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«la madriguera»
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Sirius era un hombre libre, fue absuelto de todos sus cargos, y ahora Peter Pettigrew era quien estaba dentro de los magos más buscados.
Jane, James y Rosalyn vivirían un tiempo en Grimmauld Place. Harry debía permanecer con los Williams hasta que cumpliera la mayoría de edad, pues su casa seguía protegida por el encantamiento de Jane. Remus y Eric se casaron, fue una boda íntima. James, Jane y Sirius los convencieron de pasar su luna de miel en Francia, lugar donde anhelaban ir, por lo que Magnus se quedó en Grimmauld Place.
Cassiopeia no salía de su habitación, Kreacher le llevaba comida y le pedía disculpas constantemente por haber mentido. Sólo hablaba con la pequeña Rosalyn, quien estaba muy emocionada por entrar a Hogwarts.
Cuando todos dormían, Cassie bajaba al primer piso a hablar con su abuela Walburga. La casa no era la misma, los muebles fueron cambiados y el tapiz removido, el trío de amigos se preocupó de darle vida a la casa, Cassie se aguantó las ganas de pedirles si podían hacer lo mismo con ella, si podían llenarla de vida también. Necesitaba un abrazo, una demostración de cariño, pero algo dentro de ella impedía pedir ayuda. La muerte de su tío le afectó más de lo que pensaba, más de lo que le gustaría.
En las paredes del vestíbulo colgaban marcos con fotografías de todos; hasta Eric y Magnus aparecían. En una fotografía, Edward llevaba a Cassie en su espalda; la pequeña sólo tenía cinco años y le faltaba un diente, pero sonreía como nunca. En otra, aparecían Harry y ella, el bebé de cabellos azabaches intentaba acercarse a Cassie, pero la pequeña lo alejaba, atrás de ellos estaban Rose y Jane riendo.
Todas las noches soñaba con aquellos ojos verdes esmeralda, pero perteneciendo a otra persona; a lo que, Cassie suponía, era su hijo.
En sus sueños aparecía un pequeño de cabello castaño como el de ella, pero los hermosos ojos verdes de Harry. El pequeño corría por una pradera en un día soleado, siendo perseguido por un Harry más adulto. Cassie soñaba con una familia, la familia que ella jamás tuvo. Aunque ella nunca quiso tener hijos, y menos a los quince años, se sentía culpable de haberlo perdido.
–Al fin sales de tu cueva, oso –dijo una voz detrás de ella.
–¿Y tú qué haces aquí?
–Vivo aquí, temporalmente –Magnus mordió su manzana, sin quitar la mirada sobre Cassie.
