El camino al paraíso; [ Harco ]

• 13; Ciego.

Días seguían pasando y no había rastros de la reina. La suerte de muchos es que el rey había dejado de exigir que todos fueran a buscar pasando los límites de Hogwarts.

Harry agradecía demasiado porque ya estaba cansado de todo lo que estaba pasando, y estaba seguro que el rey y su hijo se encontraban en la misma posición.

Ahora solo quedaba esperar una cosa: lo que los mortifagos quisieran a cambio de ella.

Pero no había ningún trato hasta ahora.

—¿Y si estás descanso porque estás buscando una bolsita de terciopelo?

Ginny no le quitaba la vista de encima al ver a su amigo caminar por todas partes en su pequeño taller donde estaba haciendo varios prototipos de aquellas escobas voladoras.

Ya hasta se había tropezado con algunos palos que habia recolectado del bosque haciéndolos caer al suelo.

—Es el cumpleaños de Draco, le voy a dar su regalo —contestó alzando más ramas de árboles tirados para buscar.

—Ahí no están.

—Ya me di cuenta —soltó las ramas para ir hacia el armario que tenía cercano a la ventana.

Ginny se acomodó en su asiento para recargar su mentón en la palma de su mano sin quitarle la vista de encima.

Se le hacía gracioso verlo de esa forma.

—No sabía que era su cumpleaños, igual si lo hubiera sabido no le hubiese dado nada porque se trata del hijo del sacerdote. Él debe tenerlo todo.

—A mi me da igual eso, yo quiero que tenga algo mío.

—¿Y qué se supone que le vas a dar?

—Eso es algo mío, lo hice yo mismo para que nadie se enterara —su rostro se iluminó cuando encontró una bolsita de terciopelo rojo— mi padre me dio algunos consejos para hacer ese tipo de cosas, y yo me encargue del resto.

—¿Hiciste algo de herrería? Porque tu papá es herrero...

—No Ginny, no te voy a decir por más que intentes saber —él le dió la espalda para que no viera que metía en la bolsita.

Cerró está con una cuerda negra que también habia encontrando ahí pero procuro no hacerle tantos amarres para que Draco pudiera abrirla con facilidad.

Estaba todo listo. Solo tenía que ir a dejárselo como sorpresa.

—Gracias, ¿No? —dijo Ginny en voz alta, deteniendo su caminata.

Harry volteó a verla, en la mirada de ella mostraba lo curiosa que estaba pero también divertida por verlo así.

—Gracias Ginny, te pagaré con comida la próxima vez que venga a verte.

—Comida puede darmela mi madre.

—Entonces te traeré alguna otra cosa que me encuentre y te guste.

—Si es Luna estaría tan agradecida de eso —dijo sin descaro alguno, haciendo enrojecer a Harry.

Ambos sabían aquella atracción que tenían por ciertas personas demasiado prohibidas para ambos. Pero Ginny había mantenido la decencia de solo poder ver a su amada solamente desde lejos y mejor intentar una relación con Dean.

Él no, él olvidó los rezos y fue directo a pecar directamente.

Sonrió despreocupadamente solo para qué ella no le siguiera viendo con cierto reproche porque no se había alejado de cierto rubio como lo había prometido antes. Pero no podía hacerlo.