El camino al paraíso; [ Harco ]

• 28; La llegada al paraíso.

Olía demasiado a leña pero también a muchas esencias en las que aveces estaba acostumbrado por las veces que se la había pasado experimentando con tantas pociones.

Además no sabía cómo había llegado a aquel cuarto porque lo último que recordaba era estar en el agua.

¿Estaría muerto?

Se quitó el trapo húmedo que cubría su frente solo para poder levantarse sintiéndose mareado por haberlo hecho de manera rápida, pero el cuerpo no le dolió ni un poco. Movió sus brazos sin percibir alguna molestia, algo debieron haber hecho como para que ahora estuviera bien.

Salió de aquel cuarto encontrándose en un lugar medio oscuro lleno de humo de diferentes colores. Se preguntó dónde estaría Harry, no recordaba dónde lo había dejado.

Su mirada fue hasta el hombre que estaba agachado a los pies de la chimenea, vió que estaba haciendo una poción asi que se acercó de manera cautelosa solo para no molesto sabiendo respetar la privacidad. Solo que cuando estuvo lo suficiente cerca pudo notar que clase de poción estaba haciendo.

—¿Filtro de muertos en vida? —murmuró maravillado al ver su claridad.

El hombre alzó la mirada, no decía mucho pero supo que había un poco de sorpresa.

—¿Lo has hecho antes? —le preguntó.

—Si, un par de veces pero no ha salido tan clara como esta.

—¿En quien lo utilizaste?

—Gente sin importancia —iba a acercar su mano al caldero pero prefirió respetar el trabajo ajeno.

Miró a su alrededor más interesado que nunca al darse cuenta que estaba con un pocionista que se veía sabía demasiado.

Lo dejo ahí para acercarse a la estantería que estaba a un lado de la ventana.

—¿Cómo es que ha logrado hacer el Félix Felicis? —tomó aquella botellita solo para verlo— por Merlin, también tiene Amortentia, es peligrosa en si...por el amor a Merlin, también tiene poción multijugos, es mucho más peligrosa...nunca lo hice pero sabía que las personas pueden cambiar de apariencia.

Bajó la mirada al siguiente nivel del estante para ver todo tipo de pociones que ahi había.

Si ese era el cielo o el infierno, pues estaba contento.

—Poción del olvido, veritaserum...

—¿Te gustan las pociones? —escuchó detrás suyo.

El movió la cabeza de manera afirmativa aún viendo cada botellita que podía identificar con facilidad. Incluso pudo saber que era cuál, estaba tan maravillado porque nunca pudo usar ese tipo de cosas.

Miró al hombre que ya se había puesto de pie para mirarle de forma neutral.

—¿Usted es dios o algo así? Porque yo recuerdo qué...

—Estas en Hufflepuff, Malfoy. Y no, no soy dios, soy Severus Snape.

—Un placer conocer a alguien tan talentoso.

Snape había alzado el mentón confundido por la actitud del chico pero muy dentro de él se sentía muy a gusto con la presencia del muchacho.

En él pudo ver a un gran aprendiz con mucho futuro.

Este caminó hasta la mesa que los separaba a ambos, acomodó los cuencos y las diversas cucharas qué se encontraban dispersas. Era el momento de decirle el adiós.

—Espere, ¿Dijo Hufflepuff?? ¿En serio? —asintió sin verle— por Merlin, debería...no, ya no voy a rezar.

—¿Por que deberías rezar?