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«Baile de navidad.»
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Cassiopeia abrió de par en par las ventanas de la habitación, dejando entrar a la lechuza. Sintió pena por ella, cargaba un sobre y un pequeño paquete. El sobre se encontraba sellado por el sello de la familia Mansour, la chica supo automáticamente que se trataba de su tío.
Cassie. Supuse que no tendrías vestido para el baile de navidad, así que elegí uno del ropero de Rosie.
Feliz navidad, Cassiopeia Black, eres mi sobrina favorita. (sé que eres mi única sobrina y por eso es que eres mi favorita.)
PD: El paquete tiene un encantamiento de extensión expandible, Nymphadora Tonks me ayudó en elegir los accesorios.
PD 2: Ni creas que dejaré que te escabullas al bosque prohibido con algún chico. Moody te estará vigilando.
El mejor tío del mundo, Edward Mansour Lestrange.
Cassiopeia le agradeció a su tío. Había olvidado por completo el vestido, en sus planes estaba pedirle uno a Hermione, Ginny o a la chica que sea. Los de cuarto año tenían un sinfín de pendientes, pero a Cassie le despreocupaba, su mejor método era hacer todo a último momento, trabajaba mejor bajo presión. Era navidad, eso significaba que la mayoría debía estar abriendo los regalos en la sala común. De su baúl sacó varios regalos, para sus amigos, y bajó con rapidez, incluso, casi resbala de las escaleras.
– ¡Feliz navidad, querubines! –exclamó una alegre Cassiopeia, dejando los regalos frente al árbol de navidad.
– Feliz navidad, pequeña Black. Ten, te horneamos galletas –Fred y George se dedicaron una mirada cómplice, extendiéndole un paquete.
– Ni crean que comeré eso, soy demasiado hermosa para convertirme en un troll o en fluffy –a cada uno le entregó una bolsita con 50 galeones cada una.– es para que sigan produciendo sortilegios Weasley.
Los gemelos quedaron estupefactos ante el generoso regalo de su amiga, no se lo esperaban para nada. Ambos se acercaron a la castaña y la abrazaron con fuerza.
– Cuando juntemos el suficiente dinero, te haremos un regalo –dijeron al unísono.
– ¡Oh! no se preocupen, me conformo con Charlie envuelto en papel de regalo, o Bill, también es muy guapo... –Harry, que venía bajando las escaleras, frunció el ceño ante las palabras de Cassiopeia.– ¡Potty, ni creas que me olvidé de ti! –le extendió una caja con una linda cinta– El otro día, noté que tienes una obsesión con robar mis plumas, así que ahí tienes las tuyas propias.
