Capítulo 14

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—¿Una fiesta de té?— Pregunto la chica un tanto curiosa mientras se ponía de cuclillas para lograr ver al roedor a los ojos con mayor facilidad. Alzo una de sus cejas intentando descifrar al animal, mientras que sus ojos se tornaban de un lindo color purpura. Estaba curiosa, y sus mismos ojos lo demostraban. El contrario solamente asintió mientras mantenía una sonrisa inocente. —¿Hay una razón en especifico para eso?— Pregunto nuevamente. La rata de pelaje blanco negó con la cabeza. Sí, es un poco extraño que el director le invite a tener una taza de té, pero realmente no quería negar la oferta. Algo de té y relajación después de algunos años seguramente le ayudaría para recuperar su cordura un poco.

—Seguro... Pero, considero que seria un poco incomodo si somos solamente nosotros dos... Seria más agradable si invitara a más personas... Digo, me siento incomoda con más de cinco personas, pero me siento aun más incomoda si solo es una persona... ¿Por qué no invita al símbolo de la paz? Digo... Sé que esta retirado... Pero...— Fukui no quería decirlo, pero era más que evidente que sentía un sentimiento de respeto y admiración por aquel hombre. Después de todo, el que este retirado no hace menor el hecho de que salvo a miles de personas sin siquiera dudarlo. Siempre sonriendo, siempre confiado. Si, no la habia salvado a ella en especifico, pero salvo a mucha gente, o por lo menos eso era lo que sabia cuando tenia nueve años.

—Considero que esa es una fantástica idea, invitare a algunos colegas del trabajo y luego de eso podrás volver a las instalaciones de la Yuuei— Sentencio aquella rata. No habia nada más que discutir. Estaba decidido. Una tarde para tomar té y mantener tus pensamientos en orden mientras discutías acerca de la vida con una rata y un esqueleto viviente... Perfecto. Lo que cualquier sobreviviente de los villanos necesitaría.

—Oh, director Nezu ¿Podría ayudarme con algo?—

[...]

—¿Es posible saber el saber que haces aquí?— Pregunto Sato mientras veía a la misma chica que anteriormente lo habia golpeado fuertemente contra el piso; Chica que estaba parada justo fuera de su puerta con un par de guantes de cocina en las manos y pasta dental. La chica le extendió ambos objetos al gran chico, y este solamente alzo una ceja algo confundido. —Compre la pasta dental primero, pero Midoriya lo vio y me dijo que no seria el mejor regalo que alguien podría recibir de disculpa, y me dijo que seria apropiado el darte algo más... Entonces pensé acerca del tostador, la batidora y las mangas de pastelería y creí que unos guantes te servirían, pero no quería desperdiciar la pasta de dientes así que... El punto es que es una especie de disculpa por haberte causado dolor espinal y tu sabes... Estamparte contra el piso.— Termino la chica. En un momento como este seguramente se estén preguntando, ¿de dónde saco el dinero? ¿Cómo logro ir a un centro comercial y no caer en un estado ansioso? ¿Cómo logro salir de las instalaciones de la Yuuei? Son bastantes preguntas, y muy buenas, pero no me apetece darles la respuesta a eso por ahora.

Sato solamente sonrió de lado, entendiendo la disculpa no tan convencional, y aceptando las ofrendas para el tratado de paz. Miro a la chica y con señas de manos la invito a pasar. Evidentemente, Shi no iba a rechazar aquella oferta. Quería seguir curioseando y estudiando las cosas dentro de aquel cuarto.

—Hice un pastel de chocolate, ¿quieres un poco?— Pregunto el chico. La contraria, confundida y deseosa de saber asintió con la cabeza.

[...]

Comía y comía sin pudor alguno. No habia probado nada parecido desde que habia logrado salir de aquel infierno, y ahora el probar algo tan delicioso como aquel pastel de chocolate era simplemente el cielo en el mundo terrenal. Mientras ella seguía comiendo pieza de pastel tras pieza de pastel, Sato solamente lograba verla asombrado y completamente asustado. Nunca habia visto a nadie comer esa cantidad de azúcar en tan poco tiempo, y, ya que la chica llegaba a la quinta pieza, el contrario retiro el pastel de sus manos y lo guardo en la nevera.

—Tranquila, es poco recomendable el comer tanta azúcar— Dijo Sato mientras guardaba todo lo que podría ser relativamente dulce. La chica soltó un gruñido mientras suspiraba.

—Cuando comes debes de hacerlo bien. No sabes cuando será la siguiente vez que comas— Dijo la chica mientras cerraba los ojos llena de satisfacción. El contrario solamente alzo una ceja, confundido por las palabras tan extrañas que habia dicho la albina.

—Se come siempre a la misma hora en el comedor principal— Respondió inocentemente Sato. Fukui rio levemente mientras negaba con la cabeza, incrédula de que el futuro héroe pensara de aquella manera y tuviese por garantizado el comer. Que contrariedad.

No podía dejar de pensar que por años ella deseaba el tener por garantizado el comer todos los días y este chico pensaba que todos los días habría comida en su mesa. ¿Por qué las personas siempre pensaban que todo estaba garantizado? No lo entendía, pero aparentemente así era el mundo fuera de las cuatro paredes de hierro reforzadas. Sus ojos se tornaron un hermoso color aquea, verde y naranja fosforescente. Estaba tan confundida que sus emociones comenzaban a revolverse entre ellas.

—Nunca hay nada por garantizado. Las cosas cambian de un segundo a otro y puedes perderlo todo en un solo suspiro— Respondió la chica mirando al piso. Aun podía recordar que tan rápido perdió a sus padres y su hermano. Habían pasado años y aun podía ver esas imágenes vívidamente en su mente. Respiro hondo intentando calmarse a si misma y viendo como Sato la miraba aun más confundida.

—Solo considero que nada es para siempre— Dijo intentando relajar un poco el ambiente, pero al dejar las cosas de aquella manera tan incomoda solamente pensó rápidamente en huir de la situación. —Bueno, muchas gracias por el pastel, creo que es un buen momento para irme.— Dijo la chica levantándose como si fuese un resorte. Coloco mejor los lentes de sol que tenia en su rostro y, después de dar una reverencia, salió de la habitación cerrando la puerta detrás de ella. Volvió a inhalar y exhalar, aun recargada levemente en la puerta. Estaba sumamente ansiosa.

Los minutos pasaban y la chica aun no era capaz de moverse del lugar.

—¿Qué tal fue todo?— Pregunto una voz familiar, pero sonaba tan lejana que la chica con suerte podría escucharla. A cada segundo la ropa en su pecho parecía hacerse más apretada. Entonces, los brazos de esa persona la rodearon levemente. Su mano pasaba por la espalda de la contraria en repetidas ocasiones mientras que recargaba su barbilla en la cabeza de la chica. La respiración de la contraria chocaba contra el pecho del chico y solo lograba concentrarse en sus respiraciones calmadas. —Calma— Murmuro el chico de una manera tranquila.

Fukui cerro los ojos un segundo y finalmente pudo hacer que su cerebro funcionara para reconocer a la persona frente a ella. Midoriya.


Ansiedad -- Midoriya Izuku × OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora