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Ririka salió al balcón a como hacía cada mañana, siempre con la misma rutina, pero ésta vez tenía algo diferente; no escuchaba la molesta voz de Saotome preguntándole sobre el tiempo.
Tampoco estaba soleado, sólo nublado.
Día tras día, semana tras semana, siempre nubes en el cielo.
El café no le gustaba tampoco, ni ir a la playa con su amiga.
Extrañaba las charlas de detrás de la pared por la noche.
Extrañaba escuchar a su vecina preguntándole si quería desayunar con ella.
Extrañaba cuando su vecina salía sin camisa, porque ella amaba cuando a la menor se le olvidaban los pantalones.
Todo lo que creía que odiaba, comenzó a extrañarlo cuando decidió que no podía vivir sin su sol personal, sin su rubia.
ーSaotome Mary, el sol no brilla sin ti.
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