Capítulo 30. El dolor se mezcla con la paz.

456 53 8
                                    

El día que hicimos una semana en la isla, se celebró una fiesta. Todo el mundo reía y disfrutaba por la playa. Yo también debería estar igual de contenta por tener un lugar tan precioso como este para vivir a salvo y ajenos del resto del mundo, pero aún no había conseguido sentirme bien del todo.

La cura había surgido efecto en Newt, pero es cierto que su condición estaba muy avanzada y había necesitado más tiempo del que esperábamos para recuperarse. Por suerte lo pasó casi todo inconsciente. Yo me quedé todo el tiempo a su lado, poniendo paños húmedos para bajarle la fiebre, tapándole cuando empezaba a temblar y acariciándole cuando todo su cuerpo se tensaba. De vez en cuando despertaba y murmuraba cosas sin sentido, pero poco más. Incluso pasé las primeras noches a su lado hasta que Fritanga y Minho me ordenaron que saliera de ahí un rato para no volverme loca, así que ellos dos hacían los turnos nocturnos.

Esta mañana, la de nuestro séptimo día, me he levantado con ganas de empezar a mejorar el resto de mi vida, y ahora mismo mi mayor inconveniente es Gally. No es que me ignore siempre que puede y más, sino que, además, me mira con mala cara cada vez que nos encontramos cerca. Muy típico de él si me pongo a pensarlo. Comparte tienda con Fritanga, así que espero hasta que este sale para colarme en su interior. Enseguida me encuentro con Gally terminando de ponerse la camiseta y se sobresalta al verme en la puerta.

- Buenos días. – le digo. Sonrío con amabilidad, pero él solo me responde con una mirada llena de odio.

- ¿Qué quieres?

- Quiero hablar contigo. Arreglar las cosas.

- No hay nada que hablar.

Trata de pasar por un lado de la entrada pero extiendo los brazos bloqueándola por completo. Va a tener que empujarme si quiere salir, o por lo menos escucharme primero.

- Sé que estás molesto por lo que hice, pero míranos, ha salido todo bien. – me apresuro más de la cuenta y trato de sonar efusiva en mi voz a ver si así se le contagia. – Soy inmune. Los arañazos ya se me están curando y Newt está mejor por momentos. ¿Por qué no puedes alegrarte y ya está?

Su mirada se vuelve todavía más mortífera y me encojo sobre mí misma. Creo que he dicho algo que no le ha gustado para nada.

- ¿Y ya está? – me repite con sarna. – Eres una egoísta, Maya. Te dejé ir a por Janson y casi te cuesta la vida. Me lancé al vacío por ti, te puse a salvo y de nuevo empezaste con tus tonterías. Tú querías la cura para Newt. Y fin. A los demás que nos parta un rayo.

- No es así...

- ¡Claro que es así! – protesta. Intenta hablar pero le cuesta, sé que lo que me dice sale de lo más profundo de su ser y eso le aterra. – He estado muy cerca de perderte demasiadas veces, Maya. El plan que propuso Fritanga de esperar era lo más lógico. ¿A caso no pensaste quién sería el que acabaría teniendo que dispararte si te convertías en una de esas cosas? Porque tengo claro que sería yo quien tomase esa responsabilidad y después no habría podido vivir con ello.

Me hace a un lado y yo ya no opongo resistencia. Le veo alejarse tan rápido y tan enfadado que me da pena haberle estropeado el día desde el punto de la mañana. Arrastro los pies hasta el centro de nuestro campamento para desayunar –aún sin hambre– pero Minho corriendo como un loco me intercepta.

- ¡May! ¡May! – grita hasta que me detengo. Llega a mi lado y recupera el aire agitadamente. – Es Newt. Ha despertado. De verdad.

- ¿Qué? ¿Cuándo?

- Hace un rato. Thomas ha estado hablando con él. – suspira. – Pensé que tú querrías saberlo cuanto antes. Además, Newt ha preguntado por ti.

Incluso si no te recuerdo | Maze RunnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora