17|Venganza

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Narra Virgo

Después de terminar de hablar con Cancer, darle las cosas para el trabajo y vivir otro día aburrido de clases por fin llegó la noche. El reloj marcaba las diez y media cuando nos preparabamos para salir de la habitación, era hora de la venganza, ambas nos encontrábamos vestidas completamente en negro con gorro y todo cargando dos bolsos negros grandes con las cosas, cualquiera que nos viera pensaría que estabamos apunto de cometer un terrible crimen.

Ya listas tomé un chicle y nos escabullimos en la fría noche hacia la torre A, no tardamos mucho en llegar sin promblema alguno, pasabamos por una ventana en la planta baja cuando...quedé impactada, «malditos riquillos», este era el palacio de la reina en comparación al basurero en el que dormíamos, me quejé internamente mientras buscaba una de las herramientas en la bolsa, estaba apunto de destruirlo todo cuando Leo me detuvo.

—Tranquila, recuerda a que vinimos— suspiré repetidamente reuniendo la fuerza para alejar la idea.

—Si y ya sé a que vendré la próxima vez— comenté consiguiendolo a medias, Leo rodó los ojos y empezó a subir conmigo atrás.

La habitación de los idiotas se encontraba en el último piso, la seguridad en la torre es bastante mala, por lo visto no se preocupan mucho, claro son "intocables" no esperarian que alguien interfiriera en su camino, «a ver que quedaba de eso después de esta broma».

Estuvimos unos diez minutos con la oreja en la puerta de los chicos para ver si hacían ruido, el que nos descubriera alguien más no era probable considerando que esta era la única habitación en este piso, gruñí con molestia.

—Bien, parece que duermen— yo solo asentí a sus palabras y con cuidado coloqué la llave que había robado esa tarde para abrir la puerta.

—Y...entramos— sonreí, juntas pasamos a la habitación dejando los bolsos en la entrada de...¡la sala! —malditos...— cuchicheaba repetidas veces mientras sacábamos las cosas.

—Andando— intervino Leo poniendo la pequeña alarma en la parte baja de la mesa, ambas caminamos por la gigante habitación hasta dar con la puerta de sus cuartos, abrimos la primera y bingo, no esperaba que con tan lujoso departamento que tienen aquí compartieran una habitación los tres, claro que aquí cabrían unas cuarenta personas pero... —Virgo, esta alerta— me reprochaba sacándome de mis pensamientos.

Sacudí mi cabeza con fuerza y entré en acción, mientras Leo tomaba sus cosas y las envolvía en una sabana yo me acercaba a la cama de uno de los hermanos, los miré atentamente unos momentos, parecían tener sueño profundo, «bien», busqué alrededor cualquier cosa que me pudiera ser útil, tomé los audífonos de la mesa de noche, el reloj de apariencia costosa y una de las pantuflas del suelo, luego tomé el pegamento industrial de la mochila y empecé a pegar las cosas en el cuerpo de mi víctima, cara, cuello y panza respectivamente, que durmieran semidesnudos era una desgracia y una ventaja al mismo tiempo.

Me giré a Leo, la chica se encontraba agregando los calzoncillos de los chicos a la sabana de bolsa, cuidadosamente saqué la cinta adhesiva que traía y empecé a cortar algunos trozos lo más callada que pude y empecé a pegarlos en las velludas piernas de mi segunda víctima, agregué una a la ceja y fui por el polvo pica pica que Acuario nos consiguió y comencé a condimentarlos, me acercaba a mi tercera víctima cuando Leo me detuvo.

—No, recuerda que se lo prometimos a Tauro— asentí y simplemente me volví para amarrar las sabanas.

Mientras, Leo sacaba una jaula de su bolso, he de admitir que Acuario era bueno en lo que hacía, conseguir un zorrillo en un día no era un trabajo para cualquiera. Leo me hizo una señal dejando una nota en la cara de Capricornio, tomé el chicle en mi boca y lo pegué en el cabello de uno de ellos antes de dejar la habitación soltando al animal, cerramos la puerta en la que sostuvimos la cuerda amarrada a la sabana-bolsa para luego ir a las ventanas y dejar colgando el saco, toda su ropa y algunas otras cosas no muy caras caerían cuando abrieran la puerta, Leo tomó la botella de jabón liquido y agua y empezó a regarlo por todo el piso que de por si ya era resbaloso, guardamos todo y con una sonrisa satisfecha salimos de la torre A.

Con Escorpio y Tauro

—Ya deben haber hecho la broma— comentó Tauro mientras escuchaba música acostada en la cama, la otra asintió, leía un libro —¿qué crees que sucederá?—

—Pues claramente se vengaran de vuelta— dijo sin importancia la pelinegra.

—¿Qué hay de su padre?—

—No creo que lo metan en esto, sabes lo que adoran desquitarse, con tal de que no se salgan de control no creo que pase a mayores—

—Si...¿hasta qué punto empieza el descontrol?—

—Mmm..no lo sé— se encogió de hombros pensativa.

—¿Irrumpir en la habitación y dejar un zorrillo será suficiente?—

—Pues creo que es suficiente para saber a quien no le debemos hacer bromas— comentó Escorpio consiguiendo un asentimiento de la rubia —por cierto, no te pregunté, ¿de qué hablaron tu y Capricornio?— una sonrisa se dibujo en su rostro mientras que Tauro se tornaba un tanto nerviosa.

—A eso...—

—Si, eso— su sonrisa se ensanchaba sacándole un suspiro a Tauro que por fin respondió.

—Nos vio en el ala Beta, quería saber que hacíamos ahí— Escorpio frunció el ceño por unos instantes antes de pensar en algo.

—Estaba preocupado— sonrió burlona.

—Yo no lo llamaría preocupación, creo que se sentía culpable porque sabía que fue por lo que dijo su hermano—

—¡AHGG!— gritó Escorpio irritada tirandose de espalda, no entendía la terquedad de su amiga —algún día...algún día...— murmuró desde su corazón.

I.M -ZODIACO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora