xii. "están vivos"

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 «"Están vivos

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«"Están vivos."»

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Cassie perdió a Harry de vista, y decidió volver al castillo. En el camino, se encontró con Magnus y, aunque intentó pasar desapercibida, el chico se acercó a ella.

– Eso estuvo de locos, ¿no crees? –Magnus intentó pasar un brazo por los hombros de Cassie, pero lo apartó de inmediato.

– Pobre Harry, debe estar devastado, primero sus padres y ahora el chico guapo de Hufflepuff... –murmuró Cassie con la mirada puesta en frente.

– ¿Sus padres, dices? –preguntó Magnus con el ceño fruncido, Cassie lo miró por primera vez, con la misma expresión.

– Sus padres murieron, idiota, ¡Es Harry Potter! Todos conocen su historia.

– Oh, Cassandra, estás equivocada –canturreó– Sus padres están más vivos que nuestras madres. ¿Acaso no sabes por qué nuestros padres fueron a Estados Unidos? –Magnus ladeó una sonrisa burlesca, claramente la castaña no tenía idea.

– Explícame, y que sea rápido, tengo mejores cosas que hacer que estar contigo.

– Los Potter están más vivos que nunca. Mi padre los vio en California, es por eso que Dumbledore los envió.

Cassiopeia abrió los ojos como plato, sus padrinos estaban vivos, ¡y su padre no le había dicho nada! Lo que más le molestaba, era que Magnus lo supiera antes, ¿cómo es que ese troglodita sabía cosas que ella no?

– ¿No crees que me merezco un beso, en forma de agradecimiento? –Magnus estiró sus labios hacia Cassie, quien lo miró con asco.

– El beso del dementor, querrás decir. ¡Adiós, troglodita!

Cassiopeia corrió hasta el castillo, debía encontrar a Harry y contarle cuanto antes. Empujó a varios de sus compañeros, sin querer, claro, pero fue detenida por McGonagall.

– ¡Minnie, le juro que Pansy cayó al lago por error! –exclamó eufórica, Minerva McGonagall tomó aire, era la viva imagen de su padre.

– Hay alguien que quiere verla en el despacho del director Dumbledore. Le gustan los caramelos ácidos.

Cassie refunfuñó, ¿quién querría verla? ¡Ella debía buscar a Harry, no aceptar visitas! Era como si todos se pusieran de acuerdo para interponerse entre ella y Harry. Ni siquiera se había detenido a pensar en el beso con Harry, sabía que el pobre estaría demasiado devastado y traumado, como para pensar en amoríos ahora. Corrió hasta la gárgola, la cual se hizo un lado en cuanto dijo la contraseña. Subió las escaleras de caracol con rapidez y lo primero que vio, fue una cabellera despeinada, de color azabache.

– ¡Harry, Harry, te busqué por todas partes! –Cassie abrazó a Harry con fuerza. Sirius miraba la escena con los ojos entrecerrados, mientras que el anciano Dumbledore, los miraba con una pequeña sonrisa.– ¡Hay algo que debo decirte!

– Mis padres están vivos, lo sé.

– ¡Tus padres están vivos...! –exclamó al mismo tiempo, se separó del azabache con una gran cara de sorpresa.– ¿Cómo lo sabes?

– Harry se dio cuenta en el cementerio, en el momento de escapar, aparecieron los fantasmas de las víctimas de Voldemort, todos menos los Potter –habló Sirius. Padre e hija se abrazaron como si su vida dependiera de ello.– ¿Debo sentirme reemplazado por Harry?

– ¿Popotter? Pff, claro que no. –se separó– ¿Es por eso que fuiste con Eric Saucet a Estados Unidos?

– Y Remus, él también fue con nosotros. Eric reconoció a Jane en una ciudad del país, y se contactó con Dumbledore.

– ¿C-cómo están m-mis padres? –susurró Harry con la voz apagada.

Sirius miró a Dumbledore, como si le estuviera pidiendo permiso para algo, el anciano asintió con la cabeza.

– Peter Pettigrew les borró la memoria, están desorientados. No te recuerdan, Harry.

– ¿Van a estar bien?

– Sí, Cass. Han avanzado mucho, al menos ahora reconocen a Remus, Eric y a mí. Edward nos está ayudando, James y Jane tuvieron una...

La puerta del despacho se abrió de golpe. Molly, Bill, Ron, Hermione y la señora Pomfrey se hicieron presentes.

– ¡Harry, Harry!


Ya todos los alumnos se encontraban en el vagón. Cassie no había intentado hablar con Harry, creía que necesitaba tiempo para procesar sus emociones y todo lo que había ocurrido recientemente. Cassiopeia se encontraba en el mismo vagón que los gemelos, quienes la habían visto muy triste los últimos días y querían animarla.

Los gemelos aparecieron en el compartimiento, con una bolsa en sus manos.

– A que no adivinas...

– Harry nos dio los galeones del torneo.

– Me alegro por ustedes, ¡con esa cantidad podrán hacer muchas galletas de canarios!

Fred se acomodó en un extremo y George al otro, en medio se encontraba Cassie, recostada en medio de ambos.

– Harry nos dijo lo mismo. Curioso, ¿no, Fred?

– Curioso, muy curioso.

Los gemelos miraban con una cara pícara a Cassie. Las mejillas de la chica se sonrojaron con rapidez.

– ¡Se llama casualidad!

El tren escarlata frenó en la plataforma 9¾. Cassie se despidió de sus amigos y fue en busca de Magnus, ella y el Ravenclaw pasarían las vacaciones en el número 12 de Grimmauld Place.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora