Capitulo 10

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   Su caminata era larga e incómoda.          
   Momonga trataba de caminar lo más lejos que podía de ellos, pero tampoco no tan lejos como para no perderlos. El miraba de un lado a otro para ver objectors que necesitaba. Lupa, mapa actualizado, pociones de recuperación, una mejor ropa con mejor defensa, una bolsa donde ponerlo todo, etc.

   Peroroncino por su parte solo lo seguía con su cabeza relaja en su brazos que estas atrás de la cabeza y caminaba como j un aura tranquila. Lupusregina los seguía con alegría justo atrás de él ave, sin embargo tenía una mirada fija al esqueleto. Como su un animal estuviera observando a su presa.

    Fueron a una tienda, luego a otra, y a otra. Ya casi tenían todo listo.

    —¿Bien, no? Me toca mi parte del trato—, el ave dorada algo cansado de sentó con Momonga en una mesa, donde el estaba organizando sus cosas en una bolsa de viaje.

    —Una cosa más—, pidió el esqueleto. La mujer lobo parecía llegar a su punto máximo pero su amo la volvió a calmar. —Dame lo suficiente para una noche en el hotel, me iré por mañana en la mañana—. El ave lo miró con un poco de sospecha. —Y contestaré cualquier cosa que quieras, con honestidad.

    —¿Entonces no te importará que te ponga esto?—el ave mostró un sello mágico que sacó de su dimensión de bolsillo. —Es para que no digas mentiras. Si lo haces...¡Pum! ¿Entiendes?

   Momonga no sabía cuánto más daño iba a tomar hasta que su estado se volviera crítico, quería negarse. Sin embargo, esa no parecía una opción.

   —¿Y si mi respuesta no te satisface?

   —Te dejó ir y ya—, admitió el de plumas. —No tiene que ser complicado.

   El esqueleto movió su cabeza en aprobación y extendió su mano esquelética. Peroroncino le puso el sello en la parte contraria de la palma, la que estaba viendo al cielo.

   —Bien, comencemos con la entrevista. Pregunta número uno; ¿como fue que controlaste a esos soldados?

   —Sencillo, por que soy un undead más fuerte que se especialista en control de masas de undead—. El sello no se activó, estaba diciendo la verdad.

   —¿Estas seguro que eso es todo? Esos undead no eran cualquier undead de bajo nivel, ¿sabes?

   Momonga pensó unos segundos antes de responderle.
   —Debido a que soy uno fuerte, o al menos, más fuerte que ellos—. El sello seguía sin activarse.

   —¿Ah, enserio?—eso pareció haberle atraído la atención de Peroroncino. —¿Y qué clase de undead eres?

   —Uno raro—, dijo sin más.

   —Vamos—, suplicó algo cansado. —Se un poco más específico.

   —Ahh—, espiró rendido. Parecía que no podía evitar sus preguntas. —Un overlord.

   —Overlord, overlord...—repitió tratando de acordarse donde lo había oído. —Suena poderoso.

  —Lo es—, admitió. Aunque no había rastro de orgullo en su voz.

   Peroroncino pensó en que pregúntale ahora, miro alrededor pensativo.
   —Bastante hermoso, ¿no? La ciudad.
El miraba alrededor, admirando los edificios... y las chicas.

   —A Peroroncino-san le gustan ese tipo de cosas, ya veo.

   El ave dio un respiro cansado.
   —¿No me digas que también te te vas a quejar?

  —No, no. Me gusta escucharte. Suenas siempre muy apasionado—, el sello no reacciono. El estaba siendo honesto. —Creo, que realmente quería hablar contigo, Pero. Aunque pareces despreocupado, se que realmente te importa lo que los otros piensen. Siempre eras muy amable y divertido.

Memorias del rey hechiceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora