Cambiando mi Destino | NaruSaku

Capítulo 20

Con el pie izquierdo

—¡Basta!... Princesa Cerezo—volteó a verla, no se veía nada contento—¿Cuántas veces tendré de corregirle ese simple paso de baile?

—Yo...

—Princesa Blanca—llevó su mirada hacia ella—¿Sería usted tan amable de enseñarle a la Princesa Cerezo CÓMO se hace?—le sonrió. ¿Es muy obvia la preferencia?

—Por supuesto—se puso un poco nerviosa—Ehm...

—No te pongas nerviosa, Hinata—se acercó a ella—Si lo haces, serás un desastre como ella.

—Naruto...—sus ojos brillaban de tan sólo oír su voz. Ambos adoptaron una pose para comenzar a bailar apenas empezaron a sonar las notas del piano en el salón. 

<<Tsk...esa maldita>>

—¡Maravilloso!—la sacó de sus pensamientos—Hacen una increíble pareja de baile—caminó hacia ellos—Realmente parecen una pareja—susurró de tal manera que sólo pudiera escuchar Sakura.

Llevó la mirada hacia otro lado ocultando su ira mientras apretaba los puños.

<<Malditos pies>>

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En el jardín

—¡Vaya!—miraba los alrededores, sus ojos brillaban de asombro—Esto es increíble...me encanta.

—Desde muy pequeña he amado la naturaleza—miraba hacia el árbol de cerezos—Yo...—agaché la cabeza—Conozco un lugar donde las personas se olvidan por completo de su importancia, literalmente era un lugar podrido.

—¡Dios!—se veía bastante sorprendida y a la vez algo asustada—¿Realmente existe un lugar así?

<<Vaya, ella realmente cree que todo es luz y felicidad>>

—Si...una conocida me habló sobre como era ese lugar, ella era tan infeliz...

—¿Y cómo está?

—¿Eh?—volteé a verla, se veía ¿Preocupada?

—¿Cómo está ella ahora? ¿Ella...ya es feliz?

No pude evitar sonreí ligeramente

—Si...ella...ahora es muy feliz...

—Me alegra saber eso.

—Princesa Blanca—caminaban hacia ella—Su padre solicita su presencia en el palacio.

—¡Ah! Muchas gracias por avisarme, Sai—volteó a verme—Sakura-chan, él es Sai, mi mayordomo y él es Toneri, mi escolta personal.

—Gloria y Bendición a la Princesa Cerezo—hicieron una reverencia frente a mí.

—Es un placer conocerlos—correspondí la reverencia—Espero su estancia sea agradable—regresé mi mirada hacia ella—Sigamos hablando otro día, Hinata—sonreí.

—¡Claro!

Minutos después

Habían pasado ya unos minutos desde que Hinata tuvo que irse.