『Capítulo 11: ¿Tweek y Trent?』

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Un nuevo día de semana estaba comenzando, las calles frías de South Park comenzaron a tomar color de los mismo rayos de sol que para más de uno era una grata sensación de calidez.
Por la ventana de un cuarto no muy grande, estos impertinentes rayos se colaron y dieron directo primero a un joven de alborotada cabellera rubia. De forma perezosa se comenzó a sentar y estirarse, paseo su mirada por el cuarto y la desembocó en la cama de al lado, el pequeño cuerpo del niño reposaba de forma relajada, medio sonrió al verlo, ya deberían comenzar el día.
Se levantó, y volvió a estirarse, se acercó a la cama del niño y se sentó para comenzar a destapar su cara.

─Trent buenos días, ya es comienzo de semana ─le hablaba bajito por temor de irritar al niño temprano.

─Buenos días ─saludo con un bostezo.

─Hehe vamos, debo llevarte a la escuela y yo debo ir a la cafetería ─dijo pasando su mano por el cabello niño.

─Si papá ─fue su contestación mientras tallaba su ojo derecho por el sueño.

Y así el chico ingresó a la cocina-comedor de su pequeño departamento, no tenía mucho que ofrecer pero siempre mantenía al limite sus gastos, no quería que el niño vuelva a padecer penurias. Lo primero que comenzó a hacer fue su amada taza de café, y algo simple para el niño, no solía comer mucho, eso le preocupaba, pero al tiempo se rindió cuando no podía hacer que coma más.
Un tazón de cereal y leche y una taza de leche, a toda costa quería evitar que consumiera café, no quería repetir ese error que sus padres hicieron con él. Solo habían pasado unos minutos y pudo ver cómo el infante ya estaba presente acomodándose en la silla de la mesa ya dispuesto a desayunar.

─Tu desayuna tranquilo, me iré a cambiar y salimos ─fue todo lo que dijo.

Una vez ya arreglado, en un vaso desechable preparo otro café para llevar de camino, así salieron  juntos de su hogar y se encaminaron a la primaria de South Park, sonrió de solo pensar que iba día a día a su vieja escuelita.
Y ahí estaban frente aquellas puertas que lo recibían como cuando era un niño, solo que esta vez iba a dejar a su hijo.

─¡Tweek buenos días! ─un saludo lo sacó de su ensoñación y vio a esa mujer de cabellos rubios rizados, con algunas canas pintándole y de anteojos saliendo al exterior a recibirlos.

─Vice directora Victoria ─se mordió la lengua por ese trabalenguas que dijo.

─Me alegro verte Tweek... ¡Buenos días Trent! ─ahora posó su mirada en el niño que se escondió tras su padre.

─Sigue siendo igual ─comentó apenado el rubio y se agacho hasta la altura del niño ─Ve a adentro campeón, nos vemos en el café ─dijo, el niño asintió e ingresó corriendo hacia adentro.

─Es increíble, hace un tiempo eras tú quien ingresabas y ahora es tu hijo ─comentó la señora.

─Aquí traje su café ─le ofreció a lo que ella recibió gustosa.

Ambos desviaron la mirada hacía donde estaban los niños y divisaron como el pequeño castaño solo caminaba y se ubicaba sentándose bajo un árbol, no puedo evitar suspirar con pesadez por ello.

─Ten paciencia Tweek, él a su tiempo hará de amigos ─trataba de animarle.

─Lo se, y no quiero presionarlo, pero quiero que se comporte como un niño, no ríe mucho, no se junta con amigos, siempre es muy obediente y jamás me hace renegar por nada ─comentaba el chico sin despegar la mirada del niño.

─Suena como el sueño de todo padre Tweek, pero recuerda que no hace mucho dejó las terapias, y debe encontrar su manera de incorporarse en este ambiente y sin miedo ─le decía mientras pasaba la mano por la espalda del chico.

ℒ𝑜 𝓆𝓊𝑒 𝓃𝓊𝓃𝒸𝒶 𝓈𝑒 𝑜𝓁𝓋𝒾𝒹𝒶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora