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Eran las diez en punto, en una hora como ésta, Ririka ya hubiese estado noqueada, estando en la tierra de los sueños en una noche normal. Pero su mente estaba demasiado centrada en Saotome. No veía por qué ella se estaba lastimando a sí misma, ella era demasiado feliz, parecía poco probable.
Pero lo que le molestaba más era lo que le había dicho. No sabía que ese lado de ella estaba, pero definitivamente no fue ella misma, no fue Ririka Momobami. Porque Ririka se preocupaba mucho por el suicidio, pensaba que estaba mal hacerlo y ayudaría a cualquier persona que necesitaba ayuda con pensamientos suicidas, incluso si eso significaba a una vecina que la molestó hasta sacar mierda fuera de ella.
Suavemente tocó la pared. —Saotome, ¿Estás durmiendo?— No hubo respuesta. —Mary, soy Ririka, tengo algo que decirte, algo importante. — Intentó.
—No tienes que hablar conmigo, Ririka. Sé que he ido por encima de mi límite de perturbaciones, pero creo que es mejor, quiero decir, soy una maldita molesta después de todo. — Saotome dijo.
—Lo siento, Mary, no fue mi intención. Eres molesta, pero no una maldita. Si te suicidas, me importa. — Dijo con sinceridad.
—¿De verdad?
—Sí.
—Oh.
—¿Por qué 'oh'?
—Porque no te creo.
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