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—Hey. — llamó ella desde la puerta de la cafetería. —¿Sabes qué tiempo va a hacer hoy?— preguntó con una sonrisa.
—No sé, Saotome, dímelo tú. — siguió la broma volviendo a soltar una lagrima. —Extrañaba tanto esa pregunta. — lloró siendo rodeada por los brazos delgados de la contraria.
—Yo extrañaba ver tus ojos revoloteando por mis molestas preguntas sobre el tiempo. — lloró también agachandose para estar en su misma altura. —En mi casa hay mucho café.
—Me dejó de gustar cuando te fuiste. — sollozó. —Quiero de tu café, Mary.
—¿Sólo de mi café? — preguntó burlona entre lágrimas. La mayor negó cogiendo el cuello de la camisa azul que la contraria llevaba para besar sus finos labios con amor y ternura.
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