i. cassiopeia black

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«Cassiopeia Black»

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Querida Cassie,

Lamento mucho que no pudieras llevarte con Harry, el es un gran chico, sólo debes tenerle paciencia. Cuida de él, este año será alocado para ambos.

Respecto a mí, estoy muy bien. Por cuestiones obvias no puedo decirte dónde estoy, pero te extraño cada vez más.

Con amor, Canuto.

Cassiopeia suspiró con pesar y quemó la carta, no quería que terminara en malas manos. El año pasado había sido algo agobiante para ella y sabía que este año sería igual. Entró al tren escarlata y buscó un compartimiento vacío, casualmente entró en el que estaba el trío de oro. Ah, y Malfoy.

¿Vas a participar? –repitió Malfoy– Supongo que tú sí, Potter. Nunca dejas pasar una oportunidad de exhibirte, ¿A que no?

– No, no. Harry no participará en nada –Cassie entró decidida, corriendo a Malfoy del marco de la puerta– ¿De qué estamos hablando, exactamente?

Harry quería desaparecer en ese mismo instante. ¿Es que acaso la chica no se cansaba de seguirlo a todos lados? Agradecía su preocupación y la de su padrino, pero vamos, ¿Qué podía pasarle en un compartimiento?

– ¡No me digas que no lo saben! –dijo muy contento– ¿Tú tienes en el ministerio a un padre y un hermano, y no lo sabes? Dios mío, mi padre me lo dijo hace un siglo... Cornelius Fudge se lo explicó. Pero claro, mi padre siempre se ha...

– Ya, ya entendimos que tu padre es un lamebotas del ministro. ¿Irás al grano o no?

Malfoy se acercó hacia la chica de los ojos miel y la tomó del mentón. Cassiopeia sólo enarcó una ceja.

– Qué agresiva, pequeña Black. Las vacaciones te hicieron bastante bien, me agrada. Ah, por cierto, sólo responde, ¿Sí o no?

Cassiopeia nunca se había llevado mal con Malfoy, al contrario, el chico estaba tan involucrando con el tema de la pureza de la sangre que cada vez que veía a la chica Black, se le insinuaba y claro, Cassie no es de cartón.

– Sí, sí. Ahora, vete.

Volviendo a reírse, Malfoy hizo una seña a Crabbe y Goyle, y los tres se fueron. Ron se puso de pie y cerró la puerta corredera del
compartimiento dando un portazo tan fuerte que el cristal se hizo añicos.

– Ron, no dejes que Draco te moleste. Ambos sabemos perfectamente que tu padre vale más que el de Malfoy. ¡Reparo! –espetó la castaña y los cristales volvieron a su estado.

– ¿Qué haces aquí? –Preguntó Harry con un tono molesto. Cassiopeia le mostró el dedo de en medio.

– La lechuza que usó papá no se irá hasta que me quede contigo. No es como si me agradaras, Potter –le sonrió falsamente y el trío de oro dirigió la mirada hacia la lechuza negra que se encontraba volando frente a la ventana, con dificultad.

– Pero no hables mucho.

– ¡Harry! –lo regañó Hermione. Cassiopeia se llevaba bien con muchas personas, con todos menos Harry Potter. Sus personalidades no cuadraban, eran polos completamente opuestos. En cambio, con Ron y Hermione se llevaban de maravilla.

– Psst, ¿Trajiste las galletas? –le susurró Ron a la castaña, y a escondidas de Hermione, Cassie le pasó un paquete de galletas recientemente horneadas por ella misma.













(...)















Luego de que quedaran todos empapados por la tormenta, Cassie se dispuso a entrar al Gran Comedor. Ya dentro de este. se sentó en la mesa de Gryffindor, algo alejada de Harry pero lo suficiente cerca para vigilar sus tendencias suicidas. Cassie no era de muchos amigos, sí se llevaba con las personas, pero no los sentía como amigos como tal. En eso, Edward Mansour la encontraba muy parecida a Rose, pues ambas eran algo marginadas, como las llamaba su tío. La selección empezó y Cassie sólo pensaba en la cantidad de niños que había. ¡Ella sólo quería comer!

– ¿Una...

– Galleta? –terminó de decir Fred. Los gemelos se sentaron junto a la castaña y le ofrecieron la galleta. Ella, quien claramente los conocía, negó.

– No está envenenada, ¿Verdad? –preguntó Cassie en voz baja y mirando la galleta con desconfianza.

– ¿Qué es lo peor que te podría pasar?

– Además de morir, claro –Fred miró a su gemelo y viceversa, finalmente ambos miraron a la chica con una sonrisa.

– La quiero. Siempre es un buen momento para morir –tomó la galleta y la llevó a su boca. Los gemelos Weasley eran parte de sus amigos, Cassie los adoraba y ellos a ella.– Hablando de muerte, ¿Logran ver a Potter?

– ¿Aún no se llevan bien?

– Nunca nos llevaremos bien. Lo odio y él me odia. Preferiría aceptarle una cita a Draco.

– ¡Es tu primo, mujer! –exclamó George.

– Primos en segundo grado.

Ya el banquete había comenzado. Gracias a Merlín y a sus ancestros, pensó Cassie. Los gemelos se fueron con Lee Jordan, así que quedó completamente sola. O eso quería pensar ella, hasta que el trío de oro se acercó. Harry no se veía particularmente feliz por estar cerca de su guardaespaldas.

– Cass, ¿Sabías que hay elfos en Hogwarts? –Hermione se sentó a su lado, parecía bastante intrigada en saber la opinión de la adolescente.

– Claro que sabía. Helga Hufflepuff llevó a los elfos domésticos a trabajar para evitar ser abusados, así que no te preocupes que están mucho mejor aquí que en la mansión Malfoy –respondió como si supiera la información de memoria y es que sí, la verdad es que se la sabía de memoria. Había leído Historia de Hogwarts en más de una oportunidad. Hermione parecía estar mucho más tranquila que cuando llegó al lado de la chica Black. Harry y Cassiopeia rozaron sus manos; a ambos se les había ocurrido intentar tomar la última tarta de melaza.

– ¡La tomé primero! –exclamaron al mismo tiempo, mirándose con molestia y sin soltar la tarta– ¡Hermione, dile algo!

– «Padecen» unos «nisos» –Ron tenía la boca llena, Hermione lo miró con asco y le tendió una servilleta– «Gadias»

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora