Capítulo 12

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La chica curioseaba en la habitacion de tal extraño sin ningún tipo de preocupación o remordimiento. Era simplemente fascinante. Veía tantas cosas ordenadas en lugares exactos que no podía evitar estar impresionada. Habían muchos utensilios de cocina y unos guantes verdes colocados justo al lado de un horno compacto el cual aparentemente era mas portatil que un horno normal. La albina mantenía su vista llena de asombro intentando adivinar cual se suponía que era la función de todas aquellas cosas, desde las más pequeñas, hasta las más grandes, e incluso cuando no lo sabia tenia aquel sentimiento constante de necesidad. Necesitaba aprender que eran y para qué servían. Si, entendía que lo que tenía frente a ella era un horno, pero no estaba segura de cómo funcionaba. No había tenido contacto con el mundo real desde que tenía nueve años, por lo que moría de curiosidad por entender todo lo que estaba a su alrededor.

Mientras la pobre albina solamente mantenía su vista en los pequeños detalles de la habitacion llena de asombro y felicidad de ver un ambiente tan relajado y cálido, un chico de complexión grande y de labios gruesos la miraba desde el porton de la habitacion lleno de preguntas y alarma. Claramente, no era normal ver a una joven en tu habitacion a las dos de la mañana, y mucho menos en la sección varonil del edificio ya que había un riesgo constante del cual ella no estaba consciente. Su nombre era Mineta. Dejando de lado al peor pervertido existente después de Jiraiya y el monje Miroku, Sato solamente miraba asombrado como la albina jugueteaba con cada una de sus mangas de pastelería y algunos de sus utensilios como la batidora. Era bastante evidente de que la chica solo continuaba con aquel recorrido debido a que no tenía idea de que el dueño de la habitacion estaba presente, además de que aquella intriga la motivaba para mantenerse sumergida en sus pensamientos.

—Esto se supone que es un... aghh, ¿cómo se llamaba?— Se preguntó a sí misma mientras intentaba recordar con todas sus fuerzas respecto a aquel cubo de metal y su uso en la vida cotidiana de la gente. Después de pensarlo un minuto recordó por lo que exclamó ruidosamente —¡Es un tostador! Cierto, mamá ponía panes dentro de esta vaina y salían tostados, luego los acompañaba con jalea, era muy rico, lastima que ya no lo hará más...— Dijo ella mientras estudiaba cada milímetro del objeto. No podía permitirse el perder muchos detalles.

—Y esto... Es una batidora, creo que el nombre indica todo— Volvió a murmurar ella para si misma y por sus mismas palabras rió angelicalmente. Era evidente de que la muchacha de ojos cambiantes era inofensiva, lo indicaba cada aspecto de ella, pero los, ahora tres chicos, parados en el portón la veían llenos de confusión. No podían presumir el reconocerla, por lo que evidentemente era una intrusa, pero ¿quién entraría a un lugar como la habitacion de Sato solamente a ver los cachibaches que tenía? Claramente, nadie peligroso ni con intenciones mas allá de entender.

—¿Qué es esto?— Se preguntó la chica a sí misma mientras tomaba un pequeño cuadro de plástico, combinado con metal y muchos otros materiales. Era algo extraño. Muy extravagante. Tenía una pequeña manzana la cual resplandecía con una luz azulada bastante tenue. ¿Qué era eso? No se veía como nada que haya visto antes, era bastante similar a una computadora, pero era tan fina como un papel, además de que no pesaba tanto como una computadora. —¿Acaso tendrá la función de una computadora? Supongo que es así, solo que mas pequeña y con un mejor procesador de información, pero ¿Cómo se leen los discos en esta cosa? ¿Acaso ya no hay discos? No... Supongo que aún hay discos, pero ya no son indispensables.— Dijo volviendo a colocar la computadora en el lugar donde se encontraba. Cabe destacar que era una laptop, y que seis años atrás las laptops eran claramente más grandes y pesadas.

—Las cortinas son lindas— Murmuró tan bajo, que apenas Sato y otro de los, ahora, cinco chicos pudo escuchar dicho comentario. —Esta es la cama de alguien, por lo que esta es la habitacion de una persona... Supongo que debería volver por donde vine antes de que el dueño vuelva— Farfulló mientras continuaba encantada con la vida. Era un soplo de aire fresco el poder examinar todo a su paso y a su manera, ya que seguramente después de la mañana del siguiente día comenzarían a llenarla de información.

En momentos como ese, apreció el hecho de que los villanos le hayan enseñado cosas básicas de preparatoria, claramente no debido a que se preocupaban con ella, pero a nadie le gustaría contar con un aliado el cual es simplemente estúpido. Necesitaban a alguien que pudiera calcular, usar matematicas, biologia, literatura, anatomía entre muchas otras, por lo que no era una ignorante respecto a materias escolares, pero sí respecto a aspectos más caseros y cotidianos, como cocinar, lavar ropa, etc. Sería una aventura el descubrir que era lo que una persona normal y adulta hacía en su vida normalmente, pero podría hacerlo.

Mientras la querida protagonista se mantenía en sus pensamientos, y sus ojos volvían a aquel color miel el cual simbolizaba neutralidad, un Sato algo desconfiado caminaba hacia ella para comenzar con una pequeña interrogación, pero al momento en que su mano hizo contacto con el hombro de la chica, la mencionada tomó la mano del chico a una velocidad alucinante y luego lo estampo contra el piso. No había sido intencional, fueron solamente reflejos, pero dicha acción hizo que la pobre se torciera el tobillo, ya que no estaba preparada para un enfrentamiento y, debido a su postura, la acción que tomo no había sido la mejor para garantizar salir ilesa. Otro problema que surgió el hecho de que se abrió algunas heridas de su abdomen las cuales estaban terminando de curarse hasta ese punto. El doctor le había advertido. pero aparentemente no puede hacer nada bien. No desde que salió.

Ansiedad -- Midoriya Izuku × OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora