ℒ𝑜 𝓆𝓊𝑒 𝓃𝓊𝓃𝒸𝒶 𝓈𝑒 𝑜𝓁𝓋𝒾𝒹𝒶

『Capítulo 13: Te Creo』

Narra Craig

Procesando.

Procesando.

Procesando.

Luego de media hora que acabo de regresar del café de Tweek, recién parece que mi cerebro comenzó a procesar todo aquello.
¿Cuándo dije todo eso?, creo que fue al calor del momento porque ahora…

¿¿QUÉ MIERDA HICE??

No tengo edad para ser padre y también porqué no es una posibilidad con la que haya pensado, apenas podía cuidar de mi cuyo ¿Cómo carajos iba a cuidar de un niño?.
Me encontraba sentado en el pequeño parque de South Park, mi mirada estaba perdida en ningún punto específico pero mi mente divagaba en lo que acabo de hacer. Después de tanto podía estar junto a mi rubio, pero este venía con un paquete que no pensaba tener en un buen tiempo o si quiera pensar en la posibilidad que seria padre, ¡NO! tampoco es que sea del tipo que no cumple las promesas, solo que ahora recién me doy cuenta de lo que hice, pero ya no hay vuelta atrás lo hecho, hecho está.
Me levanté de aquella banca y encamine mis pies a mi hogar, al llegar fui recibido por los ojos curiosos de mi hermana que apenas hice presencia en el umbral de la puerta me atacó con preguntas.

─¿Y qué tal la sorpresa ─preguntó canturreando.

─Todos sabían menos yo, que bien ─rodeé los ojos cansado de aquello.

─No era nuestra obligación decirte que Tweek adoptó a un niño, y no sabíamos cómo ibas a reaccionar ─se excusaba.

─Tenía derecho a saber ─contraataque.

─Si, pero tienes tu carrera Craig y… ─ pauso al percatarse de algo ─¿Qué harás ahora? ─preguntó dubitativa.

─No se si se sentirán orgullosos por mi decisión, te tienen a ti, así que es un peso menos para mi, pero ya lo decidí por muy precipitado que sea... ─pause, mientras discutía mentalmente conmigo mismo ─Me quedaré en South Park, y armaré mi familia con mi rubio del café y ese niño mala cara ─sentencie.

La chica de cabellos rojizos anaranjados me miraba aburrida y de burla aplaudió al escuchar mi improvisafo discurso.

─No eres quien para hablar de mala cara, cuando la tuya es peor ─me reto.

En respuesta a ello recibió la seña típica del fuck you que mi familia me acostumbro a utilizar, juraría que hasta nosotros la creamos por como la utilizábamos, y claramente me devolvió el gesto.

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A la mañana siguiente

Cuando los rayos del sol volvía a hacer presencia anunciando el nuevo día, unos pasos apurados se sentían por las calles no tan habitadas en ese horario.
El chico de cabellos azabache se dirigía a donde conviven el rubio y el niño, en sus manos evidentemente llevaba algo pero no se podía distinguir lo que era.

[Minutos antes ]

Una chica de cabellos rojizos claros bajaba de su habitación tallándose el ojo al sentir mucho alboroto en la sala de su casa y encontró a su hermano listo para salir.

─¿A donde mierda vas tan temprano? ─fastidiada pregunto.

─La gente normal a esta hora comienza con sus labores.

─Pero tu no tienes nada de normal ─susurró frunciendo el ceño.

El chico se paseaba indeciso por el lugar, pero esa acción más irritaba la chica, la poca paciencia que tenía se esfumó y con la pantufla le mandó a volar por la cabeza hasta que se detuvo.