Capítulo 16. Una voz del pasado.

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En el comedor me explican que no éramos el único Laberinto, sino que también había otros jóvenes que, como nosotros, fueron rescatados por los hombres del señor Janson. Thomas llega un poco más tarde que yo, confuso, y también le ponen al día. Todas las noches, durante la cena, Janson y su grupo se llevan a unos cuantos jóvenes seleccionados para trasladarlos a una granja en la que estarán seguros. Esa noche se llevan a media docena de chicos que se levantan celebrando haber sido elegidos.

Thomas me pregunta por Teresa varias veces, pero sé lo mismo que él. Trato de tranquilizarle diciendo que puede que le estén repitiendo algunas pruebas, pero no logro calmarlo. Después de la cena me siento algo más animada. Estando con ellos me siento protegida. Un hombre dice que nos escoltará hasta el dormitorio pero se detiene al llegar a la puerta. Me mira y frunce el ceño:

- ¿Dónde está tu Laberinto, niña? Las chicas. Tienes que ir con tu grupo.

- Ellos son mi grupo.

- No hay dormitorios mixtos.

- ¿Y qué se supone que voy a hacer?

- ¿Qué te parece que te busquemos una cama con el resto de chicas? – cierro los ojos deseando que no sea él, pero es obvio que se trata, de nuevo, del señor Janson. – Verás a los chicos por la mañana.

Se acerca hacia nosotros con tranquilidad, aunque empiezo a plantearme si nos sigue.

- ¿Qué problema hay en que duerma con nosotros? – pregunta Minho.

- Duchas separadas y cuartos separados. Queremos evitar posibles problemas.

- No voy a dormir en otra habitación. – le aseguro. – He estado en su Laberinto. Ya he dormido con ellos.

No parece gustarle mi respuesta. Janson da un paso más para acercarse hasta mí. No sé si intenta intimidarme, pero no voy a demostrar que lo está consiguiendo.

- No deberías haber estado en ese Laberinto.

- Pero así ha sido.

Me mantiene la mirada tanto tiempo que imagino que todos se preguntarán qué demonios ocurre entre nosotros dos. Finalmente, Janson cede y retrocede, dirigiéndose esta vez al hombre que nos acompañaba.

- Haz una excepción. Mañana será otro día.

Hasta que no se aleja Janson y nosotros continuamos nuestro camino, no me doy cuenta de sus palabras. ¿A qué se refería cuando ha dicho que yo no debería haber estado en ese Laberinto?

En el dormitorio nos encontramos con literas. Todos se pelean por dormir en la de arriba, pero Newt me la cede sin quejarse. Cuando nos acostamos, todos se duermen con rapidez. Lo sé porque escucho ronquidos. Yo intento imaginarme que sigo en la hamaca del Claro, pero no es así. Los nombre de todos los que hemos perdido regresan a mi mente; sus muertes se reviven en mis recuerdos y no dejo de dar vueltas sobre la cama en un intento por alejarlos.

- ¿Vas a dormirte en algún momento? – una cabellera rubia se asoma por las escaleras de la litera. Al momento Newt reposa sus brazos sobre mi cama.

- ¿Cómo sabes que estaba despierta?

- No dejas de dar vueltas en la cama. Escucho los muelles crujir.

- Lo siento.

- ¿Estás bien? – Newt apoya la barbilla sobre sus brazos y me observa con paciencia. Creo que entiende lo que pasa por mi cabeza y eso me hace sentir vulnerable.

- No.

No pregunta antes de terminar de subir los peldaños de la escalera así que le hago un hueco para que se acueste a mi lado. Newt se tumba bocarriba y pasa un brazo por debajo de mis hombros para que, de lado, pueda acercarme a él. Es reconfortante tenerle aquí en estos momentos.

Incluso si no te recuerdo | Maze RunnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora