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— Yo voy. — Ririka se ofreció, corriendo hacia la puerta para tomar la pizza que acababa de ordenar. Sus dos amigas habían llegado de regreso de su viaje de pareja y estaba feliz de que ellas volvieran. Saotome no la saludó esa mañana y ella casi se siente mal por lo que dijo el día anterior, casi.
Pero todos esos pensamientos de arrepentimiento disminuyeron cuando se encontró no con otra que su vecina de al lado, Mary Saotome sonriendo enormemente y con dos cajas de pizza fuera. —¡Hola, Ririka! ¿Sabías que soy repartidora de pizzas a tiempo parcial?
—No. — Dijo negando con la cabeza revisando si tenía el dinero suficiente para pagar en su billetera.
—Es un hermoso día hoy. Debería estar atendiendo algunas tareas y tal vez ir a la playa, pero estoy atascada aquí repartiendo pizzas. Oh dios, no sabes que emocionada estaba cuando escuché que iba a entregarte pizza a ti. Yo estaba casi gritando y estuve pensando que quizá yo podría ayudarte a comer éstas pizzas, quiero decir, en cierto modo tengo tiempo y-
—¿Saotome?— La peliblanca la interrumpió tomando las pizzas de sus manos.
—¿Sí?
—Cállate.
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