La chica veía hipnotizada la comida frente a ella, observabando llena ilusión el vapor saliendo de los trozos de carne perfectamente cocidos, el pure de patatas realmente cremoso y los vegetales, tan verdes como en esos comerciales que veía de pequeña. Esta era la primera vez que comía alimentos reales desde que llegó a esta institución (ya que el pastel no es comida), y ver todos esos platillos alineados a la perfección en una mesa de madera le hacía pensar en lo afortunada que era de haber sido acogida temporalmente por la Yuuei.
Siempre había tenido miedo de no comer. Había tenido miedo de no lograr tener un trozo pan cuando la semana terminara. Siempre tuvo el deseo de nunca morir de hambre, no le importaba sangrar hasta desmayarse, o sentir dolor por golpes, solo no queria morir de hambre o sed. Cuando llegó al hospital y le dieron esa comida insipida y fria, no pudo evitar sentirse afotunada de tener comida deliciosa enfrente de ella.
Aún podía recordarlo tan vívidamente. El primer día comió y comió hasta que ya no pudo más. Había comido hasta que su estomago se sentía pesado y su mandibula estaba cansada para seguir masticando, y cuando ya no pudo más, vomito todo lo que su estomago retuvo para seguir comiendo, porque tenia miedo de no volver a comer en un tiempo. Evidentemente las enfermeras le pusieron un alto tan pronto como demostró esta conducta autodestructiva.
Esa fue la peor noche que tuvo en su vida, porque, aunque tenia un estomago lleno y ya no tenía sed, tenía miedo de que por la noche alguien llegará y le hiciera daño. Que alguien en un intento de mantenerla callada la hiciera callar. Que cosieran sus labios juntos para dar el mensaje o que simplemente la matarán. Esa fue su primera noche fuera de la prisión de hierro. El terror nocturno le hizo imposible dormir por voluntad propia, claro, solo hasta que las enfermeras decidieron cedarla para que su cuerpo logrará tener algo de descanso.
Midoriya sonreía con tan solo presenciar como la jóven miraba el plato de comida, pero, en lugar de que la pobre de Shi comenzara a comer, como se veía que deseaba hacer, simplemente comenzó a llorar como una niña pequeña que se había caído en el parque. Sus manos intentaban limpiar las lágrimas, pero no podia parar de llorar. Sus manos, temblorosas y llenas de cicatrices buscaron con desesperación el tacto de Midoriya, quien, sentado su lado, simplemente tomó su mano firmemente, intentando darle un poco de apoyo emocional. Intentando tranquilizarla.
—Tengo miedo, Izuku. Estoy aterrada—Farfullo la chica, dejándo que el tenedor que tenía en su mano libre cayera a la mesa, creando un sonido metalico que resonó por toda la habitación. La jóven se levantó de la silla casí como un resorte y salió del comedor a pasos apresurados. No podía seguir con esto. No entendía como es posible que la Yuuei pretenda usarla como una heroina si tenía miedo hasta de un comedor lleno de platos con comida.
Más allá de eso, no podia creer que incluso cuando todos los estudiantes que compartirían clases con ella estuvieran sentados alrededor de esa mesa ella sea capaz de tener un episodio como ese. Era vergonzoso, y al mismo tiempo denigrante. ¿Cómo todos ellos podían seguir comiendo con una traumada como ella en la misma mesa? ¿Cómo ninguno de ellos decía algo? ¿Por qué solo la veían? ¿Por qué solo veían? Ellos solo veían. Solo estaban viendo. Preferían solo ver. Habían decenas de ojos sobre ella, pero solo dos la veían. Solo dos ojos podían realmente verla. Solo dos ojos la comprendían.
Midoriya, quien, realmente preocupado, había seguido a la chica hasta la sala común, hizo que Shi se detuviera y lo mirara. Intentaba que la atención de la chica se enfocara unicamente en sus inmensos ojos esmeralda, pero las lágrimas hacían difícil ver con claridad. El miedo hacía difícil ver con claridad.
—¿Qué sucede, Shi? ¿Qué esta mal?— Preguntó casí en un susurro, tomando el rostro de la contraria con sus dos manos, acunandolo, mientras miraba los ojos de la chica. Shi tomó un respiro, e intento con todas sus fuerzas enfocar su mirada. Sus ojos, ahora verdes justo como los del contrario, no podían despegarse de la vista determinada de Midoriya.
—S--Siempre me decían--E--Ellos me decían que el día en que viera un co--comedor lleno,—Sollozó ella, intentando retener sus lagrimas, e intentando no derrumbarse más de lo que estaba haciendo —sería la señal de que--que moriría. De--Decian que--que sería mi última cena. A--Ahora hay un comedor lleno, y--y aunque este aquí---Yo-- N--N--No puedo-- T--Tengo hambre pero--no planeo comer s--si ellos-- S--Si yo— Tartamudeaba la chica como podía.
Midoriya tomo la mano de la contraria con delicadeza, como si ella estuviera hecha de porcelana, y la puso en su bien formado pecho, justo donde estaba su corazón.
—¿Puedes sentir eso?— Preguntó. La contraria, limpiando las lágrimas de sus mejillas con su otro brazo, asintió lentamente, intentando seguir respirando. Cerró sus ojos, intentando sentir con mas calma el palpitar acelerado y agradable del corazón de Izuku. El chico de cabellos verdosos tomó la otra mano de Shi, y la guió hasta su propio cuello. Sentía el ritmo de ambos corazones, uno acelerado y lleno de presión, y el otro tranquilo y relajado. —Ambos estamos vivos, ¿ves? Y mientras mi corazón siga palpitando, cada vez que tu tengas miedo voy a protegerte y calmarte— Declaró él de una manera dulce. Si. Sus intenciones no eran otras más que intentar tranquilizar a la chica, evidentemente, pero había sonado tan dulce viniendo de la única persona en la que realmente confiaba, que no podía evitar sentirse cautivada por eso. Las lágrimas dejaron de generarse en sus ojos, y su respiración comenzó a hacerse regular.
—¿Crees poder volver al comedor? ¿O quieres que traiga tu comida hasta acá?— Preguntó el chico, ahora rodeando a la contraria con sus brazos. La chica aspiró la colonia del contrario, feliz de saber que tenía el apoyo de otro ser humano. Hundió su rostro en el pecho del chico, y suspiro. Necesitaba mejorar. Podía hacerlo.
—Q--Quiero intentarlo. Puedo hacerlo.— Volvió a hablar ella.
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Ansiedad -- Midoriya Izuku × OC
FanfictionEn la vida no hay segundas oportunidades, solo hay un final. Después de una larga estadía en una habitacion sin lograr ver el sol, Fukui finalmente es encontrada. Finalmente encontrara el significado de su esfuerzo y sufrimiento, la pregunta aquí es...