• 09; Pistas que ayudan.

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—Mi pasatiempo favorito es dibujarte la mayor parte de mi tiempo.

Harry mantenía la mirada fija en espera de que Draco dijera algo al tener aquel trozo de pergamino entre sus manos.

Era de noche, se supone que los dos deberían estar durmiendo y no a escondidas, donde Draco estaba recargado de la orilla de la ventana y él con la mirada alzada dejando que este estuviese más cómodo.

—¿Estás diciendo que este soy yo? —dijo el chico ladeando la cabeza de izquierda a derecha.

—Pues si...eres tú cuando tenías 19 años.

—¿Diecinueve?

—Si —el dió unos pasos hacia atrás por qué estaba cansado de ver hacia arriba.

Para su buena suerte Draco tenía su dormitorio en la planta baja o sería más complicado en ese momento el poder verlo.

—Joder, siempre he sido tan guapo. Ahora entiendo porque me besaste el otro día —había mucho orgullo en su tono de voz, y un brillo de emoción en sus ojos.

—Para ser el futuro sacerdote, te falta un poco de humildad en tu ego.

—Y a ti te hace falta ir a misa cada semana porque ya andas pecando.

—Lo hecho hecho está, no hay arrepentimiento de mi parte —cruzó los brazos demostrándole que decía la verdad.

El chico lo único que supo hacer fue alzar una ceja en modo de reto. Lo vió como doblaba la hoja del pergamino pensando que se la iba a devolver, pero lo que hizo fue guardarse está misma en uno de los bolsillos de su ropa para dormir.

Abrió la boca fingiendo que eso era completamente grosero de su parte.

—Es mío, yo soy el artista —estiró la mano para que se lo devolviera.

—Y yo soy el arte —recargó sus brazos sobre la orilla, no podía ganarle.

—Bien, quedatelo. Tengo más de esos...

—¿Eso debería alegrarme o preocuparme?

—Me faltas al respeto.

Draco sonrió como muestra de gratitud por su sinceridad. Se quedó en silencio mirándolo de aquella forma más cuando vio que recargaba su mejilla en la palma de su mano.

Sintió tantas ganas de hacerle muchas cosas.

Y es que Draco era tan puro a su manera que le daban ganas de corromperlo solo para él. Pero era el futuro sacerdote, siempre se repetía lo mismo.

—Tienes que ir a dormir —dijo después de unos segundos— no arruges la frente, es verdad. Ve a dormir.

—Pues te recuerdo que yo estaba durmiendo hasta que alguien llegó a tocar a mi ventana —el chico se mostró ofendido.

Era verdad. Él había llegado a molestarle solo porque quería verlo, no había tenido tiempo de hacerlo ese día por estar ayudando en el pueblo y porque Draco no salió de su casa.

Vió el cansancio en su rostro, sus ojos estaban algo hinchados por el sueño.

—Ya te dejare dormir, solo quiero que me des algo...

—No tengo dinero.

Harry negó, el le llamó con el pulgar para que se agachara.

La altura de la ventana no era enorme, por el mismo podría subir para entrar a su cuarto. Pero no estaba dispuesto a seguir pecando cuando no debería.

Al ver que este se había inclinado hacia abajo, aprovechó para tomarle de las mejillas y besarle.

Era el tercer beso que volvía a robarle, desde aquellos besos torpes en el bosque no había dejado de pensar en sus labios. Ahora que volvía a tener poder sobre ellos, hacia que se sintiera pleno por compartir el roce de labios, su humedad y calidez interna.

El camino al paraíso;  [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora