Cerré los ojos y al abrirlos estaba en otro mundo. Desperté siendo la Princesa Cerezo, protagonista de mi novela favorita.
"¿Qué ha pasado?" Es lo que me pregunto todos los días.
Siempre hay un príncipe que se enamora de la princesa. En mi caso no...
—¡Princesa Sakura!—la llamó con un tono algo molesto—Por favor déjese poner el vestido, no podrá salir al jardín si no se lo pone.
—¿Por qué debo de usar un vestido así? No me gusta usar algo que ya he usado—reprochó—Además, lo hizo una sirvienta, no debo de usar eso.
—Lo hizo con mucho cariño para usted.
—¡No usaré algo de una sirvienta! ¡Quiero uno nuevo! ¡Ahora!—la miró—Mientras tanto dile a mi madre que no quiero ir al jardín, es aburrido ver todas esas flores.
<<Que exigente Princesa>>
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Años después
Ahora tengo 5 años. Vivir aquí ha sido increíble y mejor de lo que pude haber pensado, aunque esto de ser Princesa es algo difícil.
—¿Princesa Cerezo?—entraba a la habitación algo asombrada—¿Por qué tiene eso puesto?
—¡Shizune! ¿Te gusta cómo se ve?—di una vuelta mientras reía—Es muy lindo.
—¿Cómo fue qué...
—Siempre que no podía dormir caminaba por los pasillos y un día te vi haciendo este vestido y no dejabas de decir que debía ser perfecto para que pudiera usarlo—sonreí ligeramente—Es muy lindo y te agradezco que hayas puesto tu esfuerzo en el.
<<Jamás pude vestir así cuando era ****, me alegra por fin poder hacerlo>>
—¡Princesa Cerezo!—corrió hacia mi y me abrazó con fuerza—Es usted tan linda y amable. Teniendo tantos vestidos de diseñadores prefirió usar el mío—comenzó a lloriquear.
—¡No llores Shizune!—me puse nerviosa—¿Por qué mejor no me ayudas a terminar de arreglarme?
Minutos después
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—Ya está lista Princesa—sonrió cálidamente.
—Te lo agradezco mucho—sonreí y corrí hacia mi tocador—Debo de darme prisa—tomé unos libros.
—¿Princesa? ¿A dónde va con tanta prisa?
—Mi madre dijo que fuera al jardín apenas terminara de arreglarme ¡Me ensañará algo nuevo! ¿No crees que es genial?—me dirigí hacia la salida—Nos vemos luego Shizune, te agradezco por el vestido.
Shizune observaba como la princesa corría por los pasillos. Se sentía feliz consigo misma.
—Gloria y Bendición a la Princesa Cerezo—sonrió.
En el jardín
—¡Madre! Lamento la tardanza.
—Una Princesa siempre debe de ser puntual Sakura—comentó con una ligera sonrisa.
<<Nunca he sido puntual, ni aquí ni en el otro mundo>>
—La próxima vez no llegaré tarde.
—Ahora que has llegado empecemos.
—¡Si!—asentí, camine hacia ella.
—Las plantas que están aquí son muy importantes y útiles para usos médicos, ayuda a que la fiebre baje y...
Esto es increíble, jamás pensé que aprender todo este tipo de cosas sería tan interesante. La curiosidad que nunca pude demostrar antes la estoy expresando ahora libremente.
Horas después
—¡Reina Mebuki!¡Reina Mebuki!—llegó una sirvienta hasta donde estábamos—La Reina Kushina ha llegado.
—¡Claro! Hoy tomaremos el té ¿Esta todo listo?
—Así es, preparamos todo como lo pidió.
—Excelente—volteó a verme—Sakura, hija, ve y continúa viendo las plantas del jardín, mamá tiene que atender a un invitado.
—¡Está bien!—sonreí y me retiré de ahí.
<<¿Por qué vendría a tomar té la esposa del Supremo Rey?>>
En la entrada
—Gloria y Bendición a la Reina Kushina—hizo una reverencia—Es un placer recibirla.
—Te agradezco tu tiempo Mebuki-San—sonrió cálidamente—Aunque en esta ocasión no vengo sola.
Mebuki se confundió, intento mirar detrás de ella.
—Kushina-sama ¿Quién viene con usted?
—Pues con mi hij...—se sorprendió—¿Ahre? ¿A dónde fue?
Mientras tanto con Sakura
Estaba tranquilamente en el jardín haciendo observaciones y a la vez anotaciones de las plantas que me había enseñado mi madre, pero empecé a escuchar pasos sobre las hojas secas.
<<¿Será un guardia?>>
Comenzaron a escucharse llantos, llantos de un niño.
<<Definitivamente no es un guardia>>
Cerré mi cuaderno para después guardarlo en mi bolso. Caminé prestando atención de los llantos ¿Quién estaría llorando aquí? Llegue al árbol de cerezos y vi a un niño ahí.
<<No...no es posible...¿Será él?>>
Pisé una hoja seca, él se dio cuenta de mi presencia. Volteó a verme con una mirada bastante fría, llena de ira, era aterradora.
—Tus ojos...—intenté hablarle, pero me sentía nerviosa, me sentía aterrada, yo ya conocía esa mirada—Son rojos...
