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«La victoria de Snape»
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Cassie bajó del tren escarlata en compañía de sus amigos. Harry no volvió al compartimiento desde que fueron con Slughorn, y Cassie comenzaba a preocuparse, pues al tratarse de él, significaba que estaba en problemas. Optó por esperar a Harry, pero para su sorpresa, salió Draco.
–Draco, ¿Has visto a Harry?
–¿Potter en problemas? Qué novedad –rió con sarcasmo.
–Esperemos que no, iré a buscarlo –la castaña fue detenida por Draco– ¿Qué quieres?
–San Potter no está en el tren, Drizella, acabo de estar ahí –rodó los ojos por la insistencia de la chica. Cassie asintió no muy confundida– ¿Vamos? A menos que quieras caminar.
Cassie llegó al Gran Comedor en compañía de Draco, ninguno articuló palabra alguna durante el camino. Su amistad se dio por acabada el año pasado, pero se encontraba muy preocupada como para pensar en ello ahora.
–¡Potter, Rosalyn!
La pelirroja caminó por el comedor bajo la mirada atenta de los presentes, Cassie le hacía seña de que todo estaría bien. La pequeña se sentó y McGonagall le colocó el sombrero en la cabeza.
–¡Hufflepuff!
La mesa de los tejones estalló en aplausos, Cassiopeia se levantó del asiento y le aplaudió, aunque muchos leones se decepcionaron de no tener a ambos Potter en su casa.
El banquete dio comienzo, y Harry aún no aparecía, Magnus se alejó de la mesa de Ravenclaw y se sentó junto a ella.
–Si te preocupas mucho, te arrugarás –dijo tocando la sien de la castaña.
–¿Y tú qué haces aquí?
–En mi mesa no hay patatas fritas –llevó una a su boca y la miró con obviedad– ¿Y tu novio? Oh, claro, no tienes, se me olvidaba.
–¿Y tu vida amorosa? Oh, se me olvidaba no tienes –le sonrió y metió dos patatas calientes a la boca de Magnus.
–¿Puedes dejar de comer? ¡Tu mejor amigo está perdido! –regañó Hermione a Ron.
Todos los alumnos guardaron silencio de repente y Cassie notó el por qué: Harry entró al Gran Comedor cubierto de sangre.
