Dicen que el primer amor nunca se olvida, mucho menos cuando cuando fue alguien que te amo con todo su ser y aún así no te diste cuenta, quien jamás te falló, ni muchos menos te dejo cuando más lo necesitabas. Quien siempre estuvo ahí para vos en la...
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CAPÍTULO 1
"El comienzo de todo"
3 de marzo del 2008
Es imposible olvidar el gran comienzo -por lo menos para mi- que tuvo esta historia. Todo comenzó el primer día de clases, ¿lo más épico? De primer grado.
Por eso es que decidí empezar de cero el primer día de clases en el 2019...
—¿Quién es él? —Recuerdo a la pequeña Lucia preguntarme apuntando al niño delante de nosotros.
—Supongo que un compañero nuevo —le respondió Alex muy sonriente por mi a nuestra amiga.
Los tres nos conocimos en el jardín, para ser más exacta en la sala de tres. La "Seño Sil" nos había puesto en la misma mesita y desde ahí, nos hicimos inseparables.
—No seas metido Alex, si yo le pregunto algo a Nahir, ella responde —se quejó la pequeña niña a mi lado.
—Bueno, ya está, no peleen —le dije levantando mi mano derecha.
Odiaba que peleen, y odiaba más cuando siempre me quedaba en el medio.
Alex me miró con el ceño fruncido.
—¿Estás enojada? —me preguntó acercándose más a mí.
—No.
Él me miró a los ojos, yo traté de desviar la vista y hacerme la desinteresada. A reacción a mis actos, Alex sonrió y luego tomó mi mentón. Cuando volví mi vista a la de él, volvió a sonreír.
—Oh, la pequeña Nahir está enojada —dijo empezando a largar unas cuantas carcajadas.
—Cállate Alex —le dije y le pegué a su mano, haciendo que me suelte el rostro.
Al pasar las horas, todo transcurrió de una buena manera. Hasta que la señorita Mabel -nuestra nueva seño- decidió hacer un pequeño trabajo grupal, recuerdo cómo sonreí. Pero luego mi sonrisa se esfumó al decir que el grupo era de dos personas.
Inmediatamente Lucia agarró el brazo de Alex.
—Él es mío —dijo con una sonrisa, muy victoriosa.
Abrí los ojos en grande, claro que no era de ella. El niño era mío.
—No —dije ahora yo tironeando su otro brazo —, es mío.
Alex rodó los ojos, como lo hace hasta el día de hoy. Y se apartó de nosotras rápidamente.
—No soy un objeto, chicas. Yo me voy, ustedes hagan grupo —nos informó y se dio la vuelta para encaminarse hacia el otro lado del salón.
Lucia sonrió y me agarró la mano, me puse mal al ver a mi amigo así. Entonces, corrí hacia él. Cosa que si no hubiera hecho aquella vez, esta historia que les estoy comenzando a contar; no hubiese pasado.