Capítulo 10. Explotar por dentro.

684 67 1
                                    

- No podéis inyectarle eso. – repito, como si nadie me estuviera escuchando.

- Ya se está muriendo, May. – bufa Thomas. – Es imposible que esto le haga empeorar.

Ruedo los ojos y confío en que el resto piensen como yo. La verducha, a quien ahora conocemos como Teresa, traía en el bolsillo de su chaqueta un par de inyecciones con un líquido azul brillante en su interior. Tienen grabadas las letras de Cruel, pero eso no significa que ni Thomas ni el resto podamos confiar en ella.

- Vale, hazlo. – accede Newt, entregándole la inyección a Thomas.

- ¿Qué? – levanto la voz de nuevo, casi rozando la histeria. Los gruñidos de Alby aumentan y su respiración continúa todavía más agitada. Tiene venas negras por todo su abdomen y las gotas de sudor empapan su frente. Durante la tarde ha empeorado drásticamente. – ¿De verdad vas a confiar en ella?

Thomas se acerca rápido hacia el cuerpo de Alby, yo intento hacer lo mismo para impedir lo que va a hacer, pero Clint me frena.

- Si no lo hacemos, morirá. – me dice en un tono más bajo, intentando calmarme.

Antes de que pueda volver a rechistar, Alby despierta y agarra a Thomas por el cuello de la camiseta, consiguiendo desequilibrarle. Jeff, que estaba sentado a su lado, se levanta corriendo para intentar ayudarle al igual que Newt. Me gustaría hacer algo, pero estoy tan petrificada como Clint, quien todavía no me ha soltado.

- No deberías estar aquí. – la voz de Alby es grave y gutural, como si fuese una bestia en vez de un ser humano. Entre los tres consiguen pegar sus brazos a la camilla y, antes de que pueda darme cuenta, Teresa se abre paso entre ellos y le clava la otra jeringuilla en el centro del pecho.

- ¡¿Qué diablos te crees que haces?! – chillo. Ella me mira de reojo, pero desvía la vista de nuevo hacia Alby, cuya respiración se acompasa y parece entrar en calma.

- Ha funcionado. – susurra Jeff.

- Lo ha hecho. – corrobora Newt.

La rabia me consume de los pies a la cabeza. ¿Cómo es posible que lleve días pegada a Alby sin conseguir absolutamente nada y ahora llegue ella y en unas pocas horas consiga que todo para él cambie? No puede ser cierto, debe ser una trampa. Estoy enfadada, furiosa, y el recelo que siento por esa chica desde que salió de la Caja no me ayuda a controlarme.

- ¿Qué te crees que haces? – la empujo con brusquedad mientras hablo. Teresa retrocede varios pasos para recuperar el equilibrio; sus ojos están muy abiertos y me mira con una especie de sorpresa mezclada con miedo. – ¡Podrías haberle matado!

Thomas se encarga de sujetar mis brazos antes de que pueda volver a ponerle una mano encima.

- Cálmate. – me pide.

- ¡No quiero calmarme! – le grito sin dejar de forcejear para que me suelte. – ¡Le podría haber matado! ¡Ella oculta algo! ¡Lo sé!

- ¡May, maldita sea! – el grito que pega Newt consigue despejar mi mente. Thomas me suelta y me giro hacia el rubio, quien me observa con el entrecejo tan fruncido que sus cejas se unen. – ¿Se puede saber que diablos te pasa?

Newt avanza para enfrentarme directamente; Thomas se aleja para comprobar que Teresa está bien; y Clint y Jeff observan la escena desde el otro lado, inmóviles.

- Llevo días cuidando de Alby. – me quejo. – Y habéis decidido inyectarle lo que sea que ella traía de quién sabe dónde. Es una locura.

El enfado de Newt ha desaparecido, pero la forma en la que me mira no ha mejorado. Ahora casi parece sorprendido; atónito ante mis palabras.

- Le ha salvado la vida a Alby. – habla con lentitud, como si tratara de hacerme entrar en razón. – Estás delirando. Comienzas a recordarme a alguien.

Newt dice las últimas palabras casi con rencor. Comprendo que se refiere a Gally y no me agrada en absoluto, pero sé que este comportamiento impulsivo y paranoico es propio de él, de cuando yo misma llegué al Claro. Trago saliva pero me mantengo estable. Los cinco chicos me miran, como si esperaran que pidiese perdón, pero tendrán que aguantarse sin escucharlo de mi boca.

- Eh. El Consejo tiene que reunirse. – Gally aparece totalmente serio en el umbral de la puerta. Recuerdo cómo me ha tirado al suelo horas antes y me enfurece que ahora me comparen con él. Miro de reojo a mi alrededor esperando a que alguien diga algo: Clint y Jeff están en silencio desde que he explotado; Thomas y Newt le mantienen la mirada a Gally, y Teresa no me quita la vista de encima.

Lo entiendo; yo soy la que sobro.

- Haced lo que os dé la maldita gana. – murmuro antes de salir de la choza deseando no tener ni la más mínima relación con ninguno de ellos. Nunca más.


Paso el resto del día desaparecida. Supongo que a nadie le importa porque ni un solo alma ha venido a buscarme. Aunque en un primer momento mi enfado creció más, ahora ya he conseguido calmarme. Horas después de que caiga la noche y cuando supongo que ya estarán todos durmiendo, regreso al Claro y subo a la misma torre de madera en la que Teresa ha montado un espectáculo al despertar. En mi mente me he preguntado más de una vez si realmente desconfío de ella o si solo estoy celosa. Escucho como alguien sube hasta donde me encuentro y Thomas pronto se sienta a mi lado.

- ¿Qué haces despierto?

- Venía a ver cómo estabas.

- Estoy bien. – aclaro. Thomas me mira por fin y, sin palabras, sé que sabe que le estoy mintiendo. – Más o menos. – me corrijo.

- Todos estamos nerviosos, May.

- Pero yo soy la única que se vuelve agresiva.

No todo el mundo, Gally también. Casi me odio todavía más por actuar como lo haría él.

- ¿Sigue Newt enfadado? – cuando discutíamos le he visto mirarme con tal decepción que todavía me duele. Ese chico me importa más de lo que pensaba e imaginar que puede llegar a detestarme me destroza por dentro.

- No.

- No me mientas.

- No lo hago. Se le pasará. – insiste Thomas. – Aunque cueste admitirlo, Teresa le ha salvado la vida a Alby. Está tan confusa como lo estabas tú cuando llegaste, así que debemos ponérselo fácil.

Cojo aire con lentas y profundas bocanadas mientras me esfuerzo por creerle. Me alegro de que Alby esté estable de nuevo, pero todavía hay algo que me impide creer que esa chica tan solo tiene buenas intenciones.

- Hay algo en Teresa que me da escalofríos, Thomas. – murmuro. Es la primera vez que puedo decir lo que de verdad ronda por mi cabeza. – Desde que la vi en la Caja, tuve una mala sensación.

El chico observa mi rostro, como si estuviese dudando de si estoy siendo sincera o no. Finalmente, parece que me cree, aunque no comparte mi opinión.

- Tan solo eres desconfiada. – me dice. – Pronto Minho y yo encontraremos una salida, y entonces todo será diferente.

- Eso espero. – murmuro, apoyando mi cabeza sobre su hombro. De un momento a otro siento que necesito contacto con alguien, no quiero seguir sola. – No quiero que este grupo se rompa

- Nada va a hacer que eso pase.

Sus palabras suenan sinceras, pero ya no me las creo. Ojalá pudiera hacerlo. 

Incluso si no te recuerdo | Maze RunnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora