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No podía parar de sollozar en aquel banco del parque que estaba en frente de su bloque de departamentos. Tenía su cuerpo doblado, su cabeza estaba escondida en sus piernas.
El sol había sido reemplazado por una fuerte lluvia que la había empapado hasta lo más mínimo, pero no le importó. Sentía una gran opresión en el pecho que no la dejaba respirar.
Odiaba esa sensación.
Estaba vacía, y extrañaba cuando era una niña y corría a los brazos de sus padres y pasaba el tiempo con su amada hermana nada más llegar a casa después de la escuela, no tenía preocupaciones, no sufría por nadie. Llevó su mano al pecho, cerrando su puño con fuerza, se estaba ahogando y no sabía como salir de ahí.
Lloraba con fuerzas, hipaba fuertemente y no podía parar, se estaba muriendo poco a poco y no había vuelta atrás.
No podía seguir viviendo, o al menos de esa manera.
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