristico de Nike en un costado les daba una buena estetica.

Shi sonrió, no solamente por el comentario de Nezu, sino porque ya sabía que se llevaría.

[...]

—¡Midoriya, ya llegue!—Habló la chica desde la sala común, en donde se supone que el mencionado esperaría por ella, pero él no estaba ahí. Shi se encogió de hombros, lista para llevarse las compras que tenía en sus manos hacia la habitación de Izuku hasta que la Yuuei le proporcione una para ella. Lo cual esperaba que no pasará muy pronto, ya que era muy posible que entrara nuevamente en un estado ansioso. Estaba preocupada. No lo negaría. Saber que necesita tener compañía para no romperse era una de las cosas que más le molestaba. Su “yo” de nueve años nunca estaría asustada de nada. Ni de la oscuridad, ni de la soledad, ni de las voces, ni de los sonidos, tal vez de las cucarachas, pero eso es normal para una niña. Ahora ella ya no repudia los insectos, digo, después de haber pasado tanto tiempo viviendo como uno, ya no eran tan terribles. Ella era como un insecto. No toleraba la luz, le asustaba cualquier ruido, le asustaban las personas. Si. Era como un insecto.

Dejando de lado su baja autoestima, la chica estaba lista para presumirle al único chico que conocía el hecho de que le habían comprado ropa, y que, básicamente, esta le quedaba increible. Desde que había llegado no se había sentido tan feliz consigo misma ni con su cuerpo debido a que las cicatrices eran demasiadas para ocultar, y eso simplemente le molestaba, pero ahora se sentía un poco más cómoda. 

—Te lo juro, escuche una voz—Dijo una chica de cabellos rosados y de ojos color negro mientras avanzaba temblorosa por las instalaciones, a lo que la contraria solamente bufo enfadada. Cabe destacar que esta chica, a pesar de ser miembro del salón 1-A, no es realmente uno de los personajes canon de la serie, sino una de mis creaciones también. (Siempre preguntan, creo que es bueno avisar de antemano ahora). 

—¿Y por qué me despertaste a mí? ¿Que no tu mejor amiga es Yayorozu?—Pregunto aquella joven de cabellos azabaches y cicatrices pronunciadas, a lo que la contraria solamente se posicionó detrás de ella mientras temblaba nerviosa.

—Pero ella no podría protegerme si es un fantasma— Chillo mientras cerraba los ojos detrás de la imponente chica. Hikari rodó los ojos mientras comenzaba a acercarse un poco más al salón principal de las instalaciones de la Yuuei, mientras que Ashido continuaba con aquel miedo increible.

—Yo tampoco, lamento informartelo, pero no todos los que me ven en TV tienen un kosei contra fantasmas. De hecho, dudo que eso exista—Respondió, pero se quedó a la mitad de sus palabras cuando olisqueó a alguien ajeno a él 1-A. Había alguien. Definitivamente había alguien ahí. —¡¿Quien anda ahí?!— Pregunto de manera imponente, a lo que nuestra querida Fukui solamente sintió como sus nervios crecían y comenzaba a temblar. Esa voz le daba miedo. —Responde o entrare atacando, sé que no eres ninguna persona de los dormitorios. Dímelo ahora— Insistió.

—S-S-Soy,— Comenzó tartamudeando Shi, a lo que la contraria, escuchando una voz nueva solamente alzó una ceja. —Shi—

—Mina, estate atenta. Iré a revisar quien es, pero debes de tener cuidado, si escuchas algo mal le avisas a todos.—Respondió, y Fukui logró escuchar perfectamente dichas palabras. ¿Quién sería ella? Sonó tan heroica y temeraria. Desearía tener un poco de valor como él que ella demostraba desde que comenzó a hablar.

—Si me lastimas, bueno, si lo intentas,—La chica soltó una risa confiada y bastante egocéntrica, lo cual la puso aún más nerviosa. —estás perdido.—Volvió a hablar, a lo que Fukui tragó duro mientras comenzaba a temblar. Tenía miedo. Se supone que los héroes deben de ser amables y darte un sentimiento de seguridad, pero esa chica no tenía ninguna de esas características.

La ansiedad comenzaba a apoderarse de ella. Se abrazó a sí misma y cerró los ojos fuertemente, intentando recuperar el aliento y dejar de temblar. Intentando que las lágrimas que comenzaban a formarse en sus ojos no escaparan y rodaran por sus pómulos. No pudo seguir escuchando nada. No escuchaba la voz de la contraria, y tenía miedo de que cuando abra los ojos la amenazante chica la atacara. Se sentía segura en esa oscuridad causada por nada más que sus párpados.

“Necesito que me mires. Mirame” Sintió como un par de manos la tomaban por los hombros, y la agitaban levemente, pero aquella voz había sonado tan a la lejana, que le sorprendía él sentir aquellas manos en sus hombros. “Mirame” Continuó insistiendo, y, temerosa, Shi abrió los ojos para encontrarse con los de la contraria.  

Cuando aquella extraña amenazante se dejó ver y nuestra protagonista miró sus ojos se sintió más calmada. De hecho, se sintió incluso feliz. Se sentía muy agradable ese sentimiento dentro de su pecho.

Confundida, Shi puso una de sus manos en su pecho, sintiendo ese cálido sentimiento que la invadía. Era distinto al alivio, era incluso más llenador que eso.

—Lamento si te asuste, ¿Estas bien?—Pregunto.

—¿Qué me hiciste?—

—Es un kosei increíble, ¿no crees? Espero que quien lo tenga sea un terapeuta o algo. Soy Hikari, lamento el asustarte.—

Ansiedad -- Midoriya Izuku × OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora