La dura camilla de hospital en tu espalda te hacia sentir algo incomoda, cabe destacar que estabas sentada en la cama. Las cosas que pasaban a tu alrededor eran simplemente asombrosas. Cada movimiento que las enfermeras a tus lados hacían para cuidarte y cumplir efectivamente su trabajo te resultaba terriblemente interesante, por lo que tus ojos color café miel no se despegaban de ellas en sus turnos dentro de tu habitación. Era simplemente encantador el estar en una habitación con calefacción y tranquilidad mientras que distintas personas te daban pudin de chocolate en la hora de comer, era simplemente increíble. Era lo mejor que habías vivido en tu estadía en el mundo humano, y a pesar de ser un ángel preferías vivir como un humano por primera vez en tu eternidad. No importa cuanto debas de sufrir.
Mientras comías uno de tus púdines y eras feliz viendo la ventana un par de personas entraron a la habitación. Tus ojos miraban pacientemente hacia la ventana, mientras tus mejillas se volvían tenuemente rojas, era simplemente increíble el ver aquellas personas, felices, inconscientes y amigables mientras que tu estabas en aquella habitación, comiendo pudin, disfrutando de tu libertad parcial. En ese momento una persona tosiendo lo suficientemente alto para llamar tu atención te hizo desviar la vista de aquella soleada tarde hacia quien sea que emitió el sonido. Tus ojos analizaron al hombre flaco que estaba frente a ti, su cabello rubio descuidado y esponjado, al igual que sus ojos azules y negro llamaban tu atención un poco.
—Buen día...— Saludaste para volver a desviar tus ojos a la ventana, lista para continuar observando las cosas que sucedían fuera de aquel hospital. Lista para continuar con aquellos pensamientos, los cuales dejaron de ser corrosivos y horribles los cuales te corrompían cada noche, ahora eran simplemente encantadores. Te preguntabas de que raza eran los perros que paseaban frente a el hospital, que día tan brillante y soleado era, o que tan lindo era el ver las parejas caminar por las calles felices e inocentes.
"¡Vamos a implantarte un chip en el trasero para que no me tengas con el Jesús en la boca!" Pudiste leer en los labios de una chica con un rubio a su lado, seguramente una encantadora pareja, la chica sonreía mientras el chico le regresaba el mismo gesto. Tus ojos no querían despegarse de aquella ventana mientras intentabas imaginar lo que pasaría cuando salieses de aquel lugar. Que se supone que harías? No tenias nada fuera del hospital, ni familia, ni hogar, ni siquiera tenias un yen! Era simplemente terrible.
—Buenos días señorita, yo soy el héroe retirado All Might—Dijo el. Tu pudin en ese momento se revolvió en tu estomago mientras abrías los ojos, no demasiado, pero era bastante evidente el hecho de que estabas impresionada, siendo sinceros nadie te culparía, no habías tenido la oportunidad de ver las noticias en tu estadía en el hospital. Era simplemente increíble el hecho de escuchar retirado y All Might en la misma oración.
—¿All Might? ¿Retirado?— Preguntaste volteando tu mirada en un intento de analizar al hombre, en ese momento un chico y una especie de rata entraron a la habitación. Te sentiste aliviada al ver aquellos ojos verdes y cabellos rizados entrar por aquella puerta. Lo habías conocido anteriormente, y de hecho, era la única persona que estuvo a tu lado. Era lo único que había tenido durante mucho tiempo, pero ahora, eso solo parecía un vago recuerdo.
[...]
—Realmente no lo se... Las cosas que habían ahí adentro siempre fueron prohibidas para mi, y el día que me encontraron fue un día en el que mi fe por los héroes flaqueo, así que decidí escapar por mi misma... No se porque no lo había intentado hasta ese día, supongo que esperaba ser encontrada mucho antes...— Dijo la chica mientras que sus grandes ojos se desviaban hacia el suelo, tal vez apenada de sus acciones, tal vez recordando alguna experiencia pasada. Volvió a levantar la mirada, pero lo único que se digno a ver fue fuera de la ventana. Esa era la ultima prisión de la que le quedaba escapar, de la ultima prisión que debía de irse sin hacer demasiado escándalo. Debería encontrar una nueva vida fuera de aquellas cuatro paredes blancas que emanaban un olor sofocante a vitaminas y depresión.
—¿Por qué perdió la fe hasta ese día?— Pregunto el joven que recordabas como amable y positivo, Midoriya, a lo que la chica solamente sonrió de lado.
—Porque recordé lo que había dejado atrás con tal de no convertirme en una villana... Lo abandone todo para no hacer el mal, incluyendo a mi propia familia, la cual por mis incompetentes acciones y pocos reflejos fue asesinada...— Dijo. Incluso después de haber dicho tales palabras con un tono de arrepentimiento y pena, no podía decir que era así. Todo eso era solamente una mascara ante tales situaciones, en las que, por ahora, debería seguir fingiendo si quería realmente un final feliz. Sus uñas recorrieron su piel lentamente, mientras que rasgaba su piel llena de ansiedad. No era una de las mejores cosas que podía hacer, pero años atrás ella había adquirido aquel mal habito con el único propósito de mantenerse cuerda, o recordar que estaba viva, aunque sea solo una parte de ella.
—Ya veo...— Habló uno de los adultos en la sala, aunque no estabas segura de quien ya que no te había importado demasiado. El joven Midoriya solamente desvió sus ojos verdes hacia el hombre prestandole atención, en espera de lo que sea una temporal solución para el problema de la chica que estaba ante ambos. No habían tenido un caso de heridas tan grandes como el que ella tenia, por lo que consideraron que ella seria la primera persona a la que tendrían que interrogar. Además, era la única sobreviviente de aquel infierno la cual no estuviese en un manicomio o terapia.
—Hay algo más que quieran preguntar señores, ¿o se retiraran ahora?— Preguntó la joven tomando otra cucharada de aquel postre el cual por ahora, ya no debería de continuar comiendo debido al terrible sabor de boca que le había dejado el recordar las cosas, además de que su estomago, el cual ahora estaba revuelto, comenzaba a pedirle que dejara las cosas en la pequeña mesita que estaba colocada frente a ella.
—Nezu creo que...— Comenzó a hablar el hombre ya retirado, pero no pudo terminar aquella oración debido al repentino interés de su acompañante el cual no dudo dos veces en si debía de interrumpir al rubio.
—¿Que harás al salir de aquí Fukui?— Preguntó el chico con mejillas pecosas a lo que la contraria solamente bajo la mirada, no estaba segura, solo sabia que iba a vivir como si cada día fuese el ultimo. No tenia ni la menor idea de que sucedería, si la casa de sus padres fue vendida, o si fue completamente destrozada o abandonada, pero en cualquiera de las maneras no significaba nada bueno para ti.
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Ansiedad -- Midoriya Izuku × OC
FanfictionEn la vida no hay segundas oportunidades, solo hay un final. Después de una larga estadía en una habitacion sin lograr ver el sol, Fukui finalmente es encontrada. Finalmente encontrara el significado de su esfuerzo y sufrimiento, la pregunta aquí es...