Capítulo 9

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—¿Poner las cartas sobre la mesa?— Pregunte sin ningún tipo de idea respecto a que se refería la otra chica frente a mi. Ella volteo la mirada y miró a uno de los anuncios que estaban en la calle frente a mi. Sus ojos se iluminaron un momento, y en un intento de ver mejor se acomodo sus lentes con el dedo índice. Sonrió levemente y volvió a verme con unos ojos de cachorro.

—Sabes, siempre quise venir a Japón, y mírame, estoy escribiendo desde un computador, dejando que mi vida pase, pero nunca pensé que el escribir fuese tan llenador y hermoso, y me dejase vivir lo que seguramente nunca haré... Como hablar contigo por ejemplo, como tener poder, como sentir que alguien se preocupa por mi.— Hablo la chica suspirando llena de melancolía. Se veía cautivada por aquella vista mientras que por primera vez sonreía sin cinismo. Se veía apacigua. Me acerque un poco a ella y le puse mi mano en su hombro generando que se tensara de manera casi instantánea. Tomó un gran respiro y bajo su mirada hacia el piso.—Por ahora no importa,— Volvió a hablar mientras comenzaba a caminar retirando mi mano de su hombro. Caminó un par de pasos hacia enfrente y dio media vuelta para mirarme a los ojos. Esa chica imponente por primera vez comenzaba a verse y sentirse como una humana común y corriente. Lejana de ser fuerte. Lejana de ser estable. —Te dije que tenias que decirte algo, no te rindas. Ya lo hiciste una vez. No quisieras cometer el mismo error. Mantén tu cabeza en alto, y mantente fuerte, que no todo está mal. Tal vez la última vez pude pasarme un poco contigo, intentare hacerte feliz, pero primero quiero hacerte fuerte. ¡Lamento el haberte hecho lo que te hice en los primeros capítulos!— Dijo la chica mientras se ponía de rodillas y comenzaba a disculparse hacia mi, pero siendo sincera, no tengo ni la menor idea de por que se disculpa. Nunca la he conocido. No se quien es. La ayudé a ponerse de pie, y luego le sonreí despreocupadamente intentando hacerla sentirse más segura de su misma.

—No se por que te estas disculpando, pero, para que llegues a este punto, seguramente fue algo serio, a pesar de que no lo recuerde.—Comencé a hablar. No entendía qué pasaba, pero si alguien me pedía perdón yo no podía negarme. Las cosas pasaban por una razón, y por una razón esta chica que detiene el tiempo estaba alterando las cosas. Tenia que haber una razón para que ella se pusiera de rodillas y se disculpara de esa manera.

—Te prometo hacerte fuerte, sin hacerte tan miserable como lo hice anteriormente.—Hablo ella mientras se volvía a inclinar, y tomando mi mano deposito un beso en esta como haría cualquier caballero. El color se subió a mis mejillas. No se quien es, ni que quiere, pero tampoco puedo presumir que estoy segura de que es una mala persona o alguien peligroso.

—Mi nombre es Geno, nos llevaremos bien de aqui en adelante. Suerte! De cualquier manera, no recordarás nada de lo que acaba de pasar, más que ese sentimiento de que tienes que escribir todo lo que pasa. Mantente fuerte, y que la suerte esté de tu lado.— Habló finalmente, y dando unos cuantos pasos hacia atrás, desapareció con el viento entre aquel efecto de error. Era como ver una pantalla fallar frente a mis ojos, solo que en lugar de eso, ella estaba fallando y se estaba desvaneciendo. Así fue como ella desvaneció de mi vista y de mi vida.

[Cambio de Narración]

Y ahí estaba ella, sin recuerdos de lo que acaba de pasar. Sin ninguna idea de que yo, la narradora, se acaba de rebajar hasta el piso para pedirle una disculpa, debido a que mi narración ocasionó su muerte en algún momento de este libro. De cualquier manera, ella no sabe lo que acaba de pasar, y claramente nunca lo sabrá. Justo cuando el tiempo volvió sus recuerdos se desvanecieron tan rápido como un rayo iluminando el cielo. Finalmente, ella estaba ahí. Caminando fuera del hospital, lista para ver aquellas luces, y aquel cielo oscuro donde lo único que era visible era la hermosa y resplandeciente luna. Sus pies caminaron lentamente y con algo de dificultad fuera de aquella construcción con olor a vitaminas, medicina, y muerte. Cerró los ojos un momento en un intento de adaptar sus ojos a la luz. Incluso cuando tenía aquellas gafas de sol la luz era simplemente insoportable.

Midoriya la siguió caminando a su lado, y al ver como la chica se detenía y levantaba ligeramente la cabeza finalmente noto que tan desesperada estaba por estar fuera de aquel hospital. El pelo de ambos chicos se movía ligeramente por la ligera briza que comenzaba a acariciar sus mejillas. Era simplemente encantador el estar fuera de aquella prisión de paredes blancas. La chica sonrió ligeramente, incluso cuando aún tenía los ojos cerrados. A pesar de no poder ver nada, el que sus pulmones se llenaran de aire fresco, y sus oídos escucharan el incesante sonido de Japón, Tokyo en una de sus horas más recurridas era una de las cosas que la hizo sentir libre por una de las primeras veces en su vida. La chica sintió como el frío invadía sus sentidos, pero era contrarrestado por la chaqueta del peliverde.

—Midoriya, ¿puedo tomar tu brazo?— Preguntó la chica a lo que después de procesar lo que había dicho sintió como los colores subían a su cara. Eso no había sonado tan normal como pretendía. —N-No... M-Me refiero... No puedo abrir los ojos sin que me duela, así que preferiría mantenerlos cerrados hasta que pueda acostumbrarme a la luz, así que no podré caminar con la facilidad que lo hacía cuando era pequeña— Tartamudeo Shi mientras agachaba su cabeza y comenzaba a jugar con una de las pulseras que le había regalado una de las enfermeras por haber salido y haberse recuperado de esa manera tan impresionante. Izuku sonrió ligeramente entendiendo que la chica estaba más incómoda al respecto que el, asi que solamente revolvió el cabello de la joven y luego le ayudó a aferrar sus manos a su brazo.

—Esta bien, vamos— Habló él de la manera más tranquila que pudo comenzando a caminar hacia la Yuuei.

Ansiedad -- Midoriya Izuku × OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora