xiii. los potter

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«Los Potter»

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Cassiopeia Black describía sus vacaciones como horribles, aunque la palabra le quedaba corta. Casi no veía a su padre, su tío o el mismo Remus, debía aguantar a Magnus Saucet todo el día, con sus comentarios para nada apropiados y opiniones que generaban debate en la mesa. Los Potter tampoco la pasaban bien, los adultos se encerraban todo el día con ellos. Lo único que se podían escuchar eran gritos, llantos y lamentos, sobretodo de Jane Potter, quien era la que más gritaba. La magia que utilizaban con ellos era demasiada, por lo que no podían silenciar la habitación a su antojo.

Rosalyn Potter era la hija pequeña de los Potter, y la hermana de Harry. Era una niña de diez años, era muy parecida a su madre fisicamente. Madre e hija compartían los mismos ojos verde esmeralda, que hacían perderte en ellos y claro, el cabello rojizo, junto al rostro cubierto de pecas. La menor de los Potter deambulaban en la vieja casa Black, jugando con una muñeca de trapo que no soltaba. A Cassie le causaba mucha ternura y pena la situación de la pequeña, la joven Black conocía muy bien lo que era ser separada de sus padres, y no podía imaginar por lo que la pequeña Rosalyn estaba pasando. Y aunque Cassiopeia intentaba acercarse a la pequeña, Rosalyn huía.

Cassie caminaba por los pasillos de la casa, intentando descifrar cada rincón. Notó que la puerta de la biblioteca estaba abierta, por lo que se asomó. La escena era algo angustiante: James Potter tenía los ojos desorbitados y parecía que miraba un punto fijo, mientras Remus Lupin y Sirius Black pronunciaban unas palabras en latín, con sus varitas puestas en la cabeza del azabache. El primer pensamiento de Cassie fue que parecía una escena de la película el exorcista.

Lo que le causó aún más curiosidad, era que no habían rastros de Jane Potter. Buscó con la mirada una cabellera pelirroja, hasta que la encontró.

Jane Potter se veía demacrada y triste, sus ojos, que Cassie siempre veía en fotos, lucían apagados y sin vida. La mujer notó la presencia de la adolescente y automáticamente, de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas; Jane se acercó a ella como si no pudiese creer lo que estaba viendo.

– ¿Rose? ¿Eres tú? –preguntó con lágrimas en sus ojos, caminaba con lentitud hacia Cassie– ¡Rose, Rose! ¡Es ella, Eric, está viva! ¡Rose, Rose, Rose! –gritaba mientras era sostenida por Eric Saucet. El hombre la abrazó, Jane se había largado a sollozar– ¡Rose, no puedes irte! ¡Eres como mi hermana, Rose! ¡Rose, vuelve! ¡Es mi culpa, es mi culpa! –Eric Saucet parecía devastado ante el estado de la pelirroja. Jane fue la única mujer que amó de verdad, y le rompía el corazón verla en ese estado.

Cassie quedó estupefacta, no se movió en ningún momento. Sirius dejó de recitar palabras extrañas y se acercó a su hija, él y Remus habían escuchado y presenciado todo.

– Cass, no puedes estar aquí... –susurró intentando contener las ganas de llorar. Ver a sus mejores amigos en ese estado, y la mención de su Rose, le había afectado también.

– ¡Jane, debes tomar a Harry, toma a Harry! ¡Fosforito, huye! –ahora era James quien gritaba con desesperación. La puerta se cerró, dejando a Cassie con un inexplicable sentimiento.

Esa misma noche, llovió como nunca. Era como si los dioses se pusieran de acuerdo y reflejaran el estado en que estaban todos en aquella casa. La castaña se removía en la cama, no podía dormir, tenía unas ganas tremendas de ir hacia Harry y explicarle lo que estaba pasando, o ir a la biblioteca y ayudar a los adultos. La única buena noticia era que, los Weasley y Hermione, estarían ahí en unos días.
La puerta de la habitación rechinó y Cassie dio un pequeño salto, por la puerta se asomó una pequeña pelirroja, con lágrimas en sus ojos.

– Rosalyn, ¿qué haces aquí? Es muy tarde –la pelirroja refregó sus pequeños ojos verdes.

– ¿Puedo dormir contigo? –preguntó abrazando a su muñeca de trapo.

– Claro, ven... –Cassie le hizo un espacio a Rosalyn, quien a pequeños pasos, se acostó a su lado.– ¿Qué pasa?

– Cuando llueve, mis papis duermen conmigo –susurró sorbiendo su nariz– y ahora no están.

– Ellos están resolviendo temas de uhm, adultos. –le sonrió a la niña– Tampoco podía dormir. ¿Quieres hablar un rato? –Rosalyn asintió, refugiándose entre las sábanas.– ¿Por qué decidieron llamarte "Rosalyn"?

– Es por una canción, mi papi dice que con esa canción llamaron a la cigüeña.

Cassie mordió sus mejillas para evitar soltar una risa. Ya había olvidado lo que era tener una mente inocente.

– ¿Y tus padres te tienen algún apodo?

– Me dicen Rose.

Cassie no pudo evitar pensar en su madre, no podía ser una casualidad que a la pequeña la apodaran como su madre.

– E-es un lindo nombre –Cassiopeia sonrió, sonrisa que fue correspondida por Rosalyn.

– ¿Y el tuyo? Tu nombre es muy lindo –la sonrisa de Rosalyn se volvió más grande, dejando ver los dientes faltantes en su boca.

– Es una tradición familiar, nos nombran con nombres de estrellas y constelaciones.

– ¡Entonces eres una estrella!


(...)




A Rosalyn Potter le contaron la verdad, claro evitando algunas partes, pero ya tenía conocimiento sobre su hermano mayor, Harry Potter. La pequeña Potter se alegraba de tener un hermano, aunque, según lo que le dijo a Cassie, habría preferido tenerla a ella como hermana.

Los Weasley habían llegado, junto a Hermione. Cassie agradecía que la casa fuera lo suficientemente grande como para que tuvieran un entorno agradable. La vieja Walburga parecía no odiar tanto a Cassie, y eso era sumamente extraño para Sirius, pues creía que, al ser su hija, le tendría algo de rencor u odio, pero la vieja bruja le sorprendió. Aunque no quitaba que fuera algo extraño.

Nadie tenía contacto con Harry, por órdenes de Dumbledore. Cassie sentía que al anciano se le había zafado un tornillo (o muchos), ¿Cómo podía pedir algo así, cuando estaba claro que Harry necesitaba compañía?

Una noche, tomó su lechuza (la cual no usaba mucho, detestaba escribir) y le envió un corto, pero preciso, mensaje a Harry.

Pronto nos veremos, te extraño.
— D.M

A Cassie le hizo gracia que fueran las mismas iniciales de Draco Malfoy, necesitaba ver la reacción de Harry al leerlo.

Jane y James avanzaban en cuanto su memoria, ya no gritaban y lloraban como magdalenas como acostumbraban. Remus Lupin decía que en unos días, recuperarían la memoria.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora