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Ririka no podía recordar la última vez que se había sentido tan molesta durante una película, pero estaba con su molesta vecina. Por lo general caería dormida en las películas de terror, no porque no estaba interesada, sino porque se le vuelven aburridas rápidamente, especialmente las súper terribles que tienen como dos estrellas en el ranking.
Pero Saotome, por otra parte, estaba aterrorizada, apretando las palomitas y bebiendo de forma violenta su bebida. La Momobami rodó los ojos, recordando por qué la menor le parecía tan molesta.
La película no daba tanto miedo.
—Ririka, ¿Puedes tomar mi mano?
—Mary, ¿Estás hablando en serio?— Susurró.
—Por favor. — Rogó.
—No, tú eres una molesta hija de puta, joder, deja de actuar como si tuvieses tres años y disfruta de la maldita película. — Susurró un grito, enderezándose en el sillón. A ese punto ya había asimilado totalmente las piernas de Saotome y lo único que quería era que dejase de ser una maldita bebé.
Estaba a punto de caerse dormida hasta que sintió algo deslizarse en su mano, la alejo bruscamente.
—Saotome, ¿Qué mierda estás haciendo? ¡No quiero sostener tu mano!
—¡Por favor, estoy muy asustada!— Declaró. La albina dejó caer su cabeza y sostuvo el puente de su nariz.
—¿Te sentirás a salvo si sostengo tu mano?
—Más bien entre tus brazos.
—¿Qué?
—¿Qué?
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Oigan, me encantó el cómo quedó la nueva portada, arteee.